Capítulo 1

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JELENA

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JELENA.

Bajé del auto cerrando la puerta con fuerza, viendo a uno de mis hombros bajar a la mujer que aparentemente es mi madre, cruzando por el lado del Boss, mi marido, bajando la cabeza nada más, caminando fuerte y derecho hacia el interior de la casa, sin darle la posibilidad de preguntarle que joder hace esa mujer aquí.

En ocasiones me jode que haga que me sigan, hoy me sirvió, sí, pero en estos momentos, todo lo que hace me molesta, que respire, me molesta, que me mire, me molesta, y que camine hacia mí con cautela, me molesta.

Sabe que estoy molesta, a mi león blanco no se le escapa nada ¡Y ESO TAMBIÉN ME MOLESTA!

— Jelena ¿Qué hacías en ese lugar? ¿Quién es esa mujer?

Rápidamente nuestros hombres se dispersaron para darnos privacidad, más bien... corrieron los muy cobardes, que yo esté molesta no presagia nada bueno.

— Es mi mamá, me estaba buscando.

Casi se le salieron los ojos al escuchar mis palabras, abrió y cerró la boca sin saber en realidad qué decir, así que continuaría.

— Ella estaba buscando a una Jelena, la monja más joven del convento, dice que lleva meses intentando saber si ella sigue viva, le dije que yo era su amiga bla bla bla, en resumen, tu papá mató al mío, secuestró a mi mamá, la empujó a abandonarme en ese puto claustro, la preñó y le quitó a los bebés, mellizos — cruzándome de brazos— ¿Qué mierda tiene tu familia con la mía? La que dice ser mi madre dijo que Viktor sabía quién yo era y que por eso me quería, porque me parezco a la mujer que acaba de entrar — acomodándome el cabello con frustración— Dijo que... tú ibas a entregarme a él, los negocios que tenías con los padres no fueron al azar...

— Jelena... yo... no sé qué decir.

Y yo debo saberlo, todo, claro.

— Viktor quería que los mataras ¿No? ¿Te dijo que me dejaras viva? ¿Te dijo que me llevaras contigo?

Se soltó el cabello y lo ató otra vez, mirando un punto ciego tras de mí, probablemente pensando qué decirme, quizá la mujer no estaba tan equivocada y todo lo que pasó fue lo que Viktor quería que sucediera.

— ¡Alexander!

Perdiendo la paciencia al ver que el tiempo avanzaba y él no respondía.

— ¿Quieres la verdad o quieres que te haga sentir bien con lo que diga?

Esto no pinta para bien, no pinta nada bien...

— Nunca me mientas, por más que la verdad duela, no me mientas, carajo.

Suspiró y se acercó, intentando tocarme, di un paso atrás y me crucé de brazos para que no pudiera tocarme la mano otra vez, quería respuestas, no necesito que se ponga cariñoso ahora.

Condéname (+21) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora