- ¿Quién es ella? - la joven pelirroja preguntó. Sus ojos puestos en la mujer que estaba parada en el ala de favoritas.
- Ella es Mevkibe hatun, la favorita de su majestad - dijo la kalfa en voz baja - Su majestad la adora.
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Según datos histórico...
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3 días antes
— ¿Madre? — el toque delicado de Ahmed en mi espalda me hizo enderezarme.
— Si, corazón — trague con fuerza la acidez en mi garganta.
— ¿Se siente mal? ¿Quiere que busque al medica? — preguntó, en su rostro la más pura preocupación.
— Estoy bien mi León — respire profundo para alejar el malestar — Mon prince bien-aimé, no debes preocuparte — sostuve su mano para después depositar un beso en sus nudillos.
— Estas pálida Madre — su mano libre toco mi frente, tomando mi temperatura — Gracias Allah no tiene fiebre — con resignación alejó su mano.
— Mon prince bien-aimé — di unos toquecitos a su mano — Solo es cansancio — sonreí intentando disipar su preocupación.
— Madre, Ibrahim Pasha puede hacerse cargo de la mezquita, es un hombre muy inteligente, si está cansada, delegue su trabajo pero no se sobre esfuerce — sus ojos marrones chocolate me miran con seguridad y preocupación a la vez.
— Mi León, amo y disfruto de atender mis responsabilidades para con el pueblo — suspiré — Suleiman fue a entrenar con Bali Bey ¿Por qué no fuiste con él? — cuestioné.
Su ojos con vergüenza corrieron lejos del escrutinio de los míos.
— Vamos mi Ahmed, cuéntale a tu madre que sucede — insistí.
— Mi hermano se molestó conmigo porque no quise hacer los ejercicios extra que Malkocoglu ordenó. Dice que no espere un buen guerrero — confesó con pena.
— Oh mon prince bien-aimé, perdona a tu hermano, aún no se acostumbra a la idea de que tienen gustos diferentes, debes mostrarle aquello que te apasiona y cuando vea lo feliz que eres, te apoyará — lo atraje a mi pecho. — ¿Te confieso algo? — Ahmed emitió un murmullo en afirmación — Tu hermano y tú nacieron juntos, los lleve al mismo tiempo en mi vientre y crecieron juntos, porque Allah así lo quiso, nuestro señor que mora en lo alto sabía que ustedes juntos traerán triunfo al imperio — besé su frente — Nacieron juntos, para pelear juntos, unidos como un gran fuerte — murmuré contra su frente.
— ¿Enserio? — preguntó con ilusión.
— Así es, mon prince bien-aimé — aseguré.
Tanto Suleiman como Ahmed se han distanciado por la diferencia de gustos que han venido experimentando, sin embargo, como madre no puedo permitir que esas pequeñas diferencias creen una brecha entre ellos.
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