XXV

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El príncipe caminaba por los pasillos con su pequeño hermano detrás de él, lo había estado siguiendo toda la mañana en busca de respuestas a sus tontas preguntas y eso comenzaba a parecerle exasperante.

— Sabes lo que pasa cuando un caballero se enamora de su reina.

Él se detuvo de golpe y giró para encarar a Daeron.

— ¿Qué es lo que pasa?

— Criston Cole es lo que pasa, no mientas hermano — él simplemente volvió a su caminata hacia su aposentos — has visto al escudo jurado de madre y la forma en la que la protege de todo y todos.

— No entiendo cuál es la parte que debo cuidar — habló con dureza.

— La parte en la que eres capaz de hacer todo por ella.

— Es como sirvo a mi reina.

Daeron negó, rodando sus ojos molesto con la negativa de su hermano ante un hecho obvio.

— Es como sirves a tu amada, ¿harías lo que ella ordene?

Aemond consideró la pregunta una tontería.

— Juré mi espada a ella al igual que tú, haremos lo que ella ordene.

— Me detendría si me ordenará algo estúpido. La respeto pero conozco mis límites.

— ¿Estas tomándola por una tirana?

— No, estoy desconfiando...

Él ni siquiera lo dejó terminar cuando ya estaba hablando.

— ¿De ella, de su cordura quizás?

— De ti, hermano, de tí es de quien desconfío. Estoy seguro de que si ella te pidiera ahora mismo que vayas y busques a nuestro tío en Harrenhal no dudarías en montar a Vhagar enseguida.

Y era cierto, Aemond lo haría sin cuestionar absolutamente nada. Su cuerpo se tensó y su rostro se volvió uno amargo.

— No haré nada estúpido, me impresiona que pienses eso de mí.

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Daeelyn se encontraba parada frente al gran e imponente trono, dos días hacían desde su coronación para aquel entonces.

Escuchó pasos tras de sí, captando su atención pero no cediendo ante la presión y permaneciendo de espaldas a la persona.

— Eres una digna Targaryen, hija de Daemon.

La voz que escuchó detrás de ella fue Alicent Hightower. Ella sonrió con sorna y entonces volteó.

— He de decir que no es Targaryen más el apellido que porto, nací como una Royce en Piedra de las Runas y es así como permanezco después de la muerte de mí esposo.

Los ojos de la castaña se llenaron de lágrimas ante la mención de su hijo.

— Eres una mentirosa.

— ¿No es acaso lo que usted también es, Lady Hightower?

La indignación en el rostro de Alicent hizo que su sonrisa se ensanchara más en su rostro.

— Su cuerpo no se había enfriado cuando tú ya tenías tus manos sobre la corona.

— ¿Y no fue eso lo que usted me enseñó? — ella borró aquella sonrisa ante la acusación — Usted planeaba cómo poner la corona en Aegon cuando el cuerpo de mi tío aún no se había empezado a pudrir.

— ¡Yo di todo por mis hijos!

Daeelyn cerró los ojos al escuchar el grito, tratando de reprimir sus emociones. Aún tenía miedo de Alicent, es algo que por más que quisiera ocultar no podría si la veía a los ojos cuando la mayor estaba molesta.

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora