Prólogo

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Los Dioses de Celestia habían despertado después de mucho tiempo gracias a la destrucción de las Gnosis provocadas por la Zarina, la Arconte Cryo de Snezhnaya, quien les había declarado la guerra, sin embargo al hacerlo condenó al resto de las naciones de Teyvat.

Celestia había decidido acabar con las 7 naciones al saber que los arcontes habían perdido o renunciado a sus Gnosis ya que lo consideraban una ofensa y grosería hacía ellos.

Por lo tanto, una catástrofe igual que la Guerra de los Arcontes o la Destrucción de Kaenri'ah se estaba llevando a cabo.

Ante la gran amenaza de Celestia las 7 Naciones se vieron obligadas a ayudarse para evitar su destrucción.

Venti tuvo que revelar su identidad a todo Mondstadt para advertirles, provocando un gran impacto en ellos, sobretodo en sus seguidores más fieles como barbara.

Zhongli igualmente tuvo que revelar su identidad. Pidió perdón a Liyue por haber fingido su muerte, pero dió una rápida explicación del por qué lo había hecho.

La Shogun Raiden odiaba el que su pueblo se viera involucrada nuevamente en una Guerra. No quería volver a pasar por lo mismo de hace 500 años cuando perdió a su hermana Makoto, pero no le quedaba de otra más que pelear o morir junto a Inazuma.

El resto de Arcontes igualmente hablaron con su pueblo, y a su pesar también les tuvieron que pedir a todos los portadores de visión que pelearán a su lado.

Por fortuna la gran mayoría había aceptado combatir al lado de sus líderes, otros portadores se quedarían a cuidar y proteger a los ciudadanos.

También el Abismo, liderado por la Princesa del Abismo, Lumine, se habla así unido contra Celestia.

El gran ejército de Teyvat, conformado por las 7 Naciones, el Abismo, los Fatui, Adeptus y otros aliados, liderados por los Arcontes y los viajeros Lumine y Aether se encontraban en media de la guerra contra los Dioses de Celestia.

El bando de Teyvat había perdido a gran parte de sus tropas, y sus naciones igualmente estaban muy devastadas a excepción un poco de sus ciudades principales dónde se encontraban la mayoría de ciudadanos.

En este momento cada Arconte estaba en su nación peleando contra Celestia con ayuda de tropas del Abismo y algunos Fatui.

La Shogun Raiden estaba frente al Gran Santuario Narukami, el cual estaba destruido en gran parte. Yae Miko, la Gran Sacerdotisa, estaba unos metros detrás de la Shogun, observandola con preocupación al ver sus graves heridos que, aunque fuera un cuerpo mecánico dónde yacia dentro su persona, si era destruído posiblemente su preciada y amada amiga desaparecía del mundo.

Yae Miko: ¡Ei, es suficiente! ¡Vete de aquí! - le gritó mientras sostenía a una de las Mikos del santuario que se encontraba inconsciente.

Shogun Raiden: ¡No hasta que estén a salvo! - respondió a la vez que bloqueaba un ataque, el cual dañó un poco su espada - (Demonios) - pensó al ver la pequeña fisura que se formó en su preciada arma, la cual era casi el último recuerdo que le había dejado su hermana gemela Makoto - ¡Yae, vete de aquí antes de que algo te pase!

Yae Miko: ¡Pero tú no-!

Un ataque impactó cerca de la Kitsune, arrojándola hacia los escombros del santuario.

Shogun Raiden: ¡MIKO! - gritó preocupada al verla. Rápidamente fue hacia ella, pero un corte de energía la detuvo - ¡Ustedes! - miró con enojo a un grupo de Dioses de Celestia encima suyo.

xxxx: Desaparece - dijo extendiendo su mano hacia la Arconte, disparando rápidamente su ataque para eliminarla de una vez por todas.

Shogun Raiden: (Filo del Pensamiento Vacío) - contraatacó rápidamente, logrando superar a aquel Dios y causandole un gran herido en el abdomen, lo cual lo enfureció al igual que a sus compañeros.

xxxx: ¡¿Cómo te atreves?! - gritó furioso para seguidamente irse al ataque al igual que los suyos.

La Shogun se fue contra ellos, queriendo alejarlos lo más posible de Yae para que no la hirieran nuevamente.

Estuvo peleando en el aire, apoyándose en las plataformas de energía electro que creaba al instante.

Continuó durante largos minutos, logrando matar a un par de dioses atravesando sus cuerpos.

A pesar de no sufrir cansancio gracias al cuerpo de su marioneta, eso no le impedía desconcentrarse en algunos instantes cuando observaba la enorme destrucción que Celestia había hecho en Inazuma.

Le había prometido a su pueblo que los protegería después de ella misma haberlos herido durante el Decreto de Captura de Visiones. Después de que el Viajero que la ayudó se fuera intentó volver a conectar con su pueblo y conocerlos un poco más.

Había hecho pequeños avances a su pesar, pero eso significaba que estaba las cosas bien

Pero ahora todo ese esfuerzo se estaba por esfumar gracias a Celestia.

Estaba molesta, frustrada, preocupada, triste y sobretodo decepcionada consigo misma al no poder protegerlos a todos.

Shogun Raiden: Tienes que seguir adelante - se dijo en voz baja mientras veía a sus enemigos, los cuales tambien la veían - No te rindas, Ei - se lanzó al ataque, sintiendo un revoltijo de emociones que en cualquier momento le jugarían en contra.

Siguió atacando a sus adversarios hasta poder matarlos. En un punto se desconcentró al ver cómo Ritou era destruida de una gran explosión.

Shogun Raiden: ¡NO! - gritó desesperada, extendiendo su mano hacia esa zona donde puso escuchar varios gritos de agonia de sus ciudadanos. Rápidamente quiso ir a su auxilio, pero unas cadenas la detuvieron - ¿Qué esto? - se preguntó mirando las ataduras. Trató de liberarse, pero le era imposible.

xxxx: Arconte Electro, Shogun Raiden - dijo un miembro de la orden celestial poniéndose encima de la mencionada - Por tu traición hacia Celestia eres condenada a muerte junto a todo pueblo - extendió su mano hacia Ei, la cual empezó a ser rodeada de grandes cubos negros con rojo.

Shogun Raiden: ¡Detenganse! - gritó desesperada mientras oía los lamentos de sus ciudadanos y veía su nación en completo caos.

xxxx: Hasta nunca, Shogun Raiden - dijo mientras aquellos cubos terminaban de envolver por completo a la Arconte Electro.

Shogun Raiden: (Por favor, ayuda... por favor... ayudenme... a... salvar a... mi pueblo...) - empezó a cerrar sus ojos a la vez que soltaba lentamente su espada, sin embargo un fugaz resplandor blanco apareció llevándosela consigo.

Mi Encuentro con la EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora