Capítulo 34 "Tómanos, Parte 1"

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LO PROMETIDO ES DEUDA, BESTIES, LAS LEO

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LO PROMETIDO ES DEUDA, BESTIES, LAS LEO


JELENA.

Me tomé mi tiempo, Alexander se sentó en la tapa del inodoro para observar todos mis movimientos, Delano en cambio, fue a robarle el lubricante a Lev, ya que ahora con Rufus como su pareja, tienen de sobra, dudo mucho que se moleste por compartir un poco para el pobre culo de su Koroleva que será profanado hoy.

— ¿Qué pasa, león? ¿Tienes problemas?

Mirándolo por el rabillo del ojo mientras quito el champú de mi cabello, ambas manos sobre el cabello, mostrándome desnuda y segura ante su hambrienta mirada, viendo como se jala el pantalón por quinta vez desde que entramos aquí.

— Tú vas a tener problemas si esa insolente boca no guarda silencio.

Amenazó.

Tuve que apretar las piernas debido a la sensación que me atravesó, estoy muy excitada, siempre desee esto, en mis sueños más húmedos soñé con el momento en el que los dos se animara a follarme en conjunto.

— ¿Sigues enojado? Fue sólo una escapadita, llegué bien.

— La sangre que se arremolina a tus pies no dice lo mismo.

Cruzándose de brazos.

Si aún fuera religiosa, me persignaría, pero como no lo soy... mejor que el tío Satán me considere en su reino, porque directo ahí me voy hoy.

— Sabes que volveré a hacerlo, ahórrate el disgusto, no intentes frenarme ahora que por fin estoy volviendo a ser lo que era.

— Sabes que yo jamás te frenaría — levantándose, caminando hacia mí— Pero me preocupa que te hagas daño en el proceso. Yo sólo quiero estar ahí cuando hagas de las tuyas, si se sale de control, quiero ser el primero en llegar a socorrerte.

Tomando la esponja, aplicando jabón.

— No soy una damisela en apuros.

Dije muy atenta del movimiento de sus manos, viéndolo sujetar uno de mis brazos, deslizando la esponja con suavidad por este, quitando la sangre, asegurándose de no pasarla muy fuerte sobre las heridas que tendré que curar más tarde.

— Yo lo sé, eres más que capaz de cuidarte sin que nadie más interfiera, pero para mí tranquilidad, quiero estar ahí.

Tomando mi otro brazo, limpiando con calma, demasiada calma cuando por dentro yo me estoy quemando, quiero terminar ya, mi error el haber demorado tanto, ya no tengo champú en la cabeza, da igual si me pongo acondicionador, tendré que bañarme más tarde de todas maneras.

— Está bien — accedí casi jadeando— Está bien, lo haremos de esa manera, dame la esponja, yo termino.

Quise quitársela, pero la quitó de mi alcance, sonriendo malicioso, sabe lo que me está haciendo, lo que me provoca.

Condéname (+21) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora