Treinta días para enamorarme || 2 || AG [✓]

D Í A 7

꧁ A N G E L ꧂

Narra Aidan.

Mi pie subía y bajaba con desesperación, era miércoles y sólo teníamos hoy para terminar la presentación del día siguiente para una de nuestras materias. Mi equipo era con mis amigos de la clase, Sofía y Elías.

—Basta, piedad —Sofía me pidio medio molesta.

—Lo siento, es que...

—Ya sabemos, quieres ver a esa chica —Elias rió.

—Ay el amor, me recuerdas a él cuando quería conquistarme —Sofía sonrió.

—Si, eran muy melosos —reí.

—Como seguramente eres tú —Elías me palmero la espalda.

—Bueno, terminemos esto y así te puedas ir a verla.

Conocí a Sofía y a Elías desde el primer día, sin ellos los trabajos de clase me habrían sido más difíciles de lo que ya eran. Ellos tardaron solo tres meses en hacerse novios y claro, me sentía un muy mal tercio pero tampoco podía ocultar el deseo que tenía de verme así con mi princesa.

Media hora más tarde salí de la biblioteca totalmente cansado y odiando no haber podido ver a TN, eran ya las diez de la noche y no iba a ir a buscarla sabiendo que solía ir temprano a dormir. Camine a una de las cafeterías y pedí lo que solía cenar, ahí tenían un muy rico y variado menú vegano, para mi suerte, estaba cerca del edificio de TN.

Seguía deseando ir a buscarla y al menos darle las buenas noches, pero ya le explicaría mañana, aún así, decidí enviarle un mensaje.

Buenas noches, princesa. Me hubiese gustado verte pero fue un día ocupado, como sea, ten una linda noche.

Comencé a comer en una de las mesas dentro de la cafetería, moría de hambre. La respuesta de TN llegó poco después.

De linda no tendrá nada, no he terminado mi tarea.

¿Qué te falta?

Es de matemáticas, ya sabes, estadística.

Eso se me da bien, si quieres puedo ayudarte.

No, descuida, seguro ya estabas por dormir.

Princesa, es muy temprano para eso, además estaba terminando de cenar. Dime donde te veo.

Estoy en la cafetería donde te vi hace poco.

Era el mismo lugar donde estaba yo, levante mi mirada para buscarla pero no la vi dentro, me asome por las ventanas y la vi sentada en una de las mesas de afuera.

¿Cómo es que no la vi? Quizá el cansancio.

Salí a encontrarme con ella, tenía el cabello mal amarrado en una coleta sostenida por un lapiz, se veía cansada y con ganas de lanzar el cuaderno.

—Buenas noches, princesa —me senté frente a ella—. Déjame ver esto.

—No se como harás esto porque yo llevo toda la tarde aquí, pero bueno, inténtalo —suspiró.

Comencé a ver lo que necesitaba hacer, lo entendí rápido, lo recordé de la escuela y no es por presumir pero era donde mejor me iba. Iba a comenzar a explicarle pero note que se había quedado dormida sobre su puño, sonreí al verla y decidí dejarla dormir.

Comence a hacer su tarea, ya le explicaría después como se hace, por ahora podía hacerla yo. Media hora después había terminado su tarea y cuidando de no hacer ruido guarde sus cosas en la mochila, me colgue su mochila y la mía en los hombros; con el mayor cuidado que pude tener la cargue en mis brazos, TN se removió un poco pero siguió durmiendo.

Habia quienes me miraban extraño al verme pasar con TN en brazos, cosa que me importaba poco; TN volvió a moverse cuando ya estaba llegando a su edificio.

—¿Ángel? —murmuró.

—Auch —reí sin ganas—. Que fortunio tiene ese tal Ángel para ser protagonista de tus sueños —TN miró a su al rededor.

—Espera, mi tarea —se movió tanto que tuve que bajarla.

—No te preocupes, esta en tu mochila.

—Crei que me explicarías.

—Y lo haré, cuando estés descansada. Ven, ya casi llegamos a tu edificio.

Sonreí cuando camino a mi lado el resto del camino y aunque mi rostro tenía una sonrisa, por dentro sentía que moría al recordar que mencionó a ese tal Ángel, pero al final, yo en ningún momento había preguntado si había alguien más en su vida.

—Gracias, Aidan, por traeme y hacer mi tarea —me sonrió y le di su mochila—. Pero si no es mucha molestia, ¿puedes explicarme después?

—Por supuesto princesa —sonreí muy apenas—. Descansa —bese su frente.

Ni siquiera espere respuesta, me fui rápido, casi corriendo; escuchar ese nombre salir de sus labios me dolió más de lo que quisiera admitir por varias razones.

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