Vestido de novia

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No conseguía decidirme por un vestido de novia viéndolo solo en bocetos. ¿Cómo sabría si el elegido me quedaría bien?
Las modistas, después de una hora, estaban desesperadas ante mi indecisión, ni siquiera sabían por dónde empezar ya que no les daba ni una pista sobre lo que me gustaba. La mujer más mayor, Sophia, decidió que me quedara en ropa interior y me colocó unas telas a modo de maniquí para que me hiciera una idea.
Salieron de la habitación mientras me desnudaba, el respiradero que había situado en la parte baja de la pared me traía sus voces del cuarto contiguo.
—Pobre chica, no sé qué vida le va a tocar con ese hombre —dijo Sophia.
—Pues de momento le toca compartirlo. Es demasiado joven y supongo que será mejor para ella que así sea. Tiene pinta de ser muy intenso en la cama. Él necesita a una mujer de mundo que lo pueda satisfacer y Candy apenas ha dejado la pubertad —escuché que decía Annette, la más joven.
—Sí, no tiene pinta de bastarle con una, sigo sin entender por qué ha elegido a una chiquilla.
—Pues yo lo tengo bastante claro. A una niña la puede modelar a su gusto, enseñarle cómo comportarse en su mundo, que no le discuta y acate sus órdenes. Además, Candy es una chica sana y fuerte que le dará unos hijos preciosos, necesita descendencia.
—Creo que tienes razón. Una muñeca a la que lucir y vestir como él quiera.
—Una buena forma de resumirlo.

Así que eso era yo para él: una muñeca, la niña tonta que se mantendría al margen de sus negocios y haría la vista gorda con sus amantes.

En el último mes había empezado a perderle el miedo, aunque no creía que pudiese hacerlo del todo. Cuando las modistas hablaron de sus supuestas amantes, recordé a la enfermera de la que me había hablado. Pero, ¿qué esperaba? Era un hombre con necesidades que yo aún no podía satisfacer. Me había besado mucho últimamente, y también me había tocado, solo eran ligeros roces por encima de la ropa, como si fueran casuales. Pero yo no era tonta, sabía que era su manera de encaminarme hacia el deseo y lo estaba consiguiendo, porque más de una noche acababa retorciéndome entre las sábanas imaginando su boca allí donde sus dedos habían pasado como al descuido. Siempre acababa jadeante y frustrada esperando por algo que no terminaba de llegar, y ansiaba el momento en que su boca buscara la mía y me permitiera acercarme más a su fornido cuerpo.
Salí deprimida ante la perspectiva de mi futura vida. Me dejé envolver en telas perdida en mis pensamientos.

—Pero Candy, al menos mírate en el espejo y danos tu opinión —solicitó la más joven.
Ni siquiera me había dado cuenta de que habían terminado de colocar el último alfiler

Un toque en la puerta hizo que todas dirigiéramos la mirada hacia el sonido en vez de al espejo. Albert apareció y se sorprendió al verme envuelta en telas como si fuese una novia.
—¿Y esto? —preguntó con sus espesas cejas arqueadas.
—La muchacha no parece decidirse, señor, y hemos querido representar uno de nuestros bocetos en su cuerpo.
Albert paseó a mí alrededor y no pude remediar sonrojarme mientras me observaba, preguntándome si alguna parte de mi cuerpo estaba al descubierto. Luego se sentó en un sillón que había a mi derecha con mirada seria.
—Candy, ¿estás satisfecha con lo que ves?
Dirigí la mirada hacia mi reflejo en el espejo, y suspiré. Aquello no era lo que yo esperaba, pero tampoco tenía muy claro qué era lo que quería lucir para el día de mi boda.

—Creí que daba mala suerte ver a la novia con su vestido antes de la boda —dije, evitando mi respuesta.

—¿Eres supersticiosa, Candy? ¿Este es tu vestido definitivo de novia? —Negué con la cabeza—. Entonces no hay problema. ¿Cómo es el vestido de novia con el que soñabas? Estoy seguro de que estas amables señoras podrán aproximarse bastante a ello.
—El problema, señor —habló Sophia—, es que no sabe qué es lo que quiere. No es una chica convencional, no parece haber pensado en ello.
Me miró fijamente con media sonrisa.
—Sí. Ya se que no es una chica corriente. No parece tener los mismos sueños que las demás piccolas.

Sujeción de EscocésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora