Capítulo 5. EL MONASTERIO

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EL MONASTERIO

"Lo malo de los recuerdos es que duran más que el amor".

—¡Por Dios! —exclama Berenice alarmada, llevándose las manos al rostro—

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—¡Por Dios! —exclama Berenice alarmada, llevándose las manos al rostro—. ¿Estás segura?

Mariana asiente con un lento y casi doloroso movimiento de cabeza.

—Y es de... ¿Gregorio?

—Sí, es de él.

—¡Mierda! Esto no puede ponerse peor —la mira compasiva—. ¿Él lo supo antes de irse?

—No. No pude contarle —una lágrima se desliza por su mejilla—. Mi madre no me deja salir, tampoco me deja recibir visitas. Gregorio se fue y no pude ni siquiera despedirlo, ni contarle nada —solloza entristecida—. Lo extraño mucho.

—Me hubieses mandado a buscar, yo le hubiese dicho.

—Intenté hacerlo, pero mi madre no me lo permitió.

—Hubieses mandado a Alicia por mí.

—Mi hermana no me dirige la palabra desde el día de la fiesta. Me acusa de haberle dañado su entrada triunfal en el momento del baile.

—Es una tonta —exclama molesta.

—La entiendo. Era su máximo sueño y yo se lo dañé con mis malestares.

—¿Por eso estás castigada? ¿O es que, Consuelo sospecha algo? —pregunta con evidente consternación.

—No lo sé. Creo que no. Tal vez sospecha algo, no estoy segura —suspira agobiada—. Realmente no lo sé. Ella me dice que es por mi estado de salud, como he estado con los vómitos y los mareos, no me deja salir.

—¿Qué has pensado hacer? Con respecto al... problema... —señala con un gesto su vientre aún plano.

—Lo he intentado todo —solloza angustiada. Saca de una gaveta y arroja en la cama las cataplasmas, los emplastos y demás tonterías que Tomasa le trae a diario—, he tomado de todo, pero, cada vez, es...

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