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𝙼𝚒𝚣𝚙𝚊𝚑: 𝚎𝚕 𝚙𝚛𝚘𝚏𝚞𝚗𝚍𝚘 𝚟í𝚗𝚌𝚞𝚕𝚘 𝚎𝚖𝚘𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚕 𝚎𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊𝚜, 𝚎𝚜𝚙𝚎𝚌𝚒𝚊𝚕𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚊𝚚𝚞𝚎𝚕𝚕𝚊𝚜 𝚜𝚎𝚙𝚊𝚛𝚊𝚍𝚊𝚜 𝚙𝚘𝚛 𝚕𝚊 𝚍𝚒𝚜𝚝𝚊𝚗𝚌𝚒𝚊 𝚘 𝚖𝚞𝚎𝚛𝚝𝚊𝚜

Todo era tal y cómo había imaginado Joaquín en sus sueños. Había encontrado a su alma gemela, se había casado y habían tenido un hijo. Claro que, no se había imaginado tener esa vida, metido en una casa llena de pistolas y educando de aquella manera a su hijo, pero no se podía hacer nada. Irremediablemente, él había decidido vivir esa vida y aceptar todo lo que conllevase ser marido de un Osorio. Por una parte, envidiaba a Romina, ella había decidido huir. Huir del peligro, de las carreras, de las calles oscuras de Londres. Ella había decidido empezar a vivir.

Había pasado demasiadas cosas en todos éstos años. Primero fué el cáncer de Emilio, luego su desaparición, después conocieron a su hermano perdido, supo cómo había sido la muerte de uno de los mejores amigos de su marido, lo secuestraron, su marido le fué desleal, fueron a Baltimore a terminar el trabajo y ahora habían encontrado una paz extraña junto a un niño maravilloso. Sabía que ese niño no era natural suyo, pero el gran parecido que tenía con Emilio lo asombraba. Esos rizos achocolatados sedosos, esa cara perfilada cómo los dioses y esos labios carnosos. A decir verdad, a lo único que se parecía con Joaquín era un poco en el color de los ojos, el resto era un mini Emilio y él estaba completamente enamorado de su marido y su hijo.

- Nene - dijo Emilio mientras lo veía pensativo remover su taza de té - Joaco, Joaco, ¿estás bien? - dijo sacudiendo la mano frente a sus ojos

- Perdona - dijo el castaño sacudiendo su cabeza - ¿Ocurre algo?

- ¿En qué pensabas?

- Nada, yo sólo...

- Terminé los cereales - dijo orgulloso Enzo con la boca llena de migajas

- Muy bien jovencito, ahora a lavarte los dientes. Llegamos tarde al cole

El pequeño saltó del taburete para dirigirse rápidamente al cuarto de baño. Emilio lo miraba sonriente, pero cuándo se quedaron sólos, volvió la mirada a su marido.

- ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que lleve yo a Enzo al colegio?

- No te preocupes, estoy bien de verdad - dijo recogiendo el desayuno

- Joaco - lo detuvo el mayor - Te conozco, cuándo te pones así de pensativo no sé si es bueno

- Es bueno, sólo que me acordé de Romina. Hace tiempo que no hablo con ella

- Sabes que sólo me tienes que decir de ir a verla y vamos

- Mi amor, Glasgow está demasiado lejos y Enzo es muy pequeño para un viaje tan largo

- Puedes cogerte un billete de avión

- No te preocupes de verdad, ya pensaremos en algo

La relación que mantenían Romina y Joaquín nunca iba a ser la misma que la de Emilio y ella. Emilio al fin y al cabo es demasiado protector con ella, no se fía de nadie que se le acerque. Sólo se fiaba de Josh. Y para Joaquín también es cómo una hermana, pero a la que le puede contar cosas que a su marido no puede, ya que podrían dolerle ó molestarle. Emilio también se moría de ganas por verla, pero sabe que no puede ausentarse de Londres cómo si nada, aunque quisiese contentar a su marido.

Cuándo el pequeño ya estaba listo para ir al colegio, Joaquín tomó sus cosas y se dispuso a entrar al garaje. Nada más abrir la puerta observó los dos autos que se encontraban en el interior. Uno de ellos era de Emilio, precioso de un color naranja chillón y muy apto para las carreras ilegales. El otro era un auto familiar, todo lo opuesto al auto que se encontraba a su lado. Emilio lo miraba desde atrás, sabía que algo rondaba en su cabeza, pero no sabía exactamente el qué. Joaquín negó ligeramente eliminando cualquier mal pensamiento de su cabeza y se dirigió al auto familiar. Colocó a Enzo en su asiento atando bien el cinturón de seguridad para después ingresar en el asiento del piloto. Volvió la mirada hacía el auto de su lado y a continuación a su marido que los observaba desde la puerta y arrancó.

Ravenous // Adaptación Emiliaco // 3° y 4° Temporadas de Clock StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora