- ¿Quién es ella? - la joven pelirroja preguntó. Sus ojos puestos en la mujer que estaba parada en el ala de favoritas.
- Ella es Mevkibe hatun, la favorita de su majestad - dijo la kalfa en voz baja - Su majestad la adora.
***
Según datos histórico...
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— Mis Príncipes están cada día más grandes — Suleiman llevó un pedazo de pan a la boca de Sanem.
— Muy pronto seré ten grande como tu, padre — Suleiman mi Şehzade dijo emocionado.
— Por supuesto — el Sultán asintió con una leve sonrisa.
Como una especie de recompensa por el incidente pasado ha preparado una cena familiar, así lo llamó. Miro a mi costado las cunas custodiadas por mis criadas personales. Suleiman cree firmemente que con esto solucionará todo, lamentablemente no es así, lo amo y no lo negaré pero me ocultó información, tomó decisiones respecto a nuestros hijos sin consultarme y ya sabemos cómo terminó todo.
— Suleiman debes comer tus verduras — sonrío mientras señalo el plato con las verduras intactas en el.
— Pero no me gustan mamá, saben horrible — su cara mostro disgusto.
— Haz caso a tu madre y come tus verduras. No podrás ser igual de grande que yo si no comes — el pequeño mostró ojos tristes a su padre quien se mantuvo estoico.
Con resignación empezó a comer los vegetales, Sanem rió junto Ahmed.
— ¿Cuándo podré estudiar con mi hermano Mustafa? — Ahmed cuestionó.
— Muy pronto mi pequeño León — Suleiman contestó, sus ojos azules se posaron en mi — Mevkibe, mi amada, con tu precencia la oscuridad se aleja, tu eres la luz de mi vida, eres mi luna y nuestros hijos las estrellas — dijo de forma pausada, poético.
— Me halaga su majestad — desvíe la mirada, no podía perdonarlo tan fácil.
Debe esforzarse ¿cierto? Hurrem lo hace todo el tiempo, hacerse la difícil. Muerdo el interior de mi mejilla pensando en la pelirroja, la mujer no es bien recibida en el harem y tal vez la intervención de la Sultana Madre tiene que ver con el hecho pero más allá de eso, fue la reputación que creó con su llegada.
El sonido de las puertas al ser tocadas me sacó de mi ensoñación.
— Adelante — Suleiman dijo con voz potente.
— Su majestad — el agha hizo una reverencia — La Sultana Hatice desea verlo — informó.
— Que pase — Suleiman ordenó.
A los segundos Hatice Sultan se encontraba haciendo una reverencia.
— Tía — Mihrimah se levantó de su asiento con premura para correr hacia los brazos de su tía.
— Mi Sultana — la mujer besó la frente de mi pequeña — Suleiman, Ahmed, Sanem — los niños se acercaron para saludar a la Sultana — Hermano, lamento interrumpir pero me gustaría hablar con usted, claro, si es posible —
Ante el silencio del hombre me puse de pie e hice una reverencia.
— Mevkibe... — la voz de Suleiman sonó a advertencia.