𝐅𝐢𝐫𝐞 & 𝐈𝐜𝐞 |𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲| ✓

48. ¿Me deseaba o no?

No amo casualmente. Cuando amo, es feroz. Es mi alma abierta de par en par y cruda. Es todo mi corazón en exhibición. Es todo lo que tengo y todo lo que sé, entregado a ti como un regalo. Y espero que lo desenvuelvas suavemente. 

-Stephanie Bennett-Henry

Maratón (1/3)

–¿Cómo está Draco? Apenas lo he visto– preguntó Tracey de camino a nuestra primera lección de Pociones. Nuestro horario se había vuelto mucho más ligero este año. Solo me quedaban siete cursos, ya que tuvimos que elegir algunos para nuestros años EXTASIS, lo que nos dejó más tiempo libre. Sin embargo, la mayor parte de ese tiempo libre lo pasaría en la biblioteca, ya que la mayoría de los maestros habían dado la impresión de que no se abstendrían de hacer la tarea.

–No estoy muy segura, apenas lo he visto yo misma– murmuré. Me preocupaba por él. No solo había elegido a cuatro cursos EXTASIS. Transformaciones, Pociones, Defensa Contra las Artes Oscuras y Encantamientos, parecía un fantasma. Solo lo veía en el almuerzo y la cena, si decidía presentarse. Siempre estaba en algún lugar o en su dormitorio, nunca en la sala común.

Sabía que estaba preocupado por la tarea que Lord Voldemort le había encomendado, pero yo también estaba preocupada por él.

–Todos te están mirando, Lea– Daphne frunció el ceño cuando pasamos junto a un grupo de estudiantes de segundo año que nos dieron una gran mirada.

–Se están preguntando si me he convertido en un mortífago o no– me encogí de hombros, lo cual era verdad. Desde que salió la noticia de mi padre, la gente empezó a tratarme diferente, incluso en la escuela. Siempre supieron que yo era de una familia más oscura, pero por lo general resultaba en respeto. Ahora resultó en miedo, como si pensaran que yo era mala.

–No seas ridícula, tienes dieciséis años– resopló Tracey. Forcé una sonrisa. Sí, qué terrible sería convertir a un chico de dieciséis años en un Mortífago.

Entramos en el aula de Pociones, que de repente parecía mucho más edificante sin la presencia del profesor Snape. Al frente del salón de clases estaba Horace Slughorn, sonriendo junto a tres calderos.

Había escuchado sobre el hombre antes, ya que era un ex Slytherin y parte de los Sagrados Veintiocho. Sin embargo, no estaba de nuestro lado y tampoco tenía relaciones cercanas con ninguna persona en nuestro círculo social. No estaba muy segura de cuál era su opinión del lado de Lord Voldemort. Parecía estar en algún lugar entre la familia Selwyn y Weasley.

–Vengan, tomen sus libros, vamos– dijo torpemente, escaneando los rostros de sus alumnos. Noté a Draco en el fondo, pero evitó mi mirada.

Íbamos a tener una conversación firme sobre esto después de clase. Me prometió que solo sería un mes y medio. 

El profesor Slughorn estaba a punto de comenzar su lección cuando entraron Potter y su compañero pelirrojo. Odiaba a las personas que no eran puntuales.

La chica a mi lado miraba al pelirrojo con ojos de corazón. Fruncí el ceño mientras lo veía tratando de dejar de asistir a la clase. Realmente no era mi tipo.

–Tonterías, todos los amigos de Harry son amigos míos– dijo Slughorn. Hice todo lo posible para no poner los ojos en blanco. Así que él era uno de esos, un fanático de Harry Potter.

Los dos fueron a agarrar un libro en el gabinete en la parte de atrás. Traté de concentrarme en los calderos frente a mí, pero los suspiros de la chica de Gryffindor a mi lado me interrumpían constantemente. Ella era jodidamente molesta.