30. Si dudas, solo asegúrate de que nadie lo note

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Siempre tuvo eso en ella, esa mirada de alteridad, de ojos que ven las cosas demasiado lejos, y de pensamientos que vagan por los confines del mundo.

-Joanne Harris

Nunca antes había ido a casa para las vacaciones de Pascua. Normalmente nadie lo hacía, por lo que no me sorprendió que tanto el Expreso de Hogwarts como el Andén 9 y ¾ estuvieran casi desiertos. Noté a mis padres parados junto a los Malfoy y la ansiedad que se había estado acumulando desde el comienzo del viaje solo había aumentado.

–Bienvenida a casa, Eleanor– dijo mi madre y me dio un rápido abrazo. Hice lo mismo con mi padre, pero no dije nada.

–Vamos, vámonos– dijo mi padre y nos apareció de regreso a casa. Sólo un año y medio y luego me permitirían hacer magia fuera de la escuela.

–¿Cómo ha ido tu año, cariño?– mi madre preguntó para romper la tensión. De hecho, había sido bastante terrible, considerando lo que hizo Adrian Pucey. No le había contado a mi madre al respecto, pero ya debe haberlo oído de la madre de Adrian.

–Ha estado bien– dije, mirando el gran edificio frente a mí. La mansión Selwyn, transmitido de generación en generación. Como era hija única, todo esto sería mío después de que mis padres fallecieran.

Recordé vívidamente la explicación de mi padre. Quiero que siempre estés orgullosa de tu apellido, Eleanor Selwyn. Se traduce literalmente como "camarada del castillo". Es por eso que vivimos en un lugar tan hermoso. Los Selwyn viven como la realeza, porque nos lo merecemos. Los apellidos se dieron en función de lo que había logrado una persona o familia. Nuestros ancestros se ganaron ese apellido, Eleanor, y es nuestro trabajo seguir ganándolo.

Ese par de frases eran la razón por la que me enorgullecía tanto mi reputación. Necesitaba enorgullecer a esas personas que no conocía. Necesitaba ganarme mi apellido.

Era extraño estar de vuelta con un vestido ajustado y tacones. No tener amigos con quienes pasar el rato antes de la cena, estar de vuelta en la mansión fría y oscura, pero era el lugar correcto para estar. Era mi hogar, el hogar de los Selwyn. 

–Eleanor, ¿Puedes seguirme, por favor?– preguntó mi padre cuando estaba a punto de regresar al piso de arriba. Asentí y lo seguí por los pasillos. Fuimos a una de mis salas favoritas, la sala del árbol genealógico.

La habitación no tenía ventanas para no dañar las obras de arte que cubrían las paredes y lo habían hecho durante siglos. El árbol genealógico de Selwyn, grandioso y orgulloso.

–¿Recuerdas haber pasado tiempo aquí?– preguntó mi padre. Lo hice. Solíamos pasar mucho tiempo aquí cuando yo era más joven. Mi padre me contaba historias de todos mis antepasados ​​y luego yo tenía que volver a contarlas todas para comprobar si había prestado atención. Estaba la tía abuela Gormlaith Gaunt, casada con Perceveric Selwyn; ella había muerto con honor en la batalla después de años de predicar y luchar por la supremacía de los sangre pura, mi tío Dominic Selwyn, uno de los consejeros más confiables de el que no debe ser nombrado durante la Primera Guerra Mágica y el único primo sin nombre que había sido exiliado después de embarazar a una muggle. Seguro que era un árbol genealógico interesante.

–Sí– murmuré, escaneando los nombres, reconociendo apellidos muy famosos entre mis ancestros más antiguos. Estaban los Gaunt, los Prewett, los Shafiq e incluso el árbol genealógico de Daphne estaba ligado al mío, aunque en algún momento del siglo XIX.

–¿Qué tienen todos estos en común?– preguntó mi padre –Todos excepto tu primo lejano al menos– Pasó el dedo por la mancha negra que ocultaba el nombre y el rostro del primo caído en desgracia. Sabía lo que mi padre quería oír.

𝐅𝐢𝐫𝐞 & 𝐈𝐜𝐞 |𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora