*Capítulo 25*

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La tarde se volvió algo fría, el viento soplaba de forma débil, llevándose consigo algunas hojas que se encontraban esparcidas en el pavimento. Recordó sus años escolares en Hogwarts y como cuando llegaba el otoño, el sauce boxeador se deshacía de ellas sacudiéndose. Pero en el mundo muggle, aquello sería demasiado extraño, sin ningún tipo de explicación “lógica”, y a pesar de que los procesos naturales de las plantas de los muggles eran lentos, a George le gustaba observarlo.

El parque en donde se encontraba se hallaba algo lejos de su departamento, pero a pesar de eso, había decidido recorrer la ciudad, arriesgándose a perderse en un lugar que no conocía del todo, y en donde, no podría desaparecer, aunque quisiera. Su magia aun no quería emerger lo que aún le costaba realizar hechizos.

George suspiró soltando un poco la frustración que contenía en su interior, y es que, a pesar de todo, extrañaba realizar magia como antes. No es que la vida sin ella fuera aburrida o no pudiera adaptarse ¡Por Merlín! Se estaba adaptando demasiado rápido al mundo muggle, tanto que temía nunca volver al suyo. ¿Qué pasaría si eso sucediera? ¿Se alejaría de su familia por completo? Fue en ese momento en que recordó las palabras de su hermano Bill: A pesar de lo sucedido, sigues perteneciendo al mundo de la magia, el nuestro.

—Supongo que, a pesar de todo, sigo siendo un mago—murmuró para si con una pequeña sonrisa.

Siguió observando el parque, y visualizó a un pequeño grupo de niños jugando. Recordó que una vez Harry mencionaba el fútbol. Uno de los deportes más famosos entre los muggles, en donde seguían una pelota, la cual debían de llevarla hasta el arco del rival, o más bien, tratar de que la pelota entre en el arco. Un deporte que para George no tenía mucha emoción si lo comparaba con el Quidditch.

Bajó la cabeza por un momento y la enfocó en sus pies, recordando que debía ir a ver a Harry. Giró su cabeza observando el trayecto que debía de tomar hacia el Caldero Chorreante, debía de caminar varias cuadras. Se puso de pie, pero antes de que pudiera dar un paso, el balón con el cual jugaban unos pequeños, rodó hasta él.

Los niños de no más de diez años, lo observaban con preocupación. Por su parte George solo les sonrió de forma débil y le dio una pequeña patada, devolviéndoles el tan preciado balón, para luego oír un “gracias” por parte de ellos.


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El Caldero Chorreante estaba tranquilo, pocos magos y brujas se encontraban en las mesas charlando. La poca luz del exterior, lo hacía ver aún más deprimente. George cruzó la taberna y se dirigió a las chimeneas, no sin antes saludar a Tom. Tomó un poco de polvos flu y con voz clara exclamó: Grimmuld Place.

Las llamas verdes esmeraldas lo envolvieron y sintió como su cuerpo giraba. Observó varios hogares de distintos estilos entre sí, para luego sentir como sus pies tocaban suelo firme y su cuerpo permaneció quieto. Abrió los ojos y se quitó las cenizas de sus hombros y de su cabello, para luego salir de la chimenea y observar el hogar que ahora pertenecía a Harry. 

Grimmuld Place seguía con el mismo estilo de antaño, esa sensación de supremacía de los antiguos dueños del lugar, permanecía. George arrugó el ceño y caminó en dirección al corredor sin dejar de observar el lugar como la primera vez. Miles de recuerdos surcaron por su mente, bromas y planes de un futuro que parecía rozar sus manos junto a las de su gemelo. Tantos planes y sueños que no pudieron concretarse…Salvó uno. Arrugó la frente e impidió que las lágrimas salieran de sus ojos.

—¡Harry! —exclamó el pelirrojo buscando indicios del azabache. —¡¿Hay alguien en este humilde hogar?!—gritó con ironía en sus palabras.

Pero ante sus gritos, el retrato de la madre de Sirius Black comenzó a gritar como de costumbre: «¡Traidores a la sangre. Cómo se atreven pisar este hogar. Era muy distinto en los días de mis padres!»

Ante los gritos del retrato, se escucharon pasos apresurados bajando las escaleras. Con fuerza, cerraron las cortinas, cesando los gritos. Pero de forma rápida, George se vio acorralado y con la varita de Harry en su cuello.

—¿Cómo consiguieron Fred y George el dinero para abrir la tienda? —preguntó Harry con voz firme sin apartar su mirada verde esmeralda de él.

—Nos la diste en el expreso de Hogwarts. Era el premio del torneo de los tres magos. Ese día nos hiciste prometer que le compraríamos una túnica nueva a Ron y que nadie se enterará de cómo lo conseguimos. No queríamos aceptarlo, pero nos amenazaste que nos hechizarías si no lo hacíamos.

—Lo siento George—dijo Harry bajando su varita y dando unos pasos atrás. —Solo quería asegurarme de que no fueras…Bueno, aún hay algunos mortífagos sueltos…

—No tienes que darme explicaciones Harry—dijo a la vez que lo seguía camino a la cocina. —Además, fui yo quien no avisó de su llegada. —agregó con una pequeña sonrisa en modo de disculpa.

—¿Cómo te está yendo en el mundo muggle? No hemos tenido muchas noticias tuyas, excepto el día del juicio a los Malfoy. —agregó pensativo a la vez que le indicaba que tomara asiento.

—Si...Lo siento. No he tenido mucho tiempo para escribir en verdad —respondió algo avergonzado mientras que Harry lo observaba con una sonrisa burlona —¿Cómo están tu y Ginny?

—Bien, todo bien.

—Me alegra oír eso. Ya sabes...Cualquier cosa que suceda, aun quedamos cinco hermanos —le advirtió a lo que Harry lo observó nervioso y solo pudo asentir ante sus palabras.

—Entonces.... —Se aclaró la garganta —¿A qué se debe tu visita George?

—Necesito que me ayudes con información sobre los ex dueños de Grimmuld Place.

Harry lo observó un tanto confundido. George sabía que la pregunta la había lanzado sin más, pero no podía seguir esperando. A pesar de que ansiaba de que Mía pudiese ayudar a Artemisa, le llamaba la atención la historia de Alphard Black. 

—¿Qué quieres saber sobre los Black? —inquirió con algo de extrañeza —¿Sucedió algo en el mundo muggle?

—Algo así...Nada malo, no te preocupes —agregó de forma rápida al ver el rostro consternado de Harry —La historia es algo larga ¿tienes tiempo? —Harry asintió.

George comenzó su relato desde que llegó a su nuevo hogar en el mundo muggle, hasta que supo en parte lo que estaba sucediendo con Artemisa. Las peleas contantes con su madre, y lo poco que sabía por Mia. A medida que iba hablando, Harry solo asentía o arrugaba ligeramente el ceño. Nunca lo interrumpió, solo oía de forma atenta el relato del pelirrojo. Ya para cuando llegó al final, Potter se puso de pie y se dirigió a buscar dos cervezas de mantequilla, las cuales destapo antes de llevarlas a la mesa y sentarse frente a George.

—Es por eso que necesito saber que fue de Alphard Black. ¿Podrías ayudarme?

—Seré sincero. No tengo mucha información sobre la familia de Sirius. Pero, podría persuadir a Kreacher si sabe algo de esa historia.

—O también podríamos darle Veritaserum a Narcisa Malfoy. Te debe una grande Potter —agregó recordando que Harry salvó a Narcissa y Draco de ir a Azkaban;  para luego beber un poco de su cerveza a lo que Harry solo rió.

—No será necesario preguntarle nada a Narcissa. —agregó con una sonrisa —Andrómeda nos ayudará sin problemas —agregó chocando su botella con la de George.

Claro ¿Cómo podría haber olvidado por un momento a Andromeda Tonks? La abuela del pequeño Teddy, antes de contraer matrimonio con el señor Tonks, había pertenecido a la familia Black. Ahora la cosa era... ¿Sabría algo sobre su tío Alphard? George recordó que Narcissa no tenía mucha información, solo que había oído de conversaciones entre los Black adultos. Aquello lo inquieto un poco.

—¿Crees que sepa algo más que Narcissa? —preguntó con su mirada pensativa sobre su cerveza que tenía entre sus manos.

Harry lo observó algo dudoso, para luego beber de su cerveza pensativo.

—Yo creo que si —afirmó el azabache observándolo —. Sirius una vez me comentó que él y Andrómeda eran los sobrinos más cercanos a Alphard —se encogió de hombros —. De seguro sabe mucho más que su hermana —acotó.

—Eso espero...

—Debe ser muy especial ella —George arrugó el ceño en dirección a Harry —. El querer ayudarla con información...Dijiste que Mia es su nombre ¿no?

George por poco escupe la cerveza que aún tenía en su boca. Se golpeo el pecho, mientras sentía que poco a poco sus mejillas y orejas comenzaban arder. ¿Se estaba volviendo tan obvio?

—Es solo una amiga —corroboró con algo de seriedad —. Es en serio, Harry —agregó al ver que Potter no le creía del todo.

—No tienes que darme explicaciones—sonrió —. Pero me alegra saber que te estas adaptando de muy buena forma.

Ya a esas alturas George sintió que no podía seguir escondiendo lo que sentía por su castaña vecina. Pero eso no quería decir que lo admitiera frente a todos; recién lo estaba asumiendo el mismo.

—¿Crees que puedas hablar con Andrómeda esta semana? —inquirió con voz tranquila observando a Harry.

—Sí, eso creo —respondió un tanto pensativo —. Bueno, este fin de semana Andromeda me invito almorzar con ellos...Podrías venir en la tarde —agregó un tanto alegre —. Puedes comentarle tú mismo lo que está sucediendo con tu amiga... ¿es amiga, ¿no?

—Si Harry, amiga —rectificó George de forma seria, aunque Harry lo observaba un tanto burlón—En fin...A todo esto, ¿Sabes que es la publidad?

—¿Publidad? —inquirió extrañado, para luego caer en cuenta lo que el pelirrojo quería preguntar —Te refieres a la publicidad ¿no? —George asintió —. Es una de las tantas profesiones que se estudia en el mundo muggle, después de terminar el colegio. ¿Por qué?

—Y... ¿Se estudia en el colegio?

—No. Los muggles al terminar el colegio, asisten a la universidad.

—¿Universidad? —inquirió con total extrañeza —¿Qué es eso?

—Es donde estudian para obtener su futura profesión y poder trabajar —se encogió de hombros —¿Quieres asistir a la universidad, George? —habló con suspicacia el azabache.

—No...Así que la publicidad se estudia en ese lugar... —dijo para si mismo —Y...¿Sabes cual es el trabajo que la publicidad conlleva?

—Pues... —bebió un sorbo de su cerveza —. No soy experto en el tema, pero en simples palabras, ayudan a que los negocios o productos sean reconocidos entre las personas y asi aumentar las ventas... —dijo, pero al ver que George no comprendía del todo lo que quería decir, prosiguió —. Has visto algún cartel gigante en el mundo muggle dando a conocer. ¿No sé, algún perfume o chocolate?

—Si, hay varios por el centro de Londres —respondió un tanto pensativo.

—Bien, eso es publicidad George.

—Es decir que...¿Estudian para hacer carteles gigantes?

—En simples palabras...Si, eso es —respondió riendo —¿Por qué tanto interés?

George se encogió de hombros:

—No quiero quedar como un inútil en el mundo muggle —acotó.

George se puso de pie antes de que su cuñado comenzara hacerle preguntas. Harry por su parte lo observó, para luego imitar su movimiento. El pelirrojo le estrecho la mano para luego agregar:

—Gracias por la ayuda, Harry. De verdad que si no fuera importante...

—No te preocupes. Confieso que esto me tomó por sorpresa...Y supongo que para Andrómeda será igual.

—Ya lo creo... —respondió para luego dirigirse a la chimenea, pero antes de entrar en ella volteo al azabache —. Cuida de Ginny —agregó con tono de advertencia mientras que lo apuntaba de forma amenazadora con su dedo indicé.

—Siempre lo hago George.

George asintió y se entro a la chimenea, tomó un poco de polvos flú y mencionó con voz clara y fuerte: Caldero Chorreante, siendo envuelto por llamas esmeraldas y desapareciendo de la vista de Harry Potter.

Al sentir que su cuerpo tocaba suelo firme, se limpio por segunda vez la cenizas de su cabeza y hombros, para luego salir de la chimenea y dirigirse a la barra en donde se encontraba Tom, limpiando algunos vasos.

—Es bueno verte, George—habló Tom—¿Qué deseas beber?

—Nada Tom, gracias. Sólo quería dejarte esto—respondió dejando dos galeones sobre la barra—. Es mi pago por ocupar siempre tu chimenea…

—No tienes por qué —lo interrumpió dejando de lado la limpieza de las copas—. Sabes que nunca he cobrado por ello.

—Aun así…ahora que vivo en el mundo muggle y…Bueno la aparición no es una opción para mí en estos momentos…—explicó.

Tom asintió observándolo con comprensión. Ninguno de los dos hombres dijo nada, hasta que George se despidió y salió del Caldero Chorreante. Abrió la puerta y el frío viento le dio la bienvenida al Londres muggle.















Nota de Autora:

Si, anduve desaparecida por mucho tiempo, pero creo que ya expliqué el por qué...Por lo mismo, me costó mucho terminar este capítulo ya que, hubieron momentos en que escribía un poco y luego ya no sabía cómo seguir, sin mencionar que el ánimo no me acompañaba mucho. De verdad, siento haberlos hecho esperar tanto tiempo.

¿Que opinan de este capítulo? George solo quiere ver feliz a Mía🥺, es tan lindo🤧💕.

¿Que fue lo que más les gustó? A mi personalmente lo de la Universidad jajaja. En fin...

Se cuidan mucho y déjenme saber sus impresiones por favor.

Caro

Lavanda Para George [G.W]-«Fanfiction»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora