Capítulo 13

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Maratón 1/3. 


Dejé de pensar porque sentí que alguien me recogía el pelo, me giré y vi que Culebra estaba a mi lado con cara de preocupado. Cogí un trozo de papel y me limpié la boca.


Culebra: ¿Estás bien?


Yo: Sí, no te preocupes.

Culebra: Tan bien que por eso tienes los ojos rojos de llorar ¿no?


Yo agaché la cabeza y me quedé mirando el suelo. Sentí como con su mano cogía mi mentón y lo subía un poco para que lo mirara a los ojos.


Culebra: Mira, no se qué te pasa ahora ni que te pasaba antes en la fiesta, pero tranquila ¿vale? Que todo va estar bien.


Yo asentí y lo abracé.


Yo: Te lo voy a contar – dije sin soltarlo – Pero no se lo puedes contar a nadie por favor.


Él asintió. Ya era hora de que alguien lo supiera, quitarme este peso de encima y quién mejor que Culebra, él me cuida y me hace sentir segura. Al final me separé y nos levantamos del suelo, salimos del baño y bajamos al patio, ya que Jimena y Mario estaban en el salón. Los dos nos sentamos en el balancín, él mirando hacia delante, pero girando la cabeza hacia mí, y yo cruzada de piernas mirando hacia él.


Yo: Prométeme que no se lo vas a contar a nadie, ni siquiera a Alex.

Culebra: ¿Ni siquiera lo sabe tu hermano?

Yo: No y no puede saberlo.

Culebra: Vale, lo prometo.

Yo: A ver, no sé por dónde empezar.

Culebra: Por el principio, ¿no?

Yo: Ya, pero es complicado. Bueno, la verdad es que no recuerdo bien cuando comenzó, simplemente alrededor de los cinco años ya tengo recuerdos. Mi padre... – las lágrimas empezaron a salir de mis ojos al recordarlo – Bueno, él, al que prefiero no llamar padre me violaba. No sé cuando empezó, pero tengo recuerdos de cuando tenía cinco años. Y era día tras día. Hasta los doce que empecé a defenderme y desde entonces nunca he tenido buena relación con él y cada vez que veo algo parecido a lo que me pasaba me vienen todos esos recuerdos y empiezo a llorar. En la fiesta se acercaron a mí dos hombres, que ya sabía sus intenciones. Me empezaron a preguntar qué como me llamaba, que qué hacía sola y uno se levantó y me ofreció la mano. Obviamente no se la di pero el otro me agarró del brazo y no sé cómo pero conseguí soltarme, salí corriendo y te encontré.


En este momento yo ya era un mar de lágrimas. Miré a Culebra, ya que todo ese tiempo había estado evitando su mirada, me hacía sentir segura pero eso no impedía que una pequeña parte de mi tuviera miedo de cómo reaccionaría. Cuando lo miré vi que tenía los puños apretados y en su mirada se notaba la furia.


Culebra: ¿Y no hiciste nada durante todos esos años? ¿No lo hablaste con nadie? – dijo enfadado.

Me sequé algunas lágrimas confusa por su reacción.

Yo: No hice nada, la única que lo sabe aparte de ti es mi prima, que está conmigo desde que nací, tiene mi edad. Se llama S/n (ponedle el nombre que queráis) y ella solo me apoyaba cada vez que le contaba lo que pasaba, tampoco podíamos hacer nada, las dos teníamos muy pocos años.

Culebra: Pero se lo podías haber dicho a tu hermano.

Yo: Me daba miedo como reaccionaría – bajé la mirada otra vez con lágrimas – Ese hombre siempre me dijo que nadie me creería nunca y tampoco tuve el valor de decírselo a nadie. Lo único que podía hacer era aguantarme e intentar que no le hiciera lo mismo a mis hermanas.


Seguía con la mirada agachada hasta que sentí unos brazos rodeándome. Rápidamente acepté el abrazo y escondí mi cara en su cuello.


Culebra: No sé cómo has podido aguantar toda esa mierda.

Yo: Por miedo – conseguí decir.

Culebra: Pues a partir de ahora no tengas más miedo. A partir de ahora me lo dices a mí – dijo ya más tranquilo, no enfadado.

Yo: Gracias.

Culebra: Y el día que me encuentre a ese hombre, las va a pagar – dijo separándose de mí.

Yo: Ya no importa Culebra.

Culebra: ¿Cómo que no importa? Te jodió toda la puta infancia – dijo volviendo al tono de enfado.

Yo: Bueno, no sé, supongo que son cosas que pasan, me tocó y ya está. Solo quiero olvidarme de él y quedarme con vosotros – dije volviendo a quitarme las lágrimas de las mejillas.


Él se quedó callado unos segundos mirando a la nada. Cuando volvió a mirarme tenía una pequeña sonrisa en los labios.


Culebra: Vale.

Yo: Que frío hace – dije cuando me entró un escalofrío.

Culebra: ¿Te quieres ir arriba ya?

Yo: No. Prefiero coger una manta y quedarme aquí contigo un rato.


Él asintió y se levantó del balancín para entrar. Cuando salió volvió con una manta gruesa para no tener frío. Se sentó a mi lado y nos tapó a los dos. Yo sonreí ante ese gesto. Luego de estar unos minutos callados apoyé mi cabeza en su hombro.


Yo: Gracias por escucharme – dije ya más tranquila.


Él se quedó unos segundos callados pero luego sacó su brazo de la manta para rodearme y apoyarme en él. Me acurruqué con él.


Culebra: No hay de que reina.


No sé en qué momento, pero me quedé dormida. Cuando volví a despertarme estaba en mi cama y siendo movida por el hombro. Abrí los ojos y vi que a mí izquierda estaban Lucía y Valeria.


Lucía: T/n, tengo miedo, he soñado que estaba sola y alguien venía a por mi – dijo asustada.


Me incorporé un poco de la cama para abrazarla.


Yo: Y a ti Valu, ¿qué te pasa?

Valeria: No quería dejarla sola.

Yo: Bueno, venga, dormir conmigo.

Lucía: Pero es que tengo pis.


Valeria y yo acompañamos a Lucía al baño, nos quedamos en la puerta y cuando salió me pidió buscar a su muñeca.


Yo: Venga, que es muy tarde, la buscamos mañana.

Lucía: Y si ¿la tienen ellos?

Yo: ¿Quiénes son ellos?

Valeria: Los malos.

Yo: Los malos no saben donde estamos.


Sandra apareció por la puerta de mi cuarto medio dormida.


Sandra: ¿Qué pasa?

Yo: Nada, Lucía a tenido una pesadilla y no quería dormir sola.

Sandra: Anda ven – dijo cogiéndola en brazos.


Yo hice lo mismo con Valeria. Se escuchó un ruido en el pasillo y apareció el hombre cojo que vino a buscarnos a casa de Jimena. Nosotras nos miramos con las niñas en brazos y nos metimos en la primera habitación que vimos. Era la de Mario y Carlitos. Cuando entramos dando un portazo, al cerrar la puerta Mario se despertó de golpe.


Mario: ¿Qué pasa? – dijo asustado.

Yo: El hombre cojo está aquí, en el pasillo – dije asustada. 


Él me miró, cogió un paraguas y abrió la puerta. Salió con el paraguas como si fuera un arma peligrosísima. Sandra, Lucía, Carlitos (que también se había despertado), Valeria y yo nos asomamos a la puerta con cuidado. 


Mario: Quieto, quieto que te – no le dio tiempo a decir nada cuando se le abrió el paraguas, y al cerrarlo no estaba el hombre cojo, estaba Jimena.


Jimena salió de su habitación.


Jimena: ¿Qué pasa?


Todos salieron de sus habitaciones.


Mario: A mi no me preguntes.

Culebra: Fiesta de pijamas, que guay.


Jimena se transformó en Lucas. 


Mario: ¿Y esto?

Leire: El pobre, que lo tiene todo, que es sonámbulo, cuando le pasa se transforma en gente din querer.

Mario: ¿Y tú lo sabías?

Leire: Me avisó para que no me asustara.

Sandra: Ya nos lo podías haber dicho para que no nos asustáramos.

Leire: Perdón, pero es que yo tampoco puedo hacerlo todo.

Jimena: Shh, lo mejor es no despertarle, aquí no ha pasado nada, todos a la cama. 


Cada uno se fue a su habitación, y yo metí a Valeria en mi cama, Sandra a Lucía en la suya. Acurruqué a Valeria conmigo y se quedó dormida. Me quedé pensando en todo lo que había pasado. Todos se durmieron pero Culebra bajó de la litera y se sento a mi lado


Culebra: Oye reina, ¿por qué no te duermes?

Yo: No sé, estaba pensando.

Culebra: Anda duérmete que estás cansada. Antes te tuve que subir yo.

Yo: Pues gracias, no me di ni cuenta que me quedé dormida.

Culebra: Servicio de habitaciones a domicilio – me guiñó un ojo.


Sonreí.


Yo: Bueno, tú también duérmete – dije abrazándolo.


Él me devolvió el abrazo.


Yo: Buenas noches – le di un beso en la mejilla.

Culebra: Hasta mañana.


Tras decir eso se fue a su litera y yo mientras abrazaba a mi hermana pequeña, me quedé dormida.



---Al día siguiente---

Me desperté, me preparé y fuimos al colegio, las clases pasaron muy aburridas. Al terminar Don Andrés le dijo a Claudia que saliera a la pizarra.


Claudia: Hay que ir eligiendo los modelos para el calendario 2010 y bueno, viendo el exitazo que tuvimos el año pasado he pensado, que pues podríamos hacer algo parecido. Gente guapa, imágenes sugerentes, colores vistosos...


Don Andrés se fue de clase y Claudia siguió hablando.


Claudia: La intención es que con las ventas del calendario se pueda pagar el viaje de fin de curso. Así que chicos, si sabéis que con vuestra apariencia no se va a poder pagar ni un viaje a Cuenca, no os presentéis, y así nos ahorramos todos el mal trago.


Paqui puso cara triste.


Sandra: Bueno, no vas a dejar que esa tía petarda te acobarde ¿verdad? – le susurró a Paqui.


Al parecer Claudia se dio cuenta que Sandra estaba hablando con Paqui.


Claudia: Sandra, ¿tienes algo que decir?


Sandra no dijo nada.


Claudia: Vale, pues el casting es aquí a última hora, sois todas bienvenidas, y ya veré yo a quien elijo o no.

Sandra: Oye Claudia, ¿y por qué todas las chicas tienen pinta de modelo?

Claudia: Vamos a ver Sandra, ¿tú has oído hablar de la selección natural?

Yo: Bueno, pues yo creo que hay muchas chicas que se quieren presentar, pero no se atreven.

Claudia: Tú y Sandy sois muy monas, os podéis presentar.

Sandra: Me llamo Sandra y no estamos hablando de nosotras, estamos hablando de la igualdad de oportunidades para todas.

Claudia: Ya, pero es que este calendario lo llevo organizando yo desde siempre, y me gusta hacerlo a mi manera, si queréis hacerlo vosotras que lleváis como 20 minutos aquí, pues adelante, presenta una propuesta. 


Sandra se quedó callada, porque yo le recordé al oído que no podíamos llamar la atención.


Claudia: ¿No? Vale, ¿alguna pregunta más? Perfecto muchas gracias.


Todos se fueron al recreo. A última hora fuimos a clase, nos sentamos Sandra, Alex, Culebra y yo juntos. Paqui estaba haciendo las pruebas.


Claudia: A ver, date la vuelta. Mejor nos saltamos la parte del bikini.

Sandra: Deja que haga la prueba ¿no?

Paqui: Si porfa, que llevo dos semanas comiendo piña.

Claudia: Ay, que mona, pero con la piel que tienes se nos va a ir el presupuesto en Photoshop Paqui, recuerda que esto es por una buena causa.

Sandra: Eso no es justo.

Claudia: El mundo es injusto. ¿Y tú para que te metes? Dijiste que no querías sacar ninguna propuesta para el calendario alternativo. Mm, venga la siguiente.

Yo: Bueno, puede que ahora sí queramos.

Culebra: Oye, y lo de pasar desapercibidos ¿ya no cuenta o qué? – me dijo al oído. 

Yo: Ya, ya lo sé, pero es que estoy harta, alguien tiene que pararle los pies a esta ñoña.

Culebra: Si por mi, me da igual, pero ten cuidado manejando la cámara de fotos, que lo mismo la derrites – le dijo lo último a Sandra.


Ella le sonrió sarcásticamente y Alex y Culebra se levantaron de las mesas y salieron de clase.


Claudia: Vosotras ¿qué queréis? ¿Desafiaros conmigo? De verdad creéis que podéis conseguir todo lo que queráis ¿no? Lo estoy viendo, calendario 2010 Miss Fea. Vais a arrasar en el mercado. 

Sandra: Hacer un calendario para camioneros y salidos no es la única forma de tener éxito Claudia. 

Claudia: A ver si te entiendo, por tu gusto a tus accesorios se nota que te gustan las causas pérdidas, lo digo por tu bien, no te convienen según tus elegidas. Si estas a punto de entrar en territorio frío con esos guantes que no te quitas ni para hacer pis – yo me estaba acercando lentamente a Claudia y ella retrocediendo, Sandra agarrándome de los brazos para alejarme de ella – Con ese rollito de mírame, pero no me toques.

Yo: Cállate Claudia, cállate.

Claudia: ¿Por qué? ¿Qué? ¿Te vas a enfadar?

Yo: Pues si, y no te conviene nada verme enfadada – las luces empezaron a parpadear, Sandra nerviosa seguía intentando alejarme de Claudia.

Claudia: ¿Y qué? ¿Me vas a pegar o qué?


Don Andrés entró a la clase.


Andrés: ¿Qué pasa? A ver, las 3 a mi despacho.


Las tres lo seguimos. Estábamos las tres sentadas en el despacho de Don Andrés, todos en silencio.


Andrés: ¿Qué ha pasado? A ver.

Claudia: Empezaron ellas.

Andrés: ¿Eso es verdad?

Yo: Tenemos nuestro motivos.

Claudia: Si claro, quedaros con mi calendario.

Sandra: Ese es el problema, que te crees que es tuyo.

Claudia: ¿Y qué problema tenéis conmigo? ¿Es algo personal o que?

Andrés: Ya vale. A ver, ¿las tres queréis coordinar el calendario? – las tres dijimos que sí a la vez – Pues que cada una traiga mañana su propuesta y que decida la mayoría, un poco de democracia no nos vendrá mal.

Claudia: No es justo, yo lo llevo haciendo todos estos años y lo he hecho fenomenal, ellas acaban de llegar. 

Andrés: La otra opción es que lo llevéis entre las tres.

Yo: ¿Juntas?


Don Andrés asintió.


Claudia: Casi que prefiero la democracia, gracias. 


Sandra y yo asentimos.
Salimos las tres del despacho y Lucas estaba allí, el director le dijo que entrase al despacho, pero yo lo paré.


Yo: ¿Qué ha pasado?

Claudia: Ui, parece que lo de ser conflictivos se lleva en la sangre.


Lucas entró al despacho y Sandra y yo miramos mal a Claudia que se había ido. Al final vinieron Culebra y Alex.


Alex: ¿Qué hacéis aquí? ¿Por qué no estabais en la clase?

Culebra: ¿Qué habéis liado ya?

Yo: ¿Y tú que sabes si hemos hecho algo?

Culebra: Te acabas de delatar – dijo mientras se reía.


Yo le di un manotazo en el hombro.


Sandra: No hemos hecho nada, solo que Claudia estaba provocando a nuestra hermana – me señaló – Y menos mal que llegó Don Andrés antes de que esta – volvió a señalarme – Se liara a puñetazos con Claudia.

Culebra: Le sale la macarra que lleva dentro – volvió a reírse.


Esta vez fue Alex el que le dio el manotazo.


Alex: ¿Por qué os empeñáis tanto en hacer el calendario? 

Yo: A mi me da igual, yo solo quiero fastidiar a Claudia para que deje de creerse la mejor en todo.

Sandra: Lo mismo que ella. Es que es muy pesada creyéndose superior a los demás.

Yo: Es superior a los demás, pero en retraso mental. 


Sandra y Culebra se rieron. Alex me miró con una pequeña sonrisa asomándose en sus labios.


Yo: Joder Alex, no seas así, que sabes que llevo razón.

Alex: Bueno, dejad de reíros de los demás y vamos a por los peques, que hay que volver a casa. 


Al final le hicimos caso a Alex y recogimos a los peques en su clase. Leire no estaba en la suya, así que supongo que estaría esperando a Lucas. Cuando íbamos de camino a casa, como estaban todos charlando y entretenidos, Culebra nos alejó un poco de los demás. 


Culebra: Oye reina, que esta mañana no hemos podido hablar mucho, ¿estás mejor?

Yo: ¿Por lo de ayer? – él asintió – Sí estoy mejor, gracias por haberme escuchado y no haber dicho nada.

Culebra: No hombre, no voy a decir nada.

Yo: Pues eso, gracias – lo abracé. 


Sandra se interpuso entre los dos.


Sandra: Te la robo – dijo agarrándome del brazo y arrastrándome lejos de Culebra.


Culebra se me quedó mirando y yo solo me encogí de hombros, hasta que Alex se puso al lado de Culebra dándole golpecitos en la espalda. Vale, estos están tramando algo y me da miedo saberlo. De mientras los niños iban delante de nosotros a su royo. 


Yo: Vale, ¿a qué a venido eso? 

Sandra: ¿El qué? – se hizo la tonta – No se de que me hablas. Cambiando de tema, ¿por qué tantos abracitos?

Yo: Porque es mi amigo y ayer me ayudó.

Sandra: ¿A qué?

Yo: Eres una cotilla. Y es un secreto, así que te aguantas.

Sandra: ¿Y todavía me vas a seguir negando que te gusta?

Yo: Sí, porque no llevas razón. 

Sandra: Pues yo veo muchos abracitos para no gustarte.

Yo: Entonces, por esa regla, me gustaría mi hermano ¿no? 

Sandra: No es lo mismo.

Yo: Claro que es lo mismo, pero sigues empeñada en que me gusta.

Sandra: Voy a conseguir que te des cuenta.

Carlitos: ¿De que se tiene que dar cuenta? – dijo llamando la atención de todos.

Yo: Eso, ¿eh, Sandra? ¿De qué me tengo que dar cuenta? – le dije para meterla en un lío.

Sandra: De... Pues de que tiene que empezar a estudiar ya si quiere aprobar los exámenes.

Yo: Pero yo le estoy diciendo que no, porque aún queda mucho. 


Al final los demás volvieron a sus temas de conversaciones y sin más incidentes llegamos a casa. No estaban ni Jimena ni Mario, la verdad es que de Jimena no me sorprendía, últimamente solo aparecía cuando terminábamos de cenar, pero Mario si era raro que no estuviera. Subimos y nos quitamos los uniformes, dejándonos ropa más cómoda y los mayores nos fuimos a la cocina.


Sandra: Pues eso, que estaba en la puerta del despacho cuando salimos nosotras y luego entró él.

Culebra: ¿Qué habrá liado el pimpollo?

Yo: Anda que tus motes... – dije riéndome.

Culebra: Mis apodos son los mejores – se defendió.

Yo: Eso es discutible.

Culebra: ¿Ah sí? ¿Y cómo quieres que te llame sino?

Yo: No, no, déjalo, a ver si me va a tocar uno peor que reina.

Alex: Bueno, volviendo al tema de antes. ¿Habrá habido algún problema con los poderes?


Se escuchó como se abrió la puerta de la entrada. Y entraron Mario, Jimena, el director, Lucas y Leire. Se sentaron en el salón.


Sandra: Joder, si está con el director ya tiene que ser grave.

Yo: Bueno, ahora lo sabremos. Venid.


Me asomé a la puerta y Sandra se puso a mi lado. Noté una mano posarse sobre mi hombro, giré un poco la cabeza para ver que Culebra era el que se apoyó en mi y a su lado estaba Alex, detrás de Sandra. Los cuatro nos quedamos mirándolos desde la puerta de la cocina.




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3013 palabras.

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14/11/2022 

Los protegidos y tú (Actualizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora