POV NARRADOR
Yuki empezó a abrir los ojos. Sintió algo suave y cálido aferrado a él. Al aclararse su mirada giró su cabeza al lado percatandose de que la Arconte Electro, la Diosa de la Eternidad, la Raiden Shogun, lo estaba abrazando y de igual manera él la abrazaba un poco.
Se sonrojó al instante, pero no hizo algún movimiento ni mucho menos se aparto. Estaba cómodo. No sabía si esto contaba como aprovechar la situación, pero decidió continuar en la misma posición y disfrutar del momento.
El cuerpo de Ei se sentía cálido y algo suave, lo cual era muy cómodo. La volteó a ver nuevamente. Su cabello no estaba despeinado, era perfecto. Su rostro se veía muy tranquilo.
Acercó su mano libre y, al igual que Ei hizo con él anoche, le tocó una mejilla. Sentía la piel lisa y perfecta de la Arconte.
Ei: Yuki… — habló media dormida mientras empezaba a despertar. Al hacerlo vio a su querido compañero dormido, o eso quería parecer — No me engañas. Sé que estás despierto — tocó una de sus mejillas y fue recorriendo su rostro hasta llegar a su frente — No subestimes a una Diosa.
Yuki: Maldición — expresó “frustrado” para después sonreír y voltear a ver a la Shogun — No te engañé.
Ei: Por supuesto que no — respondió sonriendole.
Yuki: Ahora fuiste tú quién me abrazó dormida — le comentó burlonamente.
Ei: Lo siento — dijo, pero sin embargo no sé apartó, solo sonrió mientras ambos se seguían mirando.
Yuki: ¿Sabes? Ahora se me hace raro pensar que hace menos de dos semanas nos conocimos y pasamos de que me golpearas y me tiraras al suelo a estar despertando juntos abrazados.
Ei: También es algo raro para mí pensar en eso, pero todo es impredecible y las cosas pueden cambiar de un día para el otro.
Yuki: Es cierto — opinión mientras colocaba su dedo índice sobre la mejilla de Ei y la presionaba suavemente — Eres muy linda.
Ei: Gracias — ahora ella presionó la mejilla de Yuki.
Yuki: ¿Por qué te gusta tocarme tanto el rostro? — preguntó mientras tomaba la mano de la Arconte y entrelazaba sus dedos con los de ella.
Ei: Creo que tengo curiosidad por ti. Eres algo extraño, en el buen sentido — se rió ligeramente.
Yuki: ¿Tú también eres algo extraña? — le comentó, despertando la curiosidad de la Shogun.
Ei: ¿Por qué?
Yuki: Eres una Diosa de más de tres mil años que ama los dulces y las novelas ligeras. Cuando lo digo de esa forma parece algo extraño, ¿no lo crees?
Ei: No sé cuál es el concepto de “Dios” en este mundo, pero en Teyvat, antes de la Guerra por los Siete puestos, habían Dioses que compartían gustos similares a los humanos y otros mortales. Incluso convivían unos con otros. Por supuesto que con el paso del tiempo ya no hay tantos Dioses; y los Siete Arcontes, aunque algunos sigamos gobernando nuestras naciones, también nos distanciamos un poco de la gente, al menos yo lo hice durante quinientos años.
Yuki: ¿Es complicado ser un Dios?
Ei: Nunca lo había pensado, aunque existen similitudes con los mortales. Tenemos seres queridos, y a los que ya no están con nosotros los extrañamos y lloramos su perdida. También nos equivocamos, perdemos, morimos, reímos, nos alegramos, crecemos, tenemos metas, responsabilidades, hay cosas que nos gustan y nos disgustan — soltó un pequeño suspiro para luego mirar directamente a Yuki — Lo que nos diferencia de ustedes es nuestro poder y longevidad, pero en casi todo lo demás somos muy similares — esbozó una sonrisa.
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Mi Encuentro con la Eternidad
Science FictionTakahashi Yuki, un universitario de 20 años se cruza en su camino con una misteriosa mujer desmayada en medio de una tormenta y sin pensarlo decide ayudarla, sin imaginar que su vida dará un enorme giro de 180° grados al saber que aquella mujer era...