Funerales

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Abrí los ojos a consecuencia de un sueño extraño. Estaba en un combate y corría detrás de una explosión totalmente perdido, solo, tratando de alcanzar a alguien que de alguna forma se hacía en cada intento más lejano. Sentía la desesperación de una vida que no me pertenecía y que parecía un sentimiento bastante conocido, incluso podría ser de esa vida de la que aún no tenía completo acceso en mi mente. ¿Quién era esa niña?. La pregunta más constante que habitaba junto a un montón de otras interrogantes, y que hace ya tiempo dejé de culparme por no recordar. Miré a mi alrededor en mi habitación que me ayudaba con su oscuridad para que el dolor recurrente que padecía se aminore en poco tiempo, teniendo presente que muy frecuentemente me levantaba desorientado tardando incluso casi una hora completa en ubicarme en tiempo y espacio.

Me senté al borde de la cama y me asalto como era habitual ese dolor que jamás le diría a mi tía Elroy que aún tenía, punzante y ensordecedor; porque en seguida me llevaría al hospital o se le ocurriría acostarme para que descansara todo el día. No quiero preocuparla más...
Albert hacia ejercicios mentales sobre el presente, escribía sucesos, con el temor de haber olvidado algo reciente enumerando el por que estaba allí y quienes conformaban en su vida en ese instante.

Me concentré en el reloj sobre el buró marcando el tiempo mientras me quedaba un par de minutos en blanco sin tener idea de si aquello era un proceso normal, y luego... Candy... ya está aquí.

Faltaba una hora aún para que iniciarán los servicios funerarios del conde McKinahan, Candy encerrada en sus pensamientos, reafirmaba la idea de que tenía que irse lo mas pronto posible.

Se miraba al espejo, era como si no se reconociera más.

—¿Qué te has hecho Candy?, ¿Dónde esta la mujer que se fue de esta casa que llamaba su hogar?—Mientras sus ojos se llenaban de lagrimas, se respondió —Huyó el día de su boda y se murió ahí, en la cascada —suspiro, se sentó derecha se limpio las lagrimas que empezaban a salir, tomo el maquillaje que estaba en la cómoda y empezó a usarlo, mientras decía para si misma—Hoy llegó a esta casa la condesa McKinahan que viene a enterrar a su querido esposo.

Escuchó el sonido de la puerta mientras Doroty se asomaba lentamente.

— Está abierto Doroty-

— Señorita, aquí esta su vestido-

—Gracias, déjalo sobre la cama, me vestiré sola.

—¿La puedo ayudar a peinar?

—No, gracias—dijo mientras daba una rápido ojeada a Doroty por el espejo

-¿Puedo acomodar sus cosas?-

—Está bien, no es mucho, solo son tres vestidos cuélgalos, conforme los vaya usando te indicare cual necesita ser planchado.

—¿¡Solo tres!? Yo pensé que se quedaría mas tiempo— exclamó Doroty sin pensar.

—¿Por qué pensarías eso?—Pregunto Candy volteándose para ver directamente a Doroty

—Es que yo....—Balbuceó Doroty evadiendo la mirada.

—¿Es que tú que?, dime te escucho; no me tengas miedo Doroty no te voy a despedir ni nada por el estilo— exclamó Candy en un tono que reflejaba impaciencia.

—Es que.... como el Sr. William Me dijo que yo seria su dama de compañía, y que me dedicaría solamente a usted, por eso yo pensé que usted se quedaría mas tiempo—dijo rápido, mientras miraba como se trasformaba la mirada de Candy.

—¿cuando remodelaron la habitación?-

—Hace como 6 meses-

—Señorita yo, no se enoje, es que...

Sujeción de EscocésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora