Ella era joven e inexperta cuando lo conoció. Alto, guapo, seguro y encantador. Dueño de una sonrisa traviesa que le hacía doblar las rodillas. Para ella fue amor a primera vista. Para él solo fue una aventura en su viaje de vacaciones.
Ella se entr...
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"Me envolvió tu pasión desmedida, las llamas del amor fueron inmensas".
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Son las 6 de la mañana y el cielo de San Sebastián se estremece con el estallido de estruendosos y trepidantes fuegos artificiales. Al mismo tiempo, en la catedral suena un prolongado repique de campanas. El campanero, un verdadero experto que las hace sonar apenas sin rozarlas con el badajo, guarda unos repiques especiales para este día, haciendo que las campanas suenen de forma diferente. O por lo menos, el pueblo entero, eufórico y entusiasmado, lo siente así.
Han dado inicio las Fiestas de la cosecha.
Con la llegada de este evento, el pueblo de San Sebastián da inicio a sus fiestas locales, toda una tradición que ningún habitante del lugar pierde la oportunidad de disfrutar.
Se da inicio a la celebración con una descarga de fuegos artificiales al amanecer. Todo el pueblo despierta y comienza a moverse en un ambiente cargado de alegría, sintiendo y viviendo la naciente hilaridad que se generaliza y es espontánea, haciendo que todos se olviden, casi de inmediato, de todas sus preocupaciones.
¡Es que han empezado las fiestas!
Los días tan esperados; la fecha en torno a la que gira, a partir de este momento, toda la vida del pueblo.
Por la tarde se lleva a cabo el primer desfile acompañado de una cabalgada, evento que inaugura oficialmente el alboroto y la hilaridad festiva.
El párroco, de pie frente a la multitud, da la santa bendición e inicia el desfile entre aplausos, pólvora y vítores. Carrozas engalanadas con globos y otras con flores, representan temáticas autóctonas y folclóricas propias de la región. La banda musical entona sus mejores piezas musicales.
Las familias más respetadas y antiguas del pueblo encabezan la salida de los jinetes. Luego las siguen muchas otras familias más, sin distinción de clases o condición social. Disfrutando todos por igual del extraordinario momento, sin importar si sus caballos son de paso fino, de raza o caballos comunes.
