Acéptame

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Antes de salir con Shi Mei, Mo Ran se había considerado un hombre muy seguro de sí mismo durante toda su vida.

Jamás le había importado lo que otros pensaran de sí mismo, incluso cuando era fácilmente criticado por sus malos modales, por su forma desvergonzada de ser, porque era un ignorante, pero siempre se había enfocado en sus puntos buenos como su carisma, apariencia atractiva y habilidad para persuadir a la gente siendo magnético, optimista y hasta dulce y tierno, así que su autoestima siempre había sido alta.

Probablemente incluso se debía a que su mamá siempre lo trató como un pedacito de cielo para ella, y cada vez que se desanimaba, le hacía entender que los errores eran humanos y nadie era perfecto.

Sin embargo, tras largos años de relación con Shi Mei, había cambiado mucho sin darse cuenta.

Cuando se conocieron, hubo una chispa especial entre ambos que le hizo sentir lo que jamás nadie le había hecho sentir. Simplemente observando el rostro tan bello de esa persona, se sentía muy feliz, muy enamorado, y le alegraba saber que sus sentimientos eran correspondidos.

Por lo tanto, le mostró a Shi Mei la parte más recóndita e íntima de sí mismo.

Podía disfrutar de las actividades más humildes, ver películas malas, clichés, asistir a bares baratos y lugares muy infantiles para un adulto como el arcade, e incluso se impresionaba muy fácilmente como un niño pequeño.

También era impulsivo, tonto, travieso, enérgico como un pequeño Husky.

Pero Shi Mei no era así.

A Shi Mei le agradaba la tranquilidad. Disfrutaba de buenas comidas, obras de teatro, películas históricas, conciertos, y actividades consideradas populares entre la clase alta.

Aunque ciertamente a Mo Ran no le encantaba, de todos modos muchas veces compraba boletos para conciertos de ópera e invitaba a su novio a películas de su interés, sin embargo Shi Mei jamás quiso acompañarlo a jugar por allí ni ver películas románticas.

De hecho, cuando se emocionaba y actuaba como un infante, Shi Mei solía caminar más rápido y alejarse de su novio para que no los emparejaran, así que de repente Mo Ran dejó de ser así de tonto y molesto, como lo catalogaba su contrario.

Había dejado de ser el típico perro tonto curioso y enérgico, ya ni siquiera decía chistes malos, porque para Shi Mei eran estúpidos, fruncía su ceño alegando que dejara de decir tonterías.

Ya ni siquiera contaba anécdotas que había pasado cuando niño porque sentía que no era gracioso, mucho menos interesante. Seguramente era mucho mejor hablar de literatura, historia, geografía, y aunque Mo Ran pensaba que había cosas interesantes en todo eso, también sentía que era interesante escuchar a la gente y conectar con esta.

En algún punto terminaron. Mo Ran se sentía insuficiente. ¿Cómo pudo llegar a sentirse de ese modo?

Antes Shi Mei había sido tan lindo y tan atento, pero siempre parecía avergonzado de su forma de ser, así que Mo Ran optó por dejar esa relación. Él daba demasiado, y aunque no esperaba exactamente lo mismo a cambio, era evidente que no eran compatibles en absoluto y que esa relación era demasiado unilateral.

Tristemente, se dio cuenta de que Shi Mei parecía más feliz sin él. No inició una relación nueva, pero desde que terminaron subía a sus redes sociales más fotografías disfrutando de un lindo amanecer con una taza de café escribiendo lo bien que se sentía iniciar el día de la mejor manera, como si desde que habían terminado, fuese mucho más feliz.

La vida sin él era mejor...

Desde ese día, Mo Ran no volvió a tener una relación con nadie más, en especial porque no sentía que valiera la pena volver a dar tanto de sí por alguien.

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