Capítulo 15. UN BUEN COMIENZO

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Las dos familias se encargan entonces de arreglar todo lo del compromiso y el futuro matrimonio

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Las dos familias se encargan entonces de arreglar todo lo del compromiso y el futuro matrimonio.

Pasan los días y no puede hablar con ella. Mariana ha resultado mucho más esquiva y difícil de lo que se había imaginado. No recibe a solas sus visitas y siempre tiene un pretexto para marcharse y dejarlo sentado solo con sus padres cuando van para asuntos relacionados con el compromiso oficial.

Le ha resultado imposible estar a solas con ella, pero no es un hombre que se rinde con facilidad y ha decidido hablar con su prometida y lo conseguirá. No quiere casarse así, sin antes conocerse, ni relacionarse más que con formalismos y manteniendo distancias incómodas. Si va a casarse, será con todo lo que eso incluye. Él, además de una esposa, quiere que Mariana también sea su mujer, pero no por obligación, sino porque ella así lo desee. Es consciente de que el amor no estará incluido en el contrato, pero lo menos quiere que todo sea lo más llevadero y agradable posible. Además, es innegable que su prometida le atrae y le gusta y quiere ver hasta dónde logra que la atracción sea mutua y placentera.

Una tarde, por fin, encuentra el momento que tanto había buscado. Él y Alicia han quedado de acuerdo para que ellos dos se encuentren. La ve caminar con su hermana por la acera de la calle principal del pueblo. Va envuelta en un sencillo vestido de color rosa pálido, que realza el color de su piel de porcelana. Su cabello lo lleva recogido en una coleta alta que deja apreciar la elegancia y gracia de su delicado cuello.

«Con calma, Genaro», se reprende a sí mismo. «Tómate las cosas con calma, no lo eches a perder, ni siquiera ha empezado».

—Buenas tardes —saluda acercándose y Mariana da la vuelta sobresaltada.

Escuchó el motor acercándose, pero no se imaginó que venía hacia ellas. Cuando gira, lo ve y su pecho salta deslumbrado. La verdad es que es una imagen demasiado sugestiva y atrayente. Ve a Genaro vestido con una chaqueta de cuero negro, camiseta de igual color, pantalones vaqueros y botas rockeras, montado sobre una potente y majestuosa moto de alto cilindraje. Esa imagen de chico malo la descoloca, sin lugar a dudas, su atractivo físico resalta en demasía y aunque quisiera no puede negar que le agrada... y mucho.

—¿Te escapaste de una mala película de los 60's? —Bromea cruzándose de brazos, intentado, con ello, aplacar el revuelo de mariposas que se ha desatado en su estómago.

—Mira, pues, no sabía que eras graciosa —contesta con una sensual sonrisa y su mirada clavada en su rostro—. Vamos a dar una vuelta —casi que ordena, con voz segura y firme.

—No, gracias —niega con antipatía—. Estoy con mi hermana y...

—No la veo —señala Genaro y efectivamente, Alicia no está por ninguna parte.

—¡Traidora! —Susurra Mariana entre dientes—. De todos modos, no iré contigo a ninguna parte.

—¿Por qué? ¿A qué le tienes miedo?

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