XXVIII

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Daemon comenzaba a desear que le hubiera matado, no había comido en cuatro días, solamente le han dado agua para asegurarse de que no muriera. Había sido golpeado unas cuantas veces, pero en ningún lugar visible, y no podía defenderse porque tampoco tenía armas.

Para su sorpresa, dos Guardias de la reina entraron al quinto día y le ordenaron que se cambie de ropas, que estaría en su presencia, sirvientes le habían ayudado a cambiar su apariencia y curando algunas heridas que aún se encontraban abiertas en su cuerpo.

Cuando terminó de ser guiado, llegó al salón donde alguna vez habían cenado todos juntos, unos días antes de que su hermano muriera. La vió sentada justo donde el rey iba, al centro de la mesa.

— Me alegra verte tan bien, padre — su brillante sonrisa podría confundir a cualquiera — ¿Has disfrutado tu estadía durante estos días?

Daemon hizo una mueca que podría pasar como una sonrisa y fue obligado por los guardias a tomar asiento en una punta de la mesa.

— ¿Es tanto su agrado hacia mí para invitarme a desayunar?

Ella bebió de su Copa de vino y borró la sonrisa que tenía cuando lo recibió.

— Me agradaría verte muerto, pero no puedo matarte aún — la mirada que tenía sobre él se movió a una sirvienta en el Salón, esta asintió y en respuesta Daeelyn también lo hizo.

Cuando la mujer salió Daemon se permitió dar una pequeña risa, acción que hizo molestar a la mujer.

— Callate si no quieres que te corten la lengua y se la envíen a Rhaenyra para que su respuesta llegue a mi más rápido.

El hombre, muy a su pesar, decidió obedecer y callar.

Minutos después de la salida de la mujer ambos la vieron entrar de nuevo, dando una reverencia y volviendo al lugar que antes tenía.

— Interesante como...

Sus palabras se quedaron atoradas en su garganta y la expresión en su rostro de egocentrismo cambió a una de total confusión y enojo al ver a Jacaerys Velaryon entrar por esa misma puerta segundos después de la sirvienta.

— Príncipe Jacaerys, me alegro de que este dispuesto a compartir la mesa conmigo un día más.

El jóven hizo una reverencia breve y tomó asiento al extremo opuesto al que se encontraba su padrastro.

— Jacaerys..

— No tienes permitido hablar con mi príncipe heredero, ni en mi presencia ni sin ella, yo daré el permiso si él lo requiere.

La mesa volvió a inundarse en silencio mientras ella daba otro sorbo a su vino, tratando de que todas esas emociones que decían que se abalanzara sobre su padre y lo matara con el cuchillo en la mesa, se ahogaran con la bebida.

Tomó unos pedazos de fruta perfectamente cortados, haciendo que Jacaerys bebiera de su vino con más tranquilidad de la que debería y que Daemon comiera un poco de lo de la mesa. Trataba de no hacerlo muy rápido, no quería darle el gusto de hacerle saber que estaba casi muriendo de hambre.

— Jace, sabes que tengo muchas historias que aún no te he contado, verdad.

— Si, Alteza, usted me dijo que hablaríamos de ello.

Ella sonrió terminando de masticar y tragar para posteriormente hablar.

— Hay una en especial que adoro contar. Es de tu conocimiento que tu padrastro estuvo casado con Lady Velaryon por un tiempo — él asintió, Daemon comenzaba a incomodarse — él estaba muy enamorado de ella, decían que se veía feliz a su lado y que no buscaba la compañia de otras mujeres por las noches. El verdadero sueño de un matrimonio. Incluso en ese tiempo ella me escribió algunas cartas y mi padre igualmente lo hizo.

Jacaerys sonrió ante lo que ella estaba contando y Daemon empezó a removerse inquieto. ¿Por qué estaba hablando de eso?

— ¿Pero sabes qué es lo que nunca entendí? — Jacaerys negó con la cabeza, masticando un poco de comida — La forma en la que él podía ser fiel a ella con tanta devoción, era increíble debido a los susurros que rondan sobre él. Por eso nunca entendí cómo es que seis meses después de la muerte de su esposa él volvió a casarse.

La mirada de ambos recayó sobre el hombre peliblanco, él sintiéndose acusado.

— Ni tampoco entiendo cómo después de pelear por años por tu madre, logrando finalmente casarse entre ellos en DragonStone, teniendo bellos hijos con ella y adoptando a tus hermanos como suyos él pudo serle infiel a Rhaenyra.

Los ojos de Daemon se abrieron un poco de más, tratando de mostrar tranquilidad a la acusación, la mirada de enojo de Jacaerys no tardó en posarse sobre él y Daeelyn le daba una sonrisa con triunfo, mientras susurraba hacia él un "es el comienzo".

Ella se levantó de la mesa siendo seguida por Jacaerys, pero sin moverse del lugar en el que estaban.

— Haganla pasar.

Las puertas fueron abiertas de par en par, un soldado traía a una mujer con sus manos atadas detrás de su espalda.

— Creo, Jacaerys, que has de reconocer a esta mujer.

— Si, fue una de las mujeres en la cosecha.

La reina asintió — Una bastarda capaz de volar sobre un dragón, eso escuche — su mirada aún se encontraba sobre la jóven que temblaba levemente — Ortigas, ese es su nombre.

La mirada de la rubia se dirigió a Daemon, quién ya estaba de pie también.

— Dicen que tu padrastro se veía feliz y siempre estaba en la misma habitación que ella. Increíble su forma de tomar la discreción.

Caminó hasta quedar a la derecha del castaño en la habitación. — Te traje aquí porque algún día te sentadas en ese trono, y no hay lugar para personas débiles. Debes hacer lo que la situación amerite, de preferencia haz que las situaciones se den como desees para que disfrutes de ello — puso una mano en su hombro y señalo a la mujer  con su mano abierta — planeaba matarla por traición, ella me había jurado lealtad a mi y no sólo falto a su palabra, sino que durmió  con el enemigo y si parece poco jugó con su vida de ambos lados de una cuerda que sabía que podía enredarse en su cuello. Será un regalo para tu madre si acepta mis condiciones, su vida será suya para hacer lo que le plazca con esta mujer.

La joven cayó de rodillas ante ella, mientras lloraba.

— Se lo ruego, mi reina, no fue mi deseo la traición.

— Entonces debiste pensarlo mejor — dirigió su mirada a Daemon — tranquilo, no le harán daño hasta que Rhaenyra llegue, entonces no tendré poder sobre su vida.

Y con una amplia sonrisa ordenó que ambos fueran llevados a sus celdas y que no se les permitiera hablar el uno con el otro, la celda de Daemon quedó frente a la de ella, y él pensó que en realidad había corrompido a Daeelyn.

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Soy esa

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-winterfaaall

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora