Capitulo 3

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Acostada en mi habitación, no dejaba de mirar la tarjeta dorada que me había dado aquel hombre. ¿Debería intentarlo? Arriesgarme fue algo que siempre hice, pero ¿y si es una trampa y me meto en algo chueco? El sentimiento de miedo aparece. No me vendría nada bien eso, me reportarían a Argentina nuevamente y eso no está en mis planes.


"Dios mío, ¿Qué hago? Ayúdame, por favor."


Enfoco mi mirada hacia el techo. Dios me diría que me deje de romper las pelotas. Que busque un empleo digno y sea normal por una puta vez. Y sí, eso quiero hacer, pero no puedo. Por mas que intente ser una chica normal no puedo. Suspiro frustrada y me siento en la cama.


"El que no arriesga, no gana."


Agarro el teléfono que estaba a un lado, encima de la mesa de noche y marco al numero de mi tarjeta y llamo. Me mantuvieron en espera durante un rato. Hasta que atendieron el teléfono...


"Hola, buenas noches, soy Ele..."


"Martes, 11 de abril a las 00:00. En la carretera principal de Seúl."


Y cortó sin dejarme decir una palabra. Su voz era muy extraña, casi robótica. Deje el teléfono en su sitio y me dejé caer de nuevo en la cama. Volví a tomar nota.


"El que no arriesga, no gana... Espero ganar."


Los cuatro días pasaron, cuando llegó el momento, me prepare para irme al lugar que me indicaron. Me bañe, me vestí y me puse la cadenita dorada. Esto me protegería, sé que será así. Cuando estuve lista mire la hora, y aun faltaba un poco para poder ir al encuentro en la carretera. Entregue la llave de mi cuarto y salí del hotel. Tenía tiempo antes de la hora. Por lo que decidí detenerme en aquella iglesia. Me detuve un momento a observarla. A diferencia de esa noche, ya no lucia tan lúgubre y espeluznante. Entre silenciosa, varias personas estaban sentadas escuchándolo desde los banquillos. Me senté apartada del resto y espere a que terminara. Terminó con su prédica, cuando las personas se fueron despidiendo y yendo, me acerque a él.


"Que bueno tenerte por aquí nuevamente, hija."


"Vine por su bendición, Padre."


El hombre me sonrió a boca cerrada. "Muy bien. En ese caso, te bendigo.


" hizo su señal a mí "En el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo..."


"Amen" termine la frase "Me voy a ir."


"¿A dónde?"


Niego con la cabeza 


"Realmente no estoy muy segura." 

él me mira con momentánea confusión "Espero poder volver a verlo."

"Eso espero también. Debes tener cuidado, me dio mucho gusto conocerte."


"Gracias."


Después de eso, fui a la carretera, había una camioneta negra esperándome. La puerta se deslizo automáticamente, me tomo unos momentos de duda hasta que me anime a entrar. Habían dos personas sentadas en los asientos de adelante. Cuando el conductor miró por encima de su hombro, pude ver su vestimenta de rojo y tenía una careta con un símbolo de un círculo.


"¿María Eleonor Sandoval?" 


me preguntó. Asentí algo asustada, ¿Qué pasaba? 


"¿Contraseña?"

"Luz roja, luz verde."


No entendía lo que estaba pasando, hasta que el hombre en el asiento del copiloto oprimió un botón desde su asiento. Se comenzó a expandir un humo por todo el interior del auto y en menos de un segundo, sin darme cuenta, caí dormida.


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