D Í A 3

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꧁S O L O   A M I G O S꧂


Había quedado de verme con Julio en la entrada norte de la universidad al medio día, iríamos a la librería por su nueva constitución y algunos libros que usaríamos ese semestre. Salí en cuanto estuve lista y camine a encontrarlo, lo vi esperándome justo cuando mi teléfono anunció una llamada.

Hola princesa —escuche solo descolgar.

—Hola, Aidan —Julio entorno lo ojos.

Me preguntaba si te gustaría ir a comer un helado conmigo.

—¿Ahora?

Solo si quieres —Julio me hizo una seña y entendí.

—Iré con Julio a la librería, ya estamos saliendo.

No te preocupes, yo…

—¿Quieres acompañarnos? Digo, solo iremos a comprar algunos libros de clase y será aburrido pero…

Contigo nada es aburrido. Iré, ¿dónde los veo?

—En la puerta norte, te esperamos solo no tardes.

Llegó en cinco.

Y como lo dijo, sólo cinco minutos después Aidan llegó con nosotros, me saludó con un beso en la mejilla y Julio solo lo miró. Caminamos hasta el centro comercial mientras Julio nos contaba de algunas cosas que hizo en Virginia con su familia.

—Directo al área donde están nuestros libros, TN, lo que necesitamos no está en romance y ficción —Julio me miró riendo.

—Ya se, ya se.

Julio se desvió para buscar la constitución y Aidan me siguió a buscar los libros que necesitaba.

—Honestamente, con los libros que tú abuelo te dejó, pensé que no comprabas libros —me dijo mientras yo veía títulos, reí.

—La biblioteca que mi abuelo me dejó es muy grande, pero hay libros que no están actualizados —me encogió de hombros—. ¿Tú no compras libros?

—Tendría qué —suspiro.

—Aidan, en serio, ¿qué haces estudiando aquí? —me ignoró mientras tomaba un libro—. Bien, no hablemos de eso.

—¿Qué libros te faltan? Yo busco unos.

Le di el nombre de dos libros que me faltaban y se alejo, suspiré. No hacía falta conocer mucho a Aidan para notar que no gustaba de lo que estudiaba y me causaba mucha curiosidad saber por qué decidió que psicología era lo suyo. Encontré los libros que necesitaba y Aidan me dio los que le pedí, Julio esperaba en la caja y pagamos juntos; Aidan desapareció de mi vista y reaparecio pocos minutos después con una bolsa de la librería.

—¿Y si vamos por un helado? —mire a Julio ante la propuesta de Aidan.

—Yo paso, pero vayan ustedes.

—Entonces te veo mañana —asintió y se despidió de mí con un beso en la mejilla.

—¿Qué sabor te gusta? —Aidan preguntó comenzando a caminar.

—Prefiero ver que sabores hay.

Aidan me llevó a una heladería cercana al centro comercial alegando que ahí vendían helado vegano y que iban a encantarme; habían tantos sabores que me sorprendió. Terminamos comiendo el helado en silencio sentados en una banca de un parque cercano.

—Mira —señaló el cielo—. Parece un corazón.

—Es verdad, esa parece un señor con pipa —reí.

—Y esa una corona.

—Allá un vestido.

—¿Lo ves? Todo nos dice princesa —puse los ojos en blanco divertida, nos quedamos en silencio—. Me gusta que ya podemos hablar sin que quieras matarme —rió.

—No juegues con tu suerte —sonreí.

—Hay tantas cosas por las que quisiera regresar el tiempo y hacerlas bien —aparte la mirada.

—Lo hecho, hecho está.

—Al menos me diste la oportunidad de enamorarte —lo miré y sonrió.

—Aidan, cuando acepte tu propuesta, yo acepte que ganes mi perdón y con eso quizá seamos amigos —no dijo nada—. Te lo dejo claro, no podremos ser más que eso.

—Princesa… pero creí que…

—No quiero que pienses otra cosa, ¿esta claro?

—¿Sin opción a futuro? —susurro dolido.

—Aidan, no… —me interrumpió.

—TN te quiero, te he querido durante años y se bien que cometí un error, te prometo que ya estoy pagando caro por eso —sus ojos se cristalizaron—. Pero no me digas que no tengo oportunidad contigo, porque una parte de mi esta seguro que puedo tenerla.

—¿Por qué esa seguridad?

—Porque unos pocos días me bastaron para saber que me quieres como yo te quiero —susurro—. O dime que me equivoco, dime que solo quieres que sea tu amigo, pero tienes que decirme y entonces… Entonces nos olvidaremos de esta oportunidad y seremos amigos, pero dímelo, necesito escucharlo de tus labios —me quede mirandolo sin saber que decir—. Princesa, si no me dices nada seguiré creyendo fielmente que tengo una oportunidad contigo. ¿Puedo conquistarte?

—Dudo que lo consigas, asi que si eso no pasa, no te sorprendas —sonrió.

—Y tu no te sorprendas si conquiste tu corazón, princesa bonita —se acerco rápido y beso mi mejilla.

Sus labios estaban fríos aún por el helado, me miró con un lindo brillo en sus ojos y una sonrisa enorme. Ya no quise decir nada, rato después volvimos al campus y me acompañó a mi residencia, me dejó frente a la puerta besando mi mejilla nuevamente y se fue.













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Treinta días para enamorarme || 2 || AG [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora