XX

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— Majestad, debe relajarse, le hará daño si sigue de esa manera — Leima habló con preocupación.

— Hace cuatro días que partieron y no tenemos nada acerca de ellos, ni siquiera mis mariposas han hablado, ¿cierto? — estaba dándole la espalda, así que giro para poder verla.

— Si, mi reina, no han dicho mucho acerca de eso — negó con una expresión tensa.

Daeelyn suspiro sonoramente.

Comenzó a rascar la parte interna de su muñeca, un hábito que tenía desde niña y que una vez Daemon regaño porque decía que no debía copiar a la reina Alicent.

Hacía cuatro días un cuervo había llegado al Gran Maestre, en la carta que llevaba en su pico decía que el ejército de Ormund Hightower estaba varado en Oldtown debido a que uno de los hombres de Daemon junto a su ejército había impedido su avance. El príncipe Aemond y Sir Criston Cole fueron los primeros en ponerse de pie y ofrecerle a la reina traer al príncipe menor con bien y al ejército de los Hightower.

Ella accedió y los había enviado con lo que necesitaban, sin embargo, el miedo que sentía era imposible de soportar. Sentía que en cualquier momento su padre llegaría y los mataría porque un dragón contra el del príncipe era una lucha, Rhaenys Targaryen había muerto porque eran dos.

Para este punto de sus pensamientos, llenos de sangre y muerte en el que los protagonistas eran Daemon y su familia, ya había tomado asiento en la silla donde estaba antes de la breve plática con su dama, permitiendo que siguiera peinando su cabello.

Escucharon el gran estruendo de la puerta siendo abierta, Daeelyn se levantó de la silla y dirigió su vista hacia el lugar donde encontró a un caballero bastante agitado.

— Han vuelto, Alteza, están en Pozo de dragón.

Y no necesitó más, no importaba si estaba o no peinada o si se veía que no había dormido durante esas cuatro noches, era totalmente lo de menos, comenzó a caminar con un paso tan rápido que pensó que tal vez si debería correr porque era algo casi equivalente.

Después de unos minutos de paso apresurado logró llegar al Salón del trono, sabía que desde Pozo de Dragón ellos serían traídos en carruaje, así que estuvo dando vueltas por todo el lugar.

Después de un tiempo bastante largo que se había sentido el más pesado en toda su vida, escuchó el bullicio fuera de la fortaleza. Muchos se habían reunido fuera de esta y por las calles para alabar a los valientes guerreros que regresaban victoriosos de una batalla.

Después de un poco de espera más, las puertas fueron abiertas y los vió, debido a que estaba dando vueltas por el gran salón ella estaba en una esquina, vió entrar a los tres y corrió rápidamente al medio de la Sala.

Cuando estuvo frente a los tres hombres sus ojos se llenaron de lágrimas y al primero que abrazó fue a Daeron, no le dió tiempo si quiera de hablar y lo atrajo a su cuerpo. Él ahora era más alto que ella, su cabello platinado era corto, su complexión era delgada pero se veía el trabajo de su cuerpo  a pesar de tener tan sólo catorce años.

Él la abrazo de igual manera, aferrándose a ella y recostando su cabeza sobre el hombro de Daeelyn, fueron unos minutos en silencio en esa posición hasta que ambos decidieron que era momento de alejarse.

Cuando la distancia entre los dos fue suficiente ella tocó con su mano el corto cabello del muchacho; peinandolo y luego se giró hacia Aemond, quien estaba unos pasos detrás de ellos, también corrió hacia él casi lanzándose a sus brazos, siendo correspondida y quedándose así unos momentos.

Su corazón latía con una felicidad dolorosa al verlos sanos y salvos finalmente, la angustia carcomiendo su corazón durante esos días.

Cuando soltó su abrazo con su hermano vió a Sir Criston con una sonrisa y ella soltó una risita.

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora