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Después del encuentro entre Emilio y Joaquín, éste último decidió que ya era hora de volver a casa. No se besaron, no dijeron nada más, simplemente se quedaron a escasos centímetros sintiendo la respiración nerviosa del otro. El menor, prácticamente, corrió hasta el auto de su padre. Una vez dentro de él, Uberto lo miró con una ceja alzada y Joaquín simplemente bajó la cabeza. El padre sonrió y puso el auto en marcha para alejarse de allí.


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Por otro lado, el rizado también sonreía. Habían estado muchos días separados y volver a sentirlo cerca le daba algo de tranquilidad. Supo que lo había hecho mal, que Joaquín no lo perdonaría tan fácilmente, pero estaba preparado para arreglar todo lo que había hecho mal. Agitó su cabeza despejando todos sus pensamientos, ya que tenía que ponerse manos a la obra con la moto que estaba haciendo. Le fué imposible concentrarse, puso música, se tomó un café... Nada lo ayudaba a olvidarse de esos ojos mieles, pero tampoco le importaba en exceso.


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De camino a casa ninguno de los dos decía a nada, Joaquín no paraba de sentir las manos de Emilio sobre su cintura y su respiración chocar con su boca. No pensaba en otra cosa que no fuesen esos rizos color chocolate.

- ¿En qué piensas? - pregunto Uberto

- Nada - sonrió su hijo - En lo que acaba de pasar

- ¿Y qué acaba de pasar? ¿Algo que deba saber? - Joaquín negó sonriendo - Hijo, soy tu padre y te conozco

- Casi nos besamos

- ¿Casi? ¿Y porqué no lo habéis hecho?

- No sé - Joaquín se encogió de hombros - ¿Era precipitado?

- ¿Es una pregunta ó una afirmación?

- No lo sé, sólo sé que me ha gustado verlo

- Eso está bien

A Uberto le agradaba Emilio, al contrario que a su madre, él sentía que Emilio verdaderamente protegía a Joaquín contra todo. Quizás era un mal ejemplo, ó quizás su trabajo no era el deseado por Elisabeth, pero de lo que no le cabía duda es que Emilio realmente lo quería y daría su vida por él. Lo pudo ver en los 2 años que compartió con él, cada gesto, cada palabra sobre Joaquín era algo que jamás había visto en nadie. Era amor de verdad y se alegraba de que su hijo fuese tan bien amado por una persona independientemente del sexo.

En esos 2 años Emilio le habló en varias ocasiones sobre su padre. Le contó que cuándo le informó a su familia de que se sentía atraído por los hombres, su padre lo despreció. Cuándo se lo contó, le dolió lo que escucho porque a él no se le ocurriría despreciar a su hijo por sus gustos sexuales. Después de conocer esa información intentó apoyarlo y decirle que su padre no era un buen ejemplo de padre, pero después pensó en su situación. Uberto se marchó de casa cuándo apenas Joaquín tenía 4 años con la única excusa de que él no era un hombre de familia. A Elisabeth le dolió, pero prefirió que se marchase a que criase a un niño a disgusto, sin embargo, no quiso terminar el contacto con su hijo, pero éste sí que lo evitó. Hasta que Joaquín no cumplió 12 años no supo nada de él y fué porque un día Uberto volvió a casa para reencontrarse con su hijo. Cuándo lo vió por primera vez Joaquín le preguntó quién era, rompiéndole el corazón, pero era entendible. Joaquín no lo había visto desde que tenía 4 años, estaba seguro de que ni siquiera su madre le había enseñado una fotografía de él, pero estaba dispuesto a recuperarlo. Con tiempo y paciencia, recuperó a su hijo y con él su total confianza para contarle todo. Uberto volvió a Baltimore, ya que su vida estaba ahí, pero nunca volvieron a dejar de hablar.

Esa historia Emilio la conoció cuándo Uberto se la contó, puesto que Joaquín nunca había hablado de la relación con su padre, ni siquiera sabía su nombre hasta que apareció aquella noche en el garaje. Escuchar a Uberto hablar así de su hijo lo emocionó y a la vez le dolió, pero esa había sido la vida de su marido y debía respetarla y entenderla.

Llegaron a casa y procedieron a comer. Cuándo ambos estaban descansando unos toques en la puerta los desconcertaron. Joaquín se levantó a abrir y cuándo abrió la puerta se encontró con Emilio. Tragó saliva audiblemente y Emilio al verlo se rascó la nuca nervioso.

- Joaquín - dijo sonriente

- Emilio - respondió el ojimiel - ¿Ocurre algo? ¿Quieres pasar?

- No lo sé - rió el rizado - Sólo quería venir a verte y decirte que... - se volvió a rascar la nuca - ¿Quieres que cenemos ésta noche?

- ¿Me estás pidiendo una cita?

- Sí, creo que sí - volvió a reír 

- ¿Quién es hijo? - apareció Uberto por la puerta - Oh, Emilio, que bueno verte por aquí

- Hola Uberto

- ¿No entras?

- Eh no, sólo venía a invitar a tu hijo a cenar

- ¿Debería irme? Lo siento, soy primerizo en que alguien le pida una cita a mi hijo

- Papá por favor - rió Emilio - Si Emilio, salgamos a cenar

- Genial - chocó sus manos - Pues... ¿Te paso a buscar sobre las 9 de la noche?

- Sí, esa hora está bien

- Vale, eh, pues... - se acercó a Joaquín - Luego te veo

Emilio le dejó un beso en la mejilla para después darse la vuelta y volver a su auto. Cuándo cerró la puerta su padre lo miraba con una ceja alzada y Joaquín rió tapándose la boca.

- ¿Qué acaba de ocurrir? - preguntó Uberto riendo

- No tengo ni idea, me ha pedido una cita cómo cuándo éramos novios. Aunque a decir verdad no tuvimos muchas citas

- Bueno, pues habrá que prepararse ¿no? Yo no sé cómo vá ésto

- ¡Papá! - le dió en el brazo - No me pongas nervioso, no sé qué ponerme

- Pues yo en eso no puedo ayudarte

- Creo que llamaré a Romina - miró a su padre - Definitivamente voy a llamar a Romina


- Creo que llamaré a Romina - miró a su padre - Definitivamente voy a llamar a Romina

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Buenas más criaturas aquí les dejo los últimos capítulos.


Espero les gusten.



Nos vemos AlbertXioW.

Ravenous // Adaptación Emiliaco // 3° y 4° Temporadas de Clock StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora