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Lo vió en la cama, mientras tomaba leche de amapola para intentar seguir aferrándose a la vida, había ordenado a su sobrino que saliera del lugar, Aegon había despertado unos minutos después.

— Es una linda corona.

Ella no respondió, simplemente observando desde arriba. Aegon soltó una pequeña risa al ver su expresión.

Con bastante pesar en sus pasos y una mirada neutra, se acercó hasta quedar en un banco cercano a la cama, sentándose en este y volviendo a posar su mirada en él.

— Uno de tus bastardos ha llegado conmigo, es un bebé, tiene unos meses de haber llegado a la vida.

Del rostro del hombre se borró todo rastro de diversión.

— Quiero saber cuántos. — Ella volvió a hablar.

— No quieres, y tampoco lo sé.

— Di un número al menos — su voz sonó más baja, con sus dientes apretados entre sí para tratar de reprimir su ira.

— No lo sé, Daeelyn.

— Fue de una de las mujeres con las que te acostaste recientemente, el niño tiene muy poca edad.

Aegon tragó saliva ante la acusación.

— Me enamoré de una mujer en la calle de la seda.

Lo dicho por él causó una gran confusión en ella, después de analizar sus palabras, un rencor que creía haber dejado atrás volvió a burbujear en su pecho y su mirada se oscureció.

— Fue un poco antes de mi coronación, tuve sexo con ella un par de veces en esos días, pero después de esos días fueron más y más veces hasta que terminé usando una casa algo vieja y puse algunos sirvientes a su servicio. — él no la veía mientras hablaba, pasaba su vista alrededor de la carpa, evitando a toda costa la ira de su mujer — Madre lo descubrió poco tiempo después por mi abuelo, y después de la muerte de Baelor descubrimos que ella estaba embarazada.

Los ojos de Daeelyn no contenían lágrimas, pero su corazón ardía, dolía más de lo que se permitiría demostrar. Aegon había hecho una pequeña pausa, buscando calmar su respiración antes de continuar.

— Mi abuelo la envió a matar.

Pensó que Otto Hightower en verdad era un hombre sin una pizca de moral.

— Su nombre — pidió ella, con una voz más dura de lo que pensó que en realidad saldría de sus labios.

— Shanom. — dijo con una gran sonrisa en su rostro, con burla hacia ella.

La expresión en el rostro de Daeelyn, aquella que parecía lejana, con odio, se descompuso en su totalidad. Sus labios se curvaron hacia abajo, sosteniendo las ganas de llorar, su ceño se frunció y sus manos se entrelazaron entre ellas mismas tan fuerte que se veían blancas por la presión.

— Eres un maldito descarado.

Aegon no había movido su expresión.

— Lo siento, por haberte deshonrado. Pero no podías darme hijos.

Ella bajó su mirada a sus manos, él sabía sus puntos débiles, aquellos que se había aprendido después de tantos años juntos. Lo había amado lo suficiente para mostrar todo de ella, pero ahora se arrepentía de eso.

— ¿Por qué me lo dices? — subió su mirada al hablar, no queriendo darle lo que quería.

Aegon se había vuelto en rencor contra ella también, por haberlo matado ante los reinos y haber robado la corona y el poder que, después de su coronación, le pertenecían.

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora