Capítulo 61 Lo sé todo

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— No quiero sonar inoportuna pero el harem necesita a alguien que lo dirija, las muchachas necesitan una guía — la pelirroja dijo melosa, su voz suena dulce y tranquila, con la vista ligeramente hacia abajo, dándole un aspecto de sumisión y vergüenza.

El Sultán Suleiman Khan asintió, posó sus azulados sobre la mujer, una expresión de indiferencia en su barbudo rostro.

— Tienes razón, el harem necesita un orden y alguien que cuide de el — su mente imaginó a su esposa.

Su pajarito se a encargado de cuidar de su harem desde siempre, sin embargo, esta nunca se tomó atribuciones que no le corresponden. Su pecho dolió al recordar a su madre.

— Lo pensaré.

Hurrem sonrió complacida, con cuidado tomó el brazo del hombre para posteriormente recostar su cabeza. A la rusa le encanta disfrutar de esos momentos en los que solo son ella y él, y nadie más.

Cerró sus ojos aliviada de que el hombre tomase en consideración sus palabras, con algo de suerte, se volvería la directora del harem.

***

La Sultana Mahidevran ingresó a los aposentos del Padisah, hizo una reverencia, una suave sonrisa se formó en su rostro, en su cabeza una corona con detalles verdes a juego con el velo y su vestido del mismo color.

— Mandó a llamarme — la mujer alzó un poco la vista para ver al hombre.

— Mahidevran, espero te encuentres bien — saludó amable — Hay un asunto del que debo informarte. Estuve pensado en eso desde ya hace un tiempo, eres la madre del Príncipe mayor por lo tanto considero que lo adecuado sea que tu te encargues de dirigir el harem — declaró.

Mahidevran alzó la mirada sorprendida, cubrió su boca con una mano y una risa suave se dejó escuchar. La mujer se acercó al Sultán, tomó su mano para posteriormente besar el dorso.

— Para mi es honor, no lo voy a decepcionar — colocó la mano del Sultán en su frente.

— Eso espero — el hombre ladeó la cabeza — Puedes retirarte.

Suleiman observó a su concubina hacer una reverencia para posteriormente dejar el lugar, se encogió levemente de los hombros, un suspiro cansino dejó sus labios. Sin más se dirigió a su escritorio donde un montón de papeles esperan por él.

...

Sonreí divertida al ver su anteta mirada en mi, tal vez a la espera de algún reproche.

— Si usted lo consideró conveniente, no hay problema — me recosté en el mueble.

La eterna favorita || Mevkibe SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora