XI

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El silencio invadía su habitación, los primeros rayos de sol se dejaban ver entre las ventanas.

Había pasado toda la noche sin dormir, su mente trabajaba con mil pensamientos distintos a la vez y todos tenían en común y como principal a su esposo.

Recordando sus palabras el día de la coronación, él la amaba, lo sabía.

O tal vez era demasiado estúpida como para pensar que lo hacía.

Quería creer que el trato de la noche anterior era por la presión de la corona en la cabeza de Aegon y no porque él realmente quisiera dañarla, y ni siquiera ese pensamiento logró disipar su temor.

La puerta fue tocada por una de sus damas de compañía, la cual le ayudo a vestirse cuando fue la hora.

— El rey ha pedido su presencia en el Salón del Trono, Alteza — la dama dijo, mientras peinaba pacientemente su Rubio cabello.

— ¿En el Salón del Trono?

— Si, Majestad, ha pedido verla antes de que usted parta al Valle.

Daeelyn asintió y dejó que la dama peinara habilidosamente.

Había insistido en llevar a Baelor con ella pero después de que la Mano aconsejará que no sería lo mejor ella cedió. Estaría cinco días lejos de él, no quería en realidad.

Cuando el trabajo estaba hecho y la corona que antes perteneció a la reina madre yacía sobre su cabeza ella se levantó de la silla.

— Atenderé el llamado del rey, pero antes llevaré a mi hijo a desayunar — ella se giró hacia la mujer — te pido, Leima, que cuides a mi hijo como si fueras yo.

La dama humilló la cerviz y Daeelyn salió de sus aposentos con un hermoso vestido negro y bronce, un ejemplar hermoso de los pocos con esos colores que poseía. El vestido hacía ver a la joven Reina como tal, como una soberana.

No tendría más miedo, pasó toda la noche entre sus sábanas removiendose con angustia sin dormir, y durante esa mañana a su mente llegaron las palabras de Alicent "eres más fuerte que todo lo que pasé allí afuera". Lo era.

Al llegar con Baelor ella lo alzó en sus brazos, el niño estaba cerca de celebrar su quinto día del nombre y ya no podría cargarlo de la manera en la que lo hacía ahora. Lo puso nuevamente en el suelo y tomó su mano, caminando con el príncipe por los pasillos hasta llegar al lugar donde su hermano y esposa desayunaban.

Sentó a Baelor y se inclinó a la altura del infante.

— Tengo que ver a tu padre, hijo mío, come algo y volveré en unos momentos para despedirme de ti — posó su mano en su bella mejilla derecha y depósito un beso en su frente.

— Si, mamá.

La hermosa sonrisa de su hijo se dejó ver y volvió a besarlo, esta vez fue su mejilla izquierda y, saludando cortésmente a los presentes, caminó hacia la puerta.

— Mi reina, el rey me ha pedido que la guíe a él.

Fue Sir Criston quien se acercó a ella desde uno de los pasillos.

Ella no hizo más que asentir y dejarse guiar por el comandante, sus manos temblaban ligeramente.

Caminaba detrás de Cole mientras daba pequeñas respiraciones profundas, regulando sus latidos.

Miedo, quien la viera sabría que ese sentimiento tan horrendo albergado en su pecho era miedo. Pero definitivamente ella se negaría a aceptarlo aún si un dragón le hablará y se lo dijera. Ella no sentía miedo por Sol.

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora