VIII

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Campanas sonaban sobre King's Landing, millares de personas era movilizadas por la Guardia de la ciudad hacia Pozo de Dragón, el lugar elegido para la coronación de Aegon II Targaryen. Era cerca de medio día, el sol brillaba sobre la ciudad.

Daeelyn se encontraba allí, sobre el lugar en el que se encontraba el Septon Eustace, quien sería el responsable de la unción del futuro rey, el Lord Mano, el ahora comandante de la Guardia Real y sus hermanos. La reina Alicent y Aegon aún venían en un carruaje.

Vió a la gente entrar, eran tantas personas que no pensó que hubiera cabida para tantas.

— Pueblo de King's Landing hoy es el más triste de los días — resonó entre las paredes de Pozo de Dragon la voz de Otto Hightower, atrayendo los ojos de la multitud hacia él causando el silencio y continuó — nuestro amado rey, el rey Viserys El Pacífico, está muerto.

Hubo murmullos entre la multitud, sonaba como si muchas personas hablaran a la vez.

— Pero también es uno de los días más gloriosos — retomó la palabra después de unos segundos — Pues cuando su espíritu se alejaba, él susurro su último deseo, que su primer hijo varón; Aegon, fuera su sucesor.

La gente estaba consternada, hubo algunos sollozos, sonidos de queja, sorpresa en algunos rostros. Daeelyn trataba de ver a todos quienes tenía a su alcance.

Entonces, guardias empezaron a marchar en dos filas, separando a la multitud y formando un camino hasta las escaleras que daban a la plataforma en la que la familia real se encontraba. Cuando los soldados estuvieron formados, giraron sobre su eje, quedando las dos hileras viéndose frente a frente. Trompetas sonaron y los soldados desenfundaron sus espadas, alzandolas.

Aegon salió desde donde el camino se formaba, pasando debajo del arco de espadas formado por los soldados, mientras pasaba las espadas bajaban detrás de su espalda.

— Tienen la gran buena fortuna y el privilegio de estar aquí para presenciar esto, un nuevo día para esta ciudad, un nuevo día para nuestro Reino, un nuevo rey que nos guiará — nuevamente se escuchó la voz de la Mano.

Al terminar el camino bajo las expectantes miradas de los miles de testigos, Aegon subió las escaleras, quedando frente a su madre.

Daeelyn se encontraba a la izquierda de ella, unos pasos detrás. La mirada de Aegon se posicionó en ella por unos segundos, su madre tomó su rostro entre sus manos y se inclinó levemente hacia arriba para depositar un beso en la frente de su hijo. Luego ella lo acompaña frente al Septon, donde Aegon se arrodilla frente a él.

Alicent se aleja de su hijo, posicionándose nuevamente ahora a la izquierda de Daeelyn.

Al Septon Eustace le entregaron un pequeño recipiente que albergaba aceite, con el que sería realizada la unción.

— Que el Guerrero le dé valentía — hace una línea horizontal con su dedo pulgar sobre la frente de Aegon, con aceite — que el Herrero le dé fortaleza a su espada y su escudo — repasó la línea hecha anteriormente — que el padre lo defienda en su necesidad — la acción se repite — que la anciana levante su brillante lámpara  e ilumine su camino hacia la sabiduría — vuelve a hacer la línea y entonces regresa el recipiente a la bandeja que sostenía un ayudante y después toma la corona, la cual estaba puesta sobre un fino cojín, y la sostiene entre sus manos.

Es una corona de hierro, adornada en el frente con un Rubí resplandeciente. La corona es puesta en manos de Criston Cole, el comandante de la Guardia Real, se posiciona frente a Aegon quien aún seguía de rodillas y alza la corona.

— La corona del conquistador, pasada a través de las generaciones, que los siete sean testigos de que Aegon Targaryen es el verdadero heredero al Trono de Hierro.

Y entonces colocó la corona sobre su cabeza.

Daeelyn se arrodilló ahora ante Aegon y la Reina, quien se encontraba a unos pasos de Aegon, Daeelyn se encontraba, antes de arrodillarse, entre Criston y Alicent.

Alicent tomó su corona que, al igual que la que le fue puesta a Aegon, estaba sobre un cojín y la puso en la cabeza de la esposa de su hijo.

— Mi Reina — dijo, se inclinó y besó la coronilla de su cabeza, luego inclinó su cabeza ante ella.

Daeelyn fue ayudada para ponerse de pie por Criston y Aegon fue ayudado por el Septon. Ella se posicionó a la izquierda de Aegon.

Aegon vió a la familia real, los primeros en inclinar su cabeza en respeto fueron Criston, Eustace y Daeelyn, seguidos de Alicent y sus hermanos. A su derecha la Mano también lo hizo.

— Salve su Majestad; Aegon, segundo de su nombre, rey de los Andals, los Rhoynar y los Primeros hombres, Señor de los siete reinos y protector de la Tierra — el Septon pronunció.

Las campanas sonaron. Y entonces Aegon y Daeelyn, la segunda después de una ligera orden de Alicent, voltearon hacia la multitud, Daeelyn aún estaba unos pasos detrás de su marido.

— Aegon El Rey — fue Criston quien gritó.

La gente aplaudía y vitoreaba, el entusiasmo era tal que creía que los muros retumbaban.

Entonces Aegon desenfunda su espada y la alza. Los gritos de la gente se avivan y él vuelve a levantarla una, dos y tres veces más, haciendo que la multitud gritara su nombre. La sonrisa que se dibujaba en su rostro hizo a Daeelyn sonreír también, pero no con el sentimiento con el que Aegon sonreía.

Entonces hubo una explosión y se levantó polvo, creando una nube e impidiendo del todo ver qué había sucedido.

Algunas personas entre la multitud había logrado huir y algunas otras habían sido víctima del dragón que, después de que se disipara bien la nube, había logrado reconocer como Meleys, la Reina Roja, quien tenía en sus lomos a la princesa Rhaenys.

— Abran las puertas — Otto gritó, pero debido al alboroto los soldados no lo escuchaban.

Alicent rápidamente se posicionó frente a su hijo al tener una idea de las intenciones de la princesa.

Daeelyn estaba paralizada.

"Helaena" fue su primer pensamiento y entonces retrocedió unos pasos en busca de su hermana, pero ni el esposo de Helaena ni ella se encontraban allí en ese momento.

Criston fue quien se puso frente a la ahora Reina. Protegiendo tal como Alicent con su hijo. Daeelyn regresó su mirada al dragón y vió a Rhaenys viendo hacía ella, con pena, con ternura y dolor. Como si ella estuviese herida y sólo la princesa lo viera. A la Reina le dieron ganas de llorar.

Jamás pensó que la atención de alguien como la feroz princesa, quien era llamada La Reina que pudo ser, pudiera estar puesta en alguien como ella.

Entonces, después de segundos que parecieron horas, el dragón rugió hacia la Reina madre y su hijo, después levantó el vuelo y salió del pozo.

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Después del terror sembrado en la gente por la aparición de lo que para ellos era una bestia, la ceremonia siguió.

Aegon subió a su hermoso dragón de nombre Sunfyre y sobrevoló los cielos, dando tres vueltas sobre la gran ciudad, que aunque varios testigos hubieran muerto hacía unas horas, seguían alabando al rey.

Aegon aterrizó a lomos de su dragón dentro de los muros de la Fortaleza Roja. Quien bajó de su montura y fue guiado por su Guardia al salón del trono, donde finalmente tomó asiento en el gran trono hecho con espadas y los Lores celebraron su ascenso hasta ya entrada la noche.

"Tal vez eso no iba a ser tan malo" pensó Aegon "Tal vez pueda acostumbrarme".

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora