El inicio

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Terence Grandchester, era un joven valiente y decidido, con un noble corazón y muchos deseos de superación. Al llegar al puerto de New York en 1914, no contaba con ningun capital económico, solo tenía unos cuantos dólares que había conseguido Gracias a su anterior apellido en Londres, antes de zarpar. Traía consigo solo dos mudas de ropa, una en su maleta y la que llevaba puesta, un traje negro gastado y una vieja boina que su abuelo le había regalado. Caminaba por el muelle, mirando a lo lejos la gran ciudad de New York, entusiasmado por estar en el país de las oportunidades, ya que en su tierra natal, se decía que si un hombre quería volverse un gran actor, debería emigrar a America.
Muy pronto cayó la noche y el frío invadía las calles de la gran ciudad, así que Terry entró a un pequeño comedor situado a unas calles cerca del muelle, donde por supuesto encontraría un vaso de vino, y aunque ilegal, pero lo ayudaría a refrescarse.
Al estar sentado, observó el lugar con detenimiento, habían marineros resguardándose del frío, en la mesa de la esquina jugaban cartas un grupo de seis irlandeses. La mesera, una mujer anciana y obesa, al verlo se acercó, y mientras ella limpiaba la mesa, él dijo — buenas noches, ¿tendrá algo de comer?
— Sólo tengo sopa de tomate, pero primero debe ordenar algo de tomar, debemos terminar lo que tenemos, antes que venga el inspector de seguridad — respondió la mesera con un tono pesado.
– Bueno, ¿puede traerme una botella de vino? por favor.
– No tengo vino, sólo whisky y coñac.
– Bueno, entonces tráigame un whisky.
La Mesera fue a la barra y le trajo su trago, después se dirigió a la cocina por un plato de sopa de tomate, adentro del bar hacía mucho frío, se podía ver el aliento de las personas al hablar.
La mesera se acercó y sirvió la sopa.
— ¿Algún lugar que conozca donde pueda hospedarme? — preguntó Terry.

— A unas calles de aquí hay un señor llamado Frank, el renta departamentos, no son nada lujosos pero ayudan a protegerse de las frías noches.
— Me parece bien. — Dijo, para después preguntar — ¿me puede proporcionar la dirección exacta para ir a informarme?
La anciana le anotó en una servilleta la dirección y se la entrego. Terry le agradeció. Después de haber cenado, salió del lugar y fue en busca de lo que sería su nuevo hogar. La noche era muy fría, su equipaje le pesaba por el cansancio, y los pies le dolían debido a que las suelas de sus zapatos estaban demasiado gastadas. Pronto llegó a la dirección que se le había indicado, el lugar en donde se hospedaría.
– Disculpe, buscó al señor Frank – preguntó a un señor que estaba frente al edificio sacando la basura.
– Pues yo soy Frank – dijo el sujeto. Era un viejo escuálido y jorobado, con una enorme verruga en la nariz.
– Es un gusto señor Frank, mi nombre es Terence Graham.

— dijo mientras le estrechaba la mano — Busco un departamento. ¿Tendrá alguno disponible?
— Si claro — respondió el viejo brillándole los ojos, al ver dinero aproximarse — tengo uno muy económico con agua caliente, está disponible por sólo setenta dólares a la semana. Y son treinta de anticipo.
— ¿Qué? ¿Setenta y treinta ha dicho? Eso es un robo. — dijo Terry.
«Cien dólares es todo lo que traigo, me quedaré sin comer» pensaba Terry.
— Mire buen hombre, este es un barrio peligroso, andan muchos mafiosos por aquí y gente mala, de echó el departamento que le estoy ofreciendo, lo tengo disponible porque el sujeto que lo ocupaba lo acaban de asesinar ayer, creó andaba en malos pasos, no son tiempos muy seguros. Así que tómelo o déjelo — le respondió el viejo Frank.
— Muy bien, me quedó con él.
Después de haber convenido, el viejo Frank acompaño a su nuevo inquilino hasta la puerta de su departamento, después se fue y Terry entró a su nueva morada, el lugar era algo sencillo, tenía una ventana que daba hacia un callejón, así que no ofrecía un gran paisaje. Tenía un viejo colchón y una pequeña cocina, eso le serviría mientras encontraba trabajo, luego buscaría algo en el teatro. No tardo en recostarse, sentía cansancio por el viaje «mañana será el día donde todo empezará, buscar un empleo y salir adelante» pensó.
A Terry le interesaba pronto encontrar un trabajo y empezar una vida decente, no quería recordar para nada, su obscuro pasado ni el odioso colegio San Pablo, recuerdos que lo torturaban y que quería dejarlos enterrados fuese como fuese.

Sujeción de EscocésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora