Capítulo 11

2.5K 291 218
                                    

JELENA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JELENA.

Día uno.

La búsqueda no va nada bien, no hay rastros de Yakov o Ilias, no hay rastros de sus hombres, el avión, los autos... no hay una mierda y no sé siquiera por dónde comenzar o si siguen aquí.

Entre más avanzan las horas, la probabilidad de encontrarlas muertas aumenta y eso me aterra, quiero llegar a tiempo.

Por otra parte, ya avanzada la noche, recibimos una mala noticia, los niños no estaban en casa del enfermo de Ilias, no había absolutamente nadie ¿Dónde los tiene entonces? ¿Siguen vivos?

Zara enloquecerá cuando se lo comente.

Día dos.

Seguimos sin obtener noticias, Ilias no contesta el teléfono, bien sabemos que no han regresado a Rusia porque están vigilando las casas constantemente, pero... no entiendo, no sé que es lo que ese par está haciendo.

Las esperanzas disminuyen, encontrarlas vivas es una ilusión si soy realista.

Día tres.

Can perdió la cabeza, se desesperó porque su montón de huesos a la que supuestamente no le tiene aprecio, no regresó hasta el día siguiente, recorrió cada calle, le preguntó a cada alcohólico y cada drogadicto que encontró, metiéndose mierda al cuerpo con ellos para ganarse su confianza y hacerlos hablar, Engin tuvo que ir a recogerlo del piso de uno de esos callejones y no le dijo nada, sólo lo recostó en su cuarto y salió él en su lugar para seguir la búsqueda a pie.

Día cuatro.

Decidí utilizar mi As bajo la manga, hay cosas que sólo una chica sabe hacer, por lo tanto, regresé a Rusia y fui con los perros babosos de Yakov con mi sequito, Alexander se quedó en Estambul con los niños, nada de feliz por dejarme a mí a cargo de esta parte, no le gusta que juegue a seducir, pero tiempos desesperados, requiere medidas desesperadas, así que accedió.

- Vaya, vaya, vaya, la esposa puta de la oveja negra de los Volkov está aquí.

Dijo el primero de los perros que tuvo el valor de dirigirse a mí.

- Sí, vine a reírme en la cara de Larissa otra vez ¿O está ocupada chupándosela a Yakov?

Varios abrieron los ojos horrorizados por mi elección de palabras, supongo que están más acostumbrados a las señoritas que se quedaron aquí, las que no quisieron seguirme cuando evacue este lugar enfermizo y machista.

- ¿Está Yakov o no?

Insistí.

- No lo sé... ¿Qué me darás para que te lo diga?

Ahí está.

Simples, simples sujetos que sólo piensan en una cosa, y yo estoy dispuesta a acercarme lo suficiente para hacerles creer que se los daré.

Condéname (+21) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora