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𝙴𝚗𝚍𝚕𝚎𝚜𝚜: 𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚘 𝚝𝚒𝚎𝚗𝚎 𝚏𝚒𝚗, 𝚒𝚗𝚝𝚎𝚛𝚖𝚒𝚗𝚊𝚋𝚕𝚎



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Llevaba cerca de media hora caminando, no había soportado la idea de que su marido no le creyese cuándo él estaba haciendo todo el esfuerzo por contarle la verdad sin romperse en mil pedazos. A mitad de camino se puso a llover y por más que intentó abrigarse con sus propios brazos se estaba muriendo de frío. Llegó a Clock, a decir verdad, pensó que el desfiladero no estaba tan lejos a pié. Disminuyó el ritmo de sus pisadas observando bien todo el terreno, sabía que después de aquella noche todo iba a cambiar. Seguramente él nunca regresaría de nuevo y eso le mataba. No pudo controlar sus lágrimas. Se detuvo en seco, observando a lo lejos su pequeño refugio. Allí dónde conoció a Emilio, dónde después del fatal encuentro intimaron más, dónde se enteró de que Emilio sospechaba de la existencia de su hermano, dónde decidieron que era momento de ampliar la familia y adoptar a un pequeño. Su corazón se rompió aún más y decidió que era momento de salir de ahí.

Le quedaban escasos pasos para salir de la zona de las carreras cuándo escuchó el rugido de un motor acompañado con la luz de unos faros potentes. Se detuvo en seco cuándo escuchó su nombre en un grito desgarrador. Lentamente, se giró, encontrándose con el rizado, corriendo hacía él bajo la incesante lluvia. Sus piernas temblaron, no sabía si del frío ó por otro motivo.

- ¡Joaquín! - volvió a escuchar su nombre

Llorando, él también comenzó a correr hacía Emilio.

La lluvia no lo dejaba divisarlo bien, pero cuándo lo tuvo delante, el rizado lo abrazó fuertemente sin dejarlo escapar. Él también lloraba. Se le veía tan frágil, tan asustado, cómo si hubiese estado a punto de sufrir una perdida importante.

- Perdóname por favor - le decía al oído - He sido un imbécil. Por favor, perdóname mi vida

Joaquín lloró más fuerte. Eran pocas las ocasiones en las que Emilio se había disculpado con él y ahora mismo se le veía devastado.

- No puedo seguir así - contestó Joaquín - Ésto es demasiado para mí

- Lo siento de verdad, soy un capullo

- Necesito salir de aquí, necesito irme

- Tenías razón - admitió Emilio - No me sienta bien estar allí y he sido tan gilipollas de llevarte para gritarte

Joaquín se separó ligeramente observando sus ojos. Aquellos ojos cafés volvían a ser los mismos de los que se había enamorado. Ojos llenos de esperanza y de amor, no de odio. Apesar de la lluvia que mojaba todo su rostro, sus ojos lucían penetrantes cómo si estuviese dispuesto a sacarle de cualquier caos. Ahí es cuándo supo que Rmilio se arrepentía realmente.

Ravenous // Adaptación Emiliaco // 3° y 4° Temporadas de Clock StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora