IX

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El Rey estaba en su recámara ahora junto a su esposa, mientras sostenía una Copa de vino.

— Me gustaría pasar tiempo contigo hoy — buscó su mirada, ella estaba frente a él pero no lo veía.

Había casi obligado a su esposo a seguirla, ya estaba bastante ebrio. De hecho, la mayoría en ese banquete lo estaba, pero si Aegon no quería que la reina madre fuera quien lo enviará a sus aposentos o peor aún la mano; su abuelo, debía comportarse, y para evitarlo ella fue más rápida.

— Lo pasaste, Sol, es hora de dormir — dijo, subiendo su mirada hasta conectarla con sus ojos.

— No así — jadeo, apoyando su frente en la de su esposa mientras cerraba sus ojos.

Daeelyn por reflejo también cerró sus ojos.

— Hueles a vino, esposo, no me gusta ese olor — sentenció separándose mientras quitaba la Copa de su mano derecha poniéndola en una mesita cercana.

Aegon hizo un sonido como cuando Baelor hacía algún tipo de reclamo a su madre, como la vez que ella le dijo que no debía acercarse al fuego de esa manera o se iba a quemar y el niño alegó que su tío Aemond le había dicho que su familia no ardía y que él quería comprobarlo.

Daeelyn caminó hasta quedar frente al fuego que había en la habitación, fue como si por la simple memoria el fuego la hubiera llamado.

Sintió las manos de su esposo enredarse en su cintura desde atrás, mientras pegaba su pecho a su espalda y besó su oreja.

— Soy el rey ahora — habló en su oído, en un susurro — necesito hijos, hijos que hereden mi nombre y mi trono — volvió a besar su oreja.

— ¿Quiere un segundo hijo, Majestad? — pronunció levemente mientras acariciaba las manos de su esposo sobre su vientre.

— Si, uno tuyo, uno con tus bellos ojos redondos y tu hermosa piel clara — ahora sus besos bajaban por su cuello, Daeelyn colocó su mano sobre la cabeza de Aegon, echando su propia cabeza hacia atrás para darle más espacio.

— Si mi rey así lo desea — susurró antes de que la besara, ella correspondió.

Aegon y ella habían tenido relaciones antes, como una pareja de casados tendría que tener, pero desde el nacimiento de Baelor no había quedado embarazada. Aunque tampoco era que Aegon fuera un adicto que pasará con ella siempre.

En su noche de bodas el matrimonio fue consumado, pero él la tuvo una semana así, definitivamente cree que fue una de las mejores semanas de su matrimonio.

Daeelyn disfrutaba de sus besos y ella también lo besaba, quitando las prendas poco a poco, las cuales caían por la recámara mientras ellos caminaban hacia la amplia cama.

Esa noche la Reina y el Rey la habían pasado juntos, en los pasillos se murmuraba a la mañana siguiente sobre la posibilidad de un segundo hijo.

Tenía que ser sincera, cuando despertó y una dama había ofrecido llevar el desayuno ella negó, se despidió de Aegon y fue ayudada por sus damas a vestirse para ir a desayunar con Helaena, estaba inconforme y no sabía porqué.

Era confuso, siempre había amado con totalidad las noches que pasaba con Aegon, era bien sabido que el ahora rey tenía cierta habilidad y experiencia en ciertas cosas debido a su antigua vida, pero justamente ahora se sentía arrepentida mientras veía a Baelor jugar por toda la habitación.

"Hay una guerra" se dijo mentalmente "hay una guerra que milagrosamente no ha explotado pero tú fuiste y dejaste que él se relacionará contigo de nuevo, aún sabiendo que tus hijos corren incluso más peligro que el mismo Aegon, son su descendencia, sus herederos si es que los dioses deciden bendecirte de nuevo"

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora