D Í A 1

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꧁¿E S T E  E S  T U  M É T O D O ?꧂

Horrible.

Así había sido mi viaje, horrible. En el asiento detrás del mío venía un niño de unos nueve años que se la pasó todo el vuelo pateando mi asiento, la señora a mi lado pidió un jugo que terminó derramando sobre mi, cuando baje del avión y recogía mis maletas, una de ellas se rompió y al querer subir al taxi me caí.

Llegué a la residencia donde me quedaba y entré a la recepción, había una nueva persona detrás del mostrador, me acerqué tratando de ser amable.

—Las habitaciones se empezaron a dar a las once, vienes tarde —dijo sin verme—. Nombre.

—Me dijeron que era a la... —suspiré—. TN Neumann.

—Neumann, Neumann —busco—. Habitación trecientos dos, no tienes compañera aún —asenti—. Dejaron esto para ti esta mañana -me pasó un girasol—. Quien sea que te lo dejara, esto no es paqueteria —asentí.

Mire el girasol y tenía una pequeña nota atada al tallo, subí a mi habitación y entre, había estado en la misma el año pasado, era agradable volver al mismo lugar y nuevamente no tener que compartir el espacio con nadie. Deje las maletas a un lado del armario y decidí leer la carta, desate el nudito y deje la flor en la cama a mi lado; no era fan de los girasoles, pero este era bonito.

Vi esta flor y pensé en ti, ¿te gustan los girasoles? A mi si, tendré que averiguar cual es tu flor favorita. Hoy es el día uno, ¿estás lista? Yo estoy más que preparado, si aceptas, te veo a las cinco en la cafetería del centro del campus, te estaré esperando linda princesa.

La nota estaba escrita con una letra un tanto descuidada, quizá no había tenido donde poner el papel adecuadamente y poder escribir. Dejé la nota en el escritorio y busque donde poner el girasol, no tenía ningún vaso y mucho menos un florero, lo deje junto a la nota y comencé a desempacar. Eran las tres cuando terminé, tomé un cambio de ropa y fui a las duchas a darme un baño, regresé cambiada a mi habitación, tocaron la puerta cuando iba a cepillar mi cabello.

—Dime que si estas —escuche la voz de Julio.

—No, no estoy —reí y fui a abrir.

—¿Como estas? —me abrazo con fuerza—. ¿Qué tal tu viaje? —se sentó en mi cama y cerré la puerta.

—De lo peor, comienzo a odiar a los niños, primero el que me tira en la pista de hielo y ahora uno patea todo el vuelo el asiento —bufé.

—¿Hielo? ¿Cuando tuviste tu cita con el idiota de Aidan?

—Eh... Si, sobre Aidan —le pase la nota de la flor.

—Espera, ¿iras? ¿Cómo por? —frunció el ceño.

—Me pidió treinta días para ganar mi perdón y...

—¿Y qué? ¿Enamorarte? —no dije nada—. Dime que no aceptaste -cerró sus ojos.

—Bueno... Puede ser que le dirá que... ¿si? —lo mire nerviosa.

—¿Me preguntas?

—Le dije que si —murmure.

—¡No! —bufo—. No juzgo tus decisiones, pero él jugó contigo y esa chica.

—Puede que no fuera completamente así, no lo sé —me miró mal—. Escucha, es muy probable que si gane mi perdón y podamos ser amigos, pero entre eso y ser algo más, hay un abismo de diferencia.

—¿En serio? TN, lo has besado varias veces y algo me dice que te gusta.

—No es cierto —negué.

Treinta días para enamorarme || 2 || AG [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora