62. Eso es muy grosero ¿Sabes?, ¿Robar?

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Da miedo cuántas personas piensan que quieren morir cuando en realidad quieren empezar a vivir.

-Duskbird.

–Draco, ¿Estás ahí?– Yo pregunté. No estaba en el desayuno hoy, lo que me hizo sentir la necesidad de ver cómo estaba. Escuché un tropezón detrás de la puerta de su dormitorio, pero no respondió. Decidí entrar de todos modos, como solía hacer.

Me sentí aliviada de haberlo encontrado en su habitación, pero el alivio pronto se convirtió en preocupación nuevamente. Estaba doblando toda su ropa, solía pensar que era solo porque lo habían educado bien, pero durante el mes que había pasado en la Pascua, lo reconocí como un tic nervioso. Cada vez que Draco estaba estresado, limpiaba su habitación, revisaba su biblioteca o comenzaba a doblar y volver a doblar su ropa. Lo hizo tan compulsivamente que no se dio cuenta de que yo entraba.

Le estaba yendo mucho mejor desde antes de las vacaciones de Pascua, comía y dormía bien, pero la ansiedad era algo que no podía quitarle y algo que solo aumentó a medida que se acercaba el temido día. No sucedía a menudo, pero a veces entraba en pánico, solo por un pequeño sonido. 

–¿Oye, Draco?– Dije mientras cerraba la puerta detrás de mí. Me acerqué a él y puse suavemente una mano en su brazo. Sus ojos se dispararon y su mano estaba en su varita en poco tiempo, pero su mirada se suavizó cuando sus ojos se encontraron con los míos.

–¿Estás bien?– Le pregunté, pero él simplemente asintió y se alejó. Agarrando el bote de tinta de su mesita de noche. Tomó la tapa e intentó enroscarla, pero le temblaban las manos, lo que imposibilitaba la tarea. Lo vi luchar mientras los nudillos que sostenían el bote de tinta se pusieron blancos.

–¡Por el amor de Dios!– gritó, arrojando el bote de tinta al otro lado de la habitación, atrapándome con la guardia baja. Tenía que calmarlo.

–Draco, amor, ¿Qué pasa?– Pregunté, poniéndome frente a él y agarrando sus muñecas para que tuviera que mirarme. Respiró hondo y cerró los ojos. Suavemente solté sus muñecas y puse una mano en su mejilla. Abrió los ojos de nuevo, mirándome con una mirada triste en sus ojos –¿Qué está sucediendo?– Pregunté de nuevo, muy suavemente para no presionarlo. 

–Estoy bien– murmuró. Claramente no tenía ganas de hablar. Parecía cansado, como si no hubiera dormido bien esta noche. Ocurría a menudo, no porque se acostara tarde, sino porque no dejaba de pensar demasiado por la noche. Tomé su mano y la llevé a mis labios, depositando un pequeño beso en el dorso. Tenía las manos frías, aunque pequeñas gotas de sudor le perlaban la frente. 

Y luego envolvió sus brazos alrededor de mí y me atrajo hacia él, acariciando su cabeza en mi cabello. Froté suavemente su espalda, escuchando los latidos de su corazón. Había muy poco que pudiera hacer por él cuando se sentía así, excepto estar allí por un tiempo. Me dolía cada vez que pensaba en el hecho de que durante la mayor parte de los meses anteriores, no tenía a nadie que lo calmara.

–Te amo– susurró Draco, presionando un beso contra mi frente. Le sonreí, ya que esas palabras siempre me hacían sentir tan feliz por dentro.

–Yo también te amo, mucho– le dije, besando sus labios suavemente. Su ritmo cardíaco se había calmado y parecía estar bien de nuevo –Me di cuenta de que lo hice hace exactamente un año– me reí entre dientes –Ha pasado un año desde nuestra pelea después de tu cita con Daphne.

–Hmm, eso realmente fue algo– dijo Draco, mirando hacia arriba como si los recuerdos estuvieran en el techo –Recuerdo que me sentí tan angustiado cuando lloraste. No podía creer que hiciera llorar a Eleanor Selwyn.

𝐅𝐢𝐫𝐞 & 𝐈𝐜𝐞 |𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora