XXIX

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La segunda etapa de la Danza de Dragones fue nombrada por los Escritores como "La guerra de las reinas".

Su inicio sucedió después de una semana desde que Daemon Targaryen había sido capturado en Desembarco del Rey.

La mañana del octavo día después de su aprehensión una carta había llegado a ella desde DragonStone, según uno de los narradores de esta guerra la Carta decía que la princesa Rhaenyra de DragonStone se negaría rotundamente a su pedido por detener sus armas y había dicho que recuperaría a su esposo como sea, sin embargo, lo que realmente marcó el inicio de la ira de la reina Daeelyn Royce fue lo último escrito en la carta.

"El príncipe Aemond ha muerto, si te rindes te entregare su cuerpo como muestra de mi bondad."

Eso había causado que la mujer estampara el papel sobre su escritorio, se levantará y fuera directamente a la celda donde tenían a Daemon Targaryen. Cuando llegó al lugar a la mujer se le fue abierta la celda y lo primero que hizo fue tomar el palo de entrenamiento que generalmente se usaba en lugar de lanzas, como en Dorne le habían enseñado, hizo que el hombre se pusiera de pie y acertó varios golpes con el mismo.

Ya en el suelo, él se quejó debido a la fuerza utilizada mientras ella componía sus ropas y cabello.

— ¡Te vas a morir por eso!

Su grito había resonado en el lugar, solamente ellos dos dentro.

— Esperé demasiado y guardaba un poco de bondad para ti, pero murió con él ahora.

Dió otro golpe, ahora solamente con sus manos en la cara de su padre.

— Daeelyn...

— ¡Cierra tu puta boca o la haré coser!

— ¡Yo no lo maté! ¡No mate a tu hijo!

Y ciertamente la mujer no se refería a él, lo cual decía que Daemon no tenía conocimiento de la supuesta muerte del príncipe Aemond. Segundos después respondió.

— ¡No, tú no, enviaste a hombres para que lo mataran por tí como el sin bolas que eres!

— No era su cabeza lo que quería — dijo en un tono bajo, casi como un susurro.

La risa llena de sarcasmo de la mujer llenó la habitación.

— Yo estuve allí cuando los hombres metieron la cabeza de mi hijo en una bolsa — sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas y su voz comenzaba a sonar rota — ¿Cómo puedes negarlo?

— Yo lo cargue en mis brazos días antes, ¡Por los dioses, Daeelyn, era mi nieto! ¡Eres mi hija!

Eso lo hizo ganarse otro golpe.

— ¿Tu hija? Vete al infierno, no soy eso y tampoco me ves como eso. Tan siquiera Aemond tuvo el valor de matarlo él mismo, tú ni siquiera pudiste blandir tu espada como se debía.

— Yo mismo me encargué de matar al hombre que llegó a Harrenhal, esa no era mi orden y había matado a mi sangre.

Ella se quedó en silencio, simplemente viéndolo desde arriba mientras sangraba de su labio inferior y de su nariz.

Después de unos segundos ella se inclinó a su altura y lo vió a los ojos.

— ¿Y el té?

Daemon no respondió, simplemente le vió a los ojos de la misma manera en la que ella lo hacía.

— Aunque no hayas querido la cabeza de uno de ellos, mataste a mis hijos, a mi madre y cometiste el error grave de no advertir a tu maldita esposa de no hacer nada peligroso.

The Name of Blood - HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora