XII

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Las nubes grises empezaban a cubrir el hermoso reflejo del Sol, escuchaba los sonidos fuera del carruaje mientras intentaba mantener su mente ocupada.

Llevaba ya un día de viaje y estaba segura que faltaba poco para llegar a su destino; el lugar donde nació.

Antes de partir escuchó atentamente todas las recomendaciones del Consejo y algunos que otros rumores acerca de Jeyne Arryn, muchos rumores rodeaban a aquella mujer. Demasiados para su gusto.

Escuchar a Vhagar sobre el carruaje de vez en cuando la distraía de su mente a algo más grande, tal vez si debió haber reclamado un dragón, habían varios incluso sin nombre. Pero decidió no hacerlo años atrás, ¿la razón detrás de eso?, su rechazo completo hacia su sangre por parte de su padre.

Para Daeelyn el "Targaryen" era parte de lo que su esposo le había dado después de su casamiento, pero no reconocía a su padre como uno, y detestaba su cabello platinado y rasgos finos que relataban que, verdaderamente, Daemon era su padre. Se negaba a aceptar que él lo era, para ella sólo fue quien puso la semilla en su madre.

Y el simple pensamiento de su padre regresando a su mente fue lo que detonó su enojó por cuarta vez en el viaje. No había dormido bien, se empezaba a arrepentir de ir, había rumores de que el hijo mayor de Rhaenyra se había movilizado hacia Nido de Águilas, y quería ver a su hijo. Su humor estaba por los suelos. Sin embargo nadie decía nada porque era como un espectáculo que ver, las pocas veces que la ahora Reina estaba de mal humor era temible, no porque fuera violenta, sino porque todo la irritaba y hacia al mundo correr por sus caprichos.

— De verdad no sé cómo se me ocurrió — dijo masajeando el puente de su nariz.

Así había pasado todo el día anterior, hastiada, sin contar que el estrés de no saber qué hacer si llegaba a ser real que Jacaerys Velaryon se encontrará hacia donde se dirigía que era lo que le había robado el sueño. "Pequeño príncipe, espero haya sido una mentira y no estés allí".

Y no le preocupaba necesariamente el hecho de encontrarlo, le preocupaba el hecho de que Aemond estaba con ella, su hermano era demasiado rencoroso.

Suspiro nuevamente y apoyo su cabeza hacia atrás contra la pared del carruaje, simplemente exhausta.

— ¡Llegaremos pronto a nuestro destino, Alteza! — Sir Arryk habló hacia ella a través de la pequeña ventana que poseía el lugar donde ella se encontraba.

Ella sonrió aliviada, por fin.

Al llegar fue muy bien recibida como se esperaba, no aguardó mucho cuando ordenó que todo fuera detenido y bajó del carruaje.

— Es insoportable — dijo estirando todos sus músculos.

La doncella que le había acompañado rió levemente sacando una sonrisa de la Reina también.

— Es un trabajo pesado, Majestad.

— Lo es, Liz. Si pasó un segundo más en ese espacio voy a terminar enloqueciendo.

Y su risa hizo que la dama sonriera divertida hacia ella.

Escuchó un gran golpe contra el suelo, el gigantesco dragón de su hermano también había aterrizado.

— Si tuviera un dragón las cosas serían diferentes, mi reina — el imponente hombre habló después de bajar de lomos de su dragón, cuando estuvo lo suficientemente cerca de Daeelyn.

— Ahora lamento no haber elegido uno.

Su voz fue opacada por un sonido del dragón a unos metros de ellos, fuerte para que lo escucharán cercano pero no lo suficiente para que resonara en el lugar.

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora