II

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La tercera vez que vió a su padre en toda su vida fue en el velorio de Lady Laena.

En ese momento estaba al lado de Helaena, viendo la Caja y a sus medias hermanas, sentía empatía hacía ellas, sabía lo que se sentía perder a una madre, aún recordaba a Rhea tan vivamente que le daban ganas de llorar en ese momento.

Después de las palabras y que el Ataúd fuera tirado al agua, todos regresaron, hablaba muy poco con los hijos de su prima, y para ser francos, no había hablado nunca con sus hermanas, ni siquiera las conocía hasta ese día.

Las veía a la lejanía, mientras comía un poco de fruta al lado de Helaena, quien susurraba algunas cosas a una pequeña araña que estaba sobre una piedra.

Pensó en acercarse, pero tenía miedo por su padre.

A lo lejos, los hijos del rey Viserys hablaban.

— Mírala, es una rara. - dijo Aegon.

— Pero Madre los comprometerá, será tu reina algún día.

— La única Reina que quiero es Daeelyn, no dejaré que madre me comprometa con mi hermana.

— ¿Qué harás sino?. - habló nuevamente Aemond.

— Rogarle a padre, nunca ha hecho nada por mi, no podría negarme un matrimonio con su adorada sobrina. - tomó de su copa lo último que quedaba, deteniendo así a una muchacha que pasaba por allí para tomar otra Copa llena.

— ¿Y crees que Daemon te dejará casarte con su hija?. - dijo viéndolo con asco, Aegon se ahogó.

No había pensado en Daemon.

— ¿Qué carajo sabrías tú de eso?

— Si sigues tomando hasta no poder pararte por tu cuenta y viendo a las sirvientas como si fueran carne no dudo que no conseguirás lo que quieres.- Aegon paro de tomar.

Le dió un golpe en la cabeza y se retiró.

Daeelyn lo vió pasar. La reina envió a sus cuartos a ambas señoritas, era tarde. Ambas obedecieron y se marcharon.

La paz de esa noche no duró nada, no recuerda en qué momento había un alboroto en el lugar, pero cuando entró vió a Aemond con una gran herida, a Lucerys Velaryon con  la nariz rota y su medias hermanas lastimadas. Tenía que ser sincera, se asustó.

Vió a Aegon en una esquina preocupado por su hermano. Se acercó a él ignorando los gritos de los niños.

— ¿Cómo permitieron que esto pasará?.
- el rey habló, viendo a su hijo.

— Se suponía que los príncipes estaban en cama, majestad.

— ¿Quién tenía la Guardia?

— El joven príncipe fue atacado por sus primos, Majestad. - habló esta vez Sir Criston.

— ¡Ustedes juraron proteger a mi sangre! - el rey habló enojado. Daeelyn solamente prestaba atención con nervios y una mala sensación en su pecho.

— Va a sanar, ¿cierto, maestre? - escuchó a la reina hablar y desvío sus ojos hacía Aemond.

— La piel sanara, pero ha perdido el ojo, Mi reina. - dijo el maestre terminando de atender a Aemond.

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora