D Í A 1 2

575 87 8
                                    

꧁ ¿ C E L O S O ? ꧂

Lo bese como tanto había deseado durante meses, lo bese sin importarme el mundo a nuestro alrededor; lo bese ahí, en medio del patio de la escuela con cientos de testigos y lo único que realmente me importaba era el chico que me apretaba contra él profundizando el beso. La ausencia de aire en nuestros cuerpos nos hizo romper el beso que nos tardó meses formar, me miraba directo a los ojos con la respiración agitada y aún con su pecho pegado al mío.

—Joder, debí hacer esto antes —reímos y miró alrededor—. Todos miran —susurró divertido.

Bueno, hemos dado un buen espectáculo, ¿qué esperabas? —puse los ojos en blanco mientras escuchaba mi risa salir—. Si te soy sincera, me importa un carajo.

¿Y que si te importa?

Tu, Aidan.

Cerré el libro de golpe y lo volví a abrir en la misma página en la que estaba hace un momento, en ningún lugar decía Aidan, el nombre del protagonista era Simón. Solo entonces, me di cuenta que mientras leía a Simón y Julia, nos veía a Aidan y a mi.

—Parece que has visto un fantasma —Julio rio sentándose junto a mi en la mesa.

—Estaba leyendo —susurré.

—Ah, ¿un libro de terror?

Esa tercera voz no la conocía, gire a ver al chico que se sentó a mí lado. Su piel bronceada brillaba con el ligero sol que se colaba entre las nubes haciendo juego con el cabello rubio perfectamente peinado y sus ojos grises.

—TN, te presento a Thomas Reid, Thomas, ella es mi amiga TN Neumann.

—Es un placer, señorita Neumann —tomó mi mano izquierda y la llevó a sus labios besando mis nudillos.

—Encantada —susurré—. No eres de aquí, ¿cierto?

—Eres observadora —sonrió—, no, no lo soy, vengo de Australia.

—Lindo lugar, ¿tienes mucho aquí?

—Lo es y si, vine cuando inicie la universidad hace tres años.

—También estudia derecho, pero bueno, va un año adelante que nosotros —mire a Julio sentado a mi derecha.

—Pues eso es genial —regrese mi vista a Thomas.

—Ahora vengo, iré por comida.

Mi amigo nos dejó para entrar a la cafetería, comencé una pequeña charla con Thomas. Me contó que tiene una hermana de quince años, solo son ellos dos y su madre pues su padre murió cuando él tenía diez años y le encanta ir a surfear

—En serio, hay unas olas geniales en Crescent Head —sonrió—. Yo vivo cerca de ahí y fue donde aprendí a surfear.

—¿Solo ahí lo haces?

—He ido desde Sidney hasta Byron Bay.

—Bueno, no conozco pero suena genial —sonreí.

—Lo es —asintió—. Lo siento, he hablado mucho de mí y no he escuchado nada de ti. Me encantaría saber.

—Pues yo soy de Seattle, nací y crecí ahí, estar aquí en Boston es lo más lejos que he estado de casa, me encanta leer y por una extraña razón, los niños me odian —reí recordando los incidentes con cada niño hasta ahora, pero me caye enseguida—. Lo siento, soy un poco aburrida.

Treinta días para enamorarme || 2 || AG [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora