Capítulo 2

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JELENA.

Bajé del auto y le lancé las llaves a Delano para que siguiera en lo suyo y no dejara a mi bebé abierto y desprotegido, es el auto que me compró Sasha, así que lo cuido.

Yo no sé por qué me desgasté trayendo a ese par cuando estuvieron fornicando en mis asientos traseros todo el viaje, no hay respeto por mi persona, ni siquiera la música del radio podía escuchar bien por sus gemidos, no podía bajar las ventanas porque... ejem, claro, están brinque y brinque ahí atrás, por lo que el olor a sexo me tenía mareada, los ruidos cachonda, y me molesta porque yo no puedo follar, digo, sí puedo, pero estoy molesta con Alexander, el hecho de que sea amable debido a sus traumas no tiene nada que ver con que yo siga queriendo arrancarle la cabeza.

Me apoyé de mala gana en el mesón, viendo a la recepcionista palidecer al mirarme, le sonreí intentando ser amable para alivianar el ambiente, al parecer mi sonrisa no ayudó mucho y terminé asustándola más, tomando su debida distancia, arrastrando la silla con disimulo hacia un costado.

Como si no pudiera alcanzarla si me dieran ganas de matarla, que tonta.

— Pedí una hora para tintura, manicura, pedicura, masaje y sauna.

— N-nombre, señorita... digo... que tonta... adelante, pase, nuestro mejor peluquero la atenderá.

— Muchas gracias.

Giré sobre mi eje y me encaminé hacia el salón dónde efectivamente esperaban por mí, tomé asiento en la silla, levanté el mentón para que colocara la capa y lo miré, no parece tenerme miedo, se ve relajado, toca mi cabello y lo analiza, levantando la cabeza para mirarme a través del espejo con una sonrisa en los labios.

— Señorita Jelena, mi nombre es Rufus y seré el encargado de su tratamiento completo el día de hoy, uñas, pelo, masaje, lo que desee. Ahora cuénteme ¿Qué es lo que desea hacerse?

— Buen día Rufus, me agradas — asentí— Vine para volver al rubio, el negro ya me aburrió.

Que puta mentira...

Yo sólo quiero parecerme a mi mamá, soy una patética que sigue buscando pertenecer.

— Rubio, ok. Lavaré su cabello primero y comenzaremos a trabajar, usted puede relajarse.

— de acuerdo.

Dejé que Rufus hiciera lo que se le viniera en gana, me lavó el cabello con mil productos, aplicó un par de cosas que hacía que me picara la nariz, esperé al menos treinta minutos con esas cosas en la cabeza, una maquina de calor y un divertido sombrero, luego me lo enjuagó nuevamente, en ese entonces, Delano e Ivanna entraron, anunciándose en la recepción, caminando hacia mí.

— ¿Ya terminaron?

Pregunté alzando una ceja hacia ellos, recibiendo las llaves de mi bebé que Delano me entregó.

Condéname (+21) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora