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꧁ E S C A P A R ꧂


Narra Aidan.

Igual que un día antes, manejaba al asilo pero está vez únicamente con TN, quien por cierto, cambiaba la estación de radio buscando algo que escuchar.Al llegar, estacione cerca de la puerta en el área de visitantes y estaba vacío, al entrar vimos a la recepcionista.

—Hola, vinimos a ver a la señora Robinsón y el señor Harries.

—¿Son familiares? —tomo un cuaderno grande.

—Amigos, más bien —me pasó una pluma.

—¿No venían ayer con los alumnos del servicio?

—Si, así es —TN asintió.

—Que lindo que vengan, estas personas no suelen recibir visitas —sonrió mientras TN y yo anotabmos nuestros nombres.

—Son increíbles personas.

Nos indicó por dónde ir y que debíamos irnos antes de las siete pues a esa hora terminaba la hora de visita. TN y yo llegamos a una sala donde había sillones y mesas, algunos jugaban cartas, dominó o ajedrez, un grupo de señoras tejía y otros pocos miraban algo por la televisión. La señora Robinsón y el señor Harries estaban con otros tres señores jugando cartas.

—¡En su cara ancianos! ¡Gané y por tercera vez! —les grito y ellos bufaron-. Esta vieja aún tiene maña.

—Me retiro —dijo uno de los señores—, Gina ya me quitó tres gelatinas de la semana próxima.

—Cobarde —rió ella.

—Amm... Hola —saludo TN.

—Niña Neumann —el señor Harries movió su silla de ruedas con una sonrisa.

—¿Cómo está?

—Perdiendo contra esta vieja —la señora Robinsón rió y se puso a mi lado.

—Hola mi niño —me dio una bolsa—, cuida mis chocolates de estos viejos que no saben perder.

—Claro —reí.

TN fue por su lado con el señor Harries y yo me quedé con la señora Robinsón y su grupo de tejido, era raramente divertido escucharlas hablando de cómo tejer y de repente contar algún chisme de alguno los demás viejos.


...


Media hora más tarde, caminaba junto a las señoras rumbo al salón de bingo, salimos al patio y lo cruzamos para llegar al salón. Vi a TN sentada junto al señor Harries, la señora Robinsón se sentó frente a él y yo frente a TN.

—Hola princesa —sonreí.

—Aidan —sonrió.

—Ah, tu eres la famosa princesa TN —la señora Robinsón sonrió—, ayer no dejó de hablar de ti.

—Si soy yo —rió.

—Entonces tu eres ese chico —me miró el señor Harries—, a mi también me hablaron de ti.

—Parece que sí —sonreí.

—¿Juegan? —TN y yo asentimos.

—Prepárate para perder, princesa.

—Ya veremos, Gallagher —tomó su tablero de bingo.

B sesenta y dos —dijeron por el micrófono y al mismo tiempo ella y yo sellamos la casilla.

Treinta días para enamorarme || 2 || AG [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora