Los protegidos y tú (Actualizada)

Capítulo 12

Yo: Que, gracias por defenderme antes.
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Culebra: No te preocupes, no me gustaría que me dieras una bofetada a mí.
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Yo: A ti no te daría bofetadas, y aparte, ese cerdo se la merecía.
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Culebra: No lo niego. ¿Qué te ha pasado con la chispas?
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Yo: Bueno, que ha empezado a decir que, si mi vida es perfecta, que, si quiere ser yo, cuando no tiene idea de... de nada.
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Culebra: Bueno, a lo mejor ese es el problema, ¿no? Que como no tiene ni idea de nada, pues lo habrá dicho sin querer.
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Yo: ¿Estás bien?
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Culebra: ¿Yo? Sí, de lujo. ¿Por?
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Yo: Estás defendiendo a Sandra. ¿Tienes fiebre?
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Culebra: Ja, ja – se rio sarcásticamente – Que graciosa. Deja de reírte de mí, que te he defendido incluso cuando esta mañana me has dado una colleja.
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Yo: Es que lo he dicho, somos un pack.
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Culebra: Pues yo espero que ese pack vuelvan a ser amigas, porque no me gusta verte llorar.
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Yo: Gracias por ayudarme – lo abracé.
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Al final llegamos, ya era de noche, y entramos por la puerta del patio, que nos cogía más cerca que la principal. Entramos y vimos que en la cocina estaban Mario, Lucía, Carlitos y Valeria.
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Valeria: Hola tata – se acercó a mi para que la cogiera en brazos.
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Yo: Hola cariño – la cogí en brazos y le di un beso en el moflete.
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Mario: Oye, ¿habéis cerrado bien la puerta?
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Culebra: Sí.
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Mario: Seguro, ¿no? ¿Todo bien? – me preguntó al verme la cara.
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Yo: Sí – le dije para no preocuparlo.
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Mario: ¿Seguro?
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Culebra: Sí – repitió por mí y pasando un brazo por mis hombros.
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Ambos salimos de la cocina y fuimos al salón. Yo me senté en un sofá con Valeria en brazos y él en el de al lado.
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Culebra: Enana, ven un momento.
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Valeria se acercó a Culebra, que empezó a susurrarle cosas al oído.
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Yo: Voy a por agua.
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No dijeron nada y fui a la cocina a por un vaso de agua. Estaban Mario y Jimena. Cogí el agua y volví al salón ignorando su conversación. Cuando volví Culebra se estaba levantando del sofá, cuando pasó por mi lado se paró.
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Culebra: Prométeme que vas a arreglar las cosas con Sandra.
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Yo: Te lo prometo.
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Culebra: Vale, me voy arriba.
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Yo: Vale.
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Él subió las escaleras y yo me senté al lado de Valeria.
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Yo: ¿Qué tal el cole?
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Valeria: Bien. Para mañana tenemos que hacer una obra de teatro.
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Yo: Ah, ¿sí? ¿Y de que vais a hacerla?
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Valeria: De Hansel y Gretel.
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Yo: Anda, que guay.
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Valeria: ¿Y tú?
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Yo: ¿Yo qué?
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Valeria: No digas nada, porque Culebra me ha dicho que no te lo dijera. Pero ha dicho que habías tenido un día regular y que yo hablara contigo, para que no estuvieras triste.
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Yo: ¿Culebra te ha dicho eso?
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Valeria: Sí. ¿Qué te pasa?
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Yo: No, nada – sonreí – Que Sandra y yo hemos peleado un poco, pero tranquila, que ya estamos bien.
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Valeria: Vale, bueno voy a bañarme.
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Yo: Vale cariño.
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Ella me dio un abrazo y se fue arriba. Al final me bebí el agua, decidí subir, entré y vi que solo estaba Alex.
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Yo: Buenas noches.
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Alex: Buenas noches. ¿No vas a cenar?
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Yo: Que va, no tengo hambre. Pero tranquilo, que mañana desayuno bien.
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Alex: Eso espero. Venga ven, dame un beso y descansa.
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Yo: Vale.
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Me acerqué le di un beso en la mejilla y me acosté. A la mañana siguiente me duché y bajé a desayunar. Cuando estaba bajando las escaleras Sandra me estaba esperando.
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Sandra: Buenos días. T/n, que yo quería pedirte perdón.
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Yo: Tranquila, no pasa nada. Las hermanas siempre se pelean y luego se perdonan, ¿no?
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Ella asintió. Y nos abrazamos. Decidimos ir al colegio nosotras solas, así que cuando llegamos nos fuimos a nuestra clase y nos sentamos juntas. Después de un rato llegó Culebra con Alex.
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Culebra: Ey, esa peña. Esta tarde botellón en Villa Dorita.
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Todos empezaron a vitorear y a celebrarlo.
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Culebra: Todos invitados.
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Héctor: ¿Eso qué es? ¿La casa de tu abuela?
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Amiga de Claudia: Es la casa abandonada que hay en el camino bajando al bosque.
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Culebra: Sin horarios, sin padres y con mucho alcohol. Pero con mazo de alcohol.
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Héctor: Anda fantasma, no te lo crees ni tú.
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Culebra: A ver chiquitín. ¿Qué sería un botellón sin alcohol? Además te va a sobrar, que invita la casa. Ah, y vosotros ponéis la música ¿vale? Además al volumen que queráis, que no hay vecinos a los que molestar, ni horario de cierre.
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Amiga de Claudia: Que guay.
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Culebra: Vamos, el mejor garito de la zona. Y bueno, yo que sé – se acercó a Leo – Si tú te quieres venir también puedes. Con qué traigas las "medianoches" con fuagrás y las guirnaldas.
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Todos se rieron. Sandra no echaba cuenta de la conversación, pero yo sí.
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Culebra: Vente tío.
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Al final Claudia se acercó a nosotras.
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Claudia: No es buena persona Sandra, te lo dije. Supongo que ahora entiendes porque lo dejé.
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Sandra: Ya – dijo bajando la mirada.
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Yo miré mal a Claudia por hacer sentir mal a Sandra pero esta me ignoró. Leo se acercó a nosotras también.
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Leo: Sandra mira – fue interrumpido por Claudia.
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Claudia: Pero vamos a ver, ¿qué no lo entiendes o qué? ¡Qué la dejes en paz!
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Leo se quedó mirando a Claudia y luego se fue.
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Sandra: Gracias.
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Claudia: Nada chica, para eso estamos las amigas – dijo yéndose a su sitio.
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Yo: Menudo falsa.
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Sandra: ¿Por qué dices eso?
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Yo: Porque es la verdad. Es que, no entiendo, un día va ligando con todos, echándonos la culpa de cosas que no hemos hecho y al otro te defiende.
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Sandra: Bueno, no sé, tal vez ha cambiado.
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Yo: Bueno, piensa lo que quieras, pero voy a descubrir que trama. Ven – la agarré del brazo y nos fuimos cerca de dónde estaba Claudia.
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Me concentré e intenté leerle la mente, cuando estaba entrando en su mente sentí un tirón del brazo. Miré, y a mi lado estaba Culebra arrastrándome lejos de ahí.
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Yo: ¿Y a ti que te pasa ahora?
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Culebra: No nada, que... – se quedó callado pero volvió a hablar – Que ya está ahí el maestro – dijo señalándolo.
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Yo lo miré sin entender nada pero me senté en mi sitio, Sandra se puso a mi lado.
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Sandra: ¿A qué ha venido eso?
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Yo: Ni idea, tampoco lo entiendo.
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Al final nos callamos y prestamos atención a la clase. Cuando terminaron las clases volvimos a casa, almorzamos y luego Sandra y yo nos fuimos al salón. Ella estaba viendo una película y yo estaba haciendo los deberes. Hubo un momento en el que ella fue al baño y yo me quedé mirando la película. La escena que salía era la de un chico y una chica besándose en un lago. Me quedé mirándola hasta que sentí un olor a quemado. Miré hacia abajo y vi que eran mis manos, que sin querer salió el poder de Sandra y chamuscó el boli. Yo suspiré.
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Culebra: Uy, tú tienes cara de que te hace falta una fiesta.
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Miré para atrás y me di cuenta que ahí estaba. Ni siquiera noté que había bajado.
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Yo: Puede, pero es que no quiero ver a nadie de los que van a haber allí.
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Culebra: ¿A nadie? – dijo sentándose a mi lado en el sofá – ¿Segura?
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Yo me encogí de hombros y volví a mirar el boli. Carlitos, Valeria, Lucía y Mario llegaron al salón y se pusieron a mirar por la ventana.
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Carlitos: Papá, ya es casi la hora.
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Mario: Sí, lo sé Carlos, pero es que estamos esperando un poco a ver si...
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Lucía: ¿No viene Jimena?
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Mario: No Lucía, Jimena no va a venir, no sé si va a volver a casa.
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Valeria: Pero nosotros si vamos, ¿no?
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Mario: Hombre, hombre que si vamos a ir, por supuesto que vamos a ir. Y no sólo vamos a ir, sino que con vuestras marionetas y mi cuento vamos a arrasar. Es que el público entero se van a partir las manos ahí, aplaudiéndonos a nosotros. Lo que pasa que nos vamos a ir andando.
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Carlitos: ¿Y la piñata?
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Mario: La piñata. Pues la piñata, pues mira Carlos, hay veces en la vida que no se puede tener todo, ya está.
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Carlitos: ¿Entonces que van a decir los otros niños si no llevamos la piñata?
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Mario: ¿Es que sabes lo que pasa Carlos? Para llevar la piñata tenemos que coger el coche, y si cogemos el coche nos puede pasar algo, y si nos pasa algo nos pueden coger la matrícula, y si nos cogen la matrícula nos cogen a nosotros. Y aparte que hace 20 años que no cojo un coche, vamos desde que me saqué el carnet de conducir.
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Culebra: Oye, si tienes las llaves del coche si quieres os acerco yo. Bueno, y si no las tienes le hago un puente. Que no tardo nada, eh.
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Mario: ¿Y tú desde cuando conduces?
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Culebra: Desde los once.
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Mario: La madre que te... Pues no, perdona pero no, eso si que no, eso es ilegal, ya la que nos faltaba, vamos.
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Culebra se encogió de hombros mirando a los niños y ellos hicieron una mueca.
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Mario: Vale, conduzco yo.
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Lucía: Pero si no sabes.
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Mario: ¿Cómo que no?
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Culebra y yo nos reímos.
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Mario: Sí, si yo, si esto yo, esto es como montar en bicicleta, que nunca se olvida.
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Mario y los niños fueron a por el coche, pero Culebra antes de irse con ellos y luego a la fiesta me volvió a insistir en que fuese a la fiesta, le dije que me lo pensaría. Tal vez debería ir, podría distraerme y pasar un buen rato. Subí y me preparé, me puse la falda que me regaló Culebra en navidad, una camiseta y una chaqueta, por si hacía frío. Cuando bajé, me encontré con que Sandra y Alex también iban a ir a la fiesta así que nos fuimos los tres juntos a Villa Dorita. Cuando llegamos ya se escuchaba la música desde afuera, y eso que sólo eran las 7 de la tarde. Entramos y en la entrada estaban Lucas y su amigo. Se les estaba acercando Claudia porque estaban sacando de sus mochilas botellas del alcohol, Claudia cogió las botellas, le dio un beso a Lucas en el moflete y se fue con sus amigas. Yo me acerqué a ellos dos.
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Yo: Hola primo.
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Lucas: T/n – dijo nervioso – ¿Qué tal?
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Yo: Bien, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás tan nervioso?
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Lucas: ¿Le vas a decir a Culebra que estamos aquí?
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Yo: No, claro que no, también tenéis derecho a divertiros. ¿Leire se ha quedado en casa?
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Él me sonrió.
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Lucas: Gracias prima. Si, no quería venir. Él es Hugo, mi amigo.
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Yo: Encantada – me acerqué a Hugo para darle dos besos en la mejilla.
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Cuando me separé él se sonrojó un poco. Yo sonreí.
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Yo: Bueno, si necesitáis algo estoy por aquí con Sandra y Alex.
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Ellos asintieron y yo me fui en busca de mis "hermanos". Sólo encontré a Alex, mirando hacia un lado enfadado.
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Yo: Ey, ¿qué te pasa?
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Alex sólo me señaló con la cabeza el sitio al que estaba mirando, yo miré también. Estaba Sandra con Leo, estaban entrando a una habitación ellos solos.
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Yo: Ey, tranquilo. No van a hacer nada, tal vez sólo van a arreglar las cosas.
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Alex: ¿Y tú qué sabes?
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Yo: Pues porque aparte de que no puede tocar a nadie, porque no para de repetirme que está loquita por ti.
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Él se me quedó mirando y poco a poco se fue asomando una sonrisa por su cara. Yo sonreí también.
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Yo: ¿Ves? Así de contento quiero verte siempre. Anda, vamos a por algo de tomar.
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Él me siguió a las mesas que había con todo tipo de bebidas, él se cogió una Coca-Cola y yo en un vaso me eché lo primero que vi, llevaba alcohol.
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Alex: Ten cuidado, no eres de beber.
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Yo: Sólo quiero divertirme un poco.
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Realmente, sólo me eché licor de piruleta, llevaba alcohol pero muy poco. Él asintió poco convencido y miró por encima de mi hombro. Yo me giré y vi que Culebra acababa de llegar a la fiesta. Cuando me vio me sonrió. Se fijó en que llevaba su falda y sonrió más, yo también sonreí.
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Yo: Anda, ve con él, que yo voy a estar bien.
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Alex: ¿Estás segura?
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Yo: Claro, se cuidarme sola.
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Alex: Bueno, igualmente ten cuidado.
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Yo: Vale.
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Se acercó a mí, me dio un beso en la mejilla y se fue con Culebra. Yo le dije a los dos adiós con la mano y me fui con mi vaso a un sofá. Las horas iban pasando y yo seguía bebiendo de mi vaso, que solo había rellenado una vez. Pero iba un poco mareada ya. Seguía en el sofá, Sandra se acercó un rato y Alex de vez en cuando pasaba por al lado mía vigilando, el pobre no sabe disimular. Pero de pronto dos chavales más grandes que yo se sentaron a mí lado, uno a cada lado. Vale, he de decir que me asusté un poco, encima iba algo mareada y no sabía si iba a poder salir de allí si pasaba algo.
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Chico 1: Hola guapa.
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Yo no contesté.
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Chico 2: ¿Qué te ha comido la lengua el gato?
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Yo solo agachaba la cabeza y miraba mi vaso, tragando saliva y aguantando las lágrimas, porque sabía perfectamente lo que querían esos tíos y sólo de volver a pasar por eso ya no podía aguantar las lágrimas. Uno de ellos se puso de pie y me ofreció su mano, yo no sé la di. Así que el otro me agarró del brazo y me obligó a ponerme de pie. No sé como ni de dónde saqué el valor, pero me zafé de su brazo y salí corriendo de allí. En la fiesta había mucha gente pero no encontraba ni a Culebra, ni a Alex, ni a Sandra. Ni siquiera a Lucas, que al menos podría avisar a alguien. Yo solo con lágrimas en los ojos trataba de esconderme entre la gente. Hasta que alguien me agarró de la muñeca e intenté apartarme, pero era un agarre fuerte, miré quien me estaba agarrando y vi que era Culebra, sin pensarlo dos veces me abalancé sobre él y lo abracé, mientras dejaba que las lágrimas salieran.
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Culebra: Reina, ¿qué te pasa? – me preguntó preocupado sin soltarme.
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Yo: Me quiero ir a casa, por favor.
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De pronto se escucharon sirenas de policía y yo miré a Culebra asustada. Él me agarró de la mano y me guio a un rincón.
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Culebra: Reina, te tengo que pedir una cosa, no sé dónde están ni Alex ni Sandra, y si se quedan aquí tendremos un problema, necesito que te concentres y les digas de alguna forma con el poder de Lucía que se escondan, que la poli está aquí, luego te prometo que te llevo a casa.
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Yo solo asentí asustada. Me concentré y no sé cómo pero rápidamente entré en la mente de ambos.
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Yo: Iros a la parte de arriba de la casa y escondeos, la poli está aquí, no salgáis hasta que se vayan, Culebra me acompaña a casa.
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Sandra: ¿Por qué no os venís con nosotros?
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Alex: ¿Ha pasado algo?
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Yo: Escondeos, luego hablamos.
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Salí de sus mentes y miré a Culebra.
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Yo: Ya – dije mientras me quitaba las lágrimas.
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Culebra: Muy bien – me sonrió – ¿Crees que puedas hacerte invisible conmigo?
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Yo: No lo sé, no controlo en situaciones normales, me da a mí que ahora que estoy así, menos todavía.
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Culebra: Pues tú te vienes conmigo – dijo cogiéndome de la mano.
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Yo: Pero, ¿tú has hecho esto alguna vez?
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Culebra: Hombre, así no. Si te quieres estrenar conmigo...
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Yo sonreí un poco. Él al verme sonrió. Se concentró y empezó a desaparecer, luego sentí el típico cosquilleo que siento cuando utilizo su poder y empecé a desaparecer. Culebra me agarró de la cintura y cuando la polí abrió la puerta de la casa, Culebra y yo salimos con cuidado de no tocar a nadie y cuando ya estábamos lo suficientemente apartados nos hizo visibles. Él empezó a respirar más fuerte de lo normal.
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Yo: ¿Estás bien? – dije agachándome delante de él.
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Culebra: Yo si, tú no, así que venga, vamos a casa.
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Él se recuperó un poco y me pasó un brazo por los hombros y yo sin dudarlo me pegué a él, rodeando su torso con mis brazos y así estuvimos hasta llegar a casa. La verdad es que con Culebra me sentía segura. Al llegar a casa estaban todos cenando menos Sandra y Alex, que supongo que seguían en la casa. Entramos y Culebra dijo que me iba a acompañar a la cama, que no me encontraba bien, así que subimos y me tumbé en mi cama, luego él bajó. No sé cuánto tiempo fue pero me quedé dormida, cuando me desperté vi que Sandra se estaba quitando los zapatos sentada en su cama.
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Yo: ¿Ya habéis llegado?
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Sandra: Sí. ¿Estás bien? Cuando te comunicaste con nosotros tenías voz como si estuvieras llorando.
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Y cuando dijo eso todos esos horrorosos momentos volvieron a mi mente y las lágrimas se acumularon en mis ojos. Sandra pareció darse cuenta así que se sentó en mi cama y me abrazó.
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Sandra: No me lo cuentes, no es necesario, solo quiero que sepas que siempre voy a estar aquí y que sea lo que sea, pronto va a pasar.
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Con esas palabras terminé llorando más pero bueno, al final cuando me tranquilicé le dije a Sandra que ya estaba mejor y que se acostase, yo fui al baño con mi pijama y me cambié allí, cuando iba a salir, quité el pestillo de la puerta e iba a abrir pero me entró un mareo y una arcada y corriendo me arrodillé frente al váter, levanté la tapa y empecé a vomitar. No fue mucho, solo un poco, creo que fue por culpa del alcohol, no bebí mucho pero no sé...
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3024 palabras.

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10/11/2022