Semana lejos

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Aunque no lo decía mucho, parecía que lo demostraba poco y muchas personas hasta dudaban de su amor, para Wanning su esposo era su persona más preciada, su hermoso tesoro, el amor de su vida, la única persona capaz de hacerlo tan feliz, la única persona con la que se siente cómodo, con el único que no teme de ser él mismo, y aunque muchas veces no es él quien toma la iniciativa, se esfuerza en darle a entender a su hombre que lo ama más de lo que jamás amó o amaría a cualquier persona.

Pero aún con el intenso amor que sentía, hasta Mo Ran sabía que su Wanning se sentía cómodo en los momentos de soledad cuando estaban separados por un par de horas, lo que para el moreno era un infierno en realidad porque su mente se encontraba saturada de su esposo y jamás se cansaría de Chu Wanning.

Vivía por Chu Wanning. Se motivaba por Chu Wanning. Cocinaba para Chu Wanning. Solo hablaba de Chu Wanning. Incluso se había tatuado los ojos de su esposo en su pecho.

Pero aún así no le molestaba en absoluto que su contrario disfrutara de la soledad e incluso se tomaba su tiempo haciendo otras cosas para dejarle su espacio, aún si él era feliz pasando absolutamente todo su tiempo en compañía mutua, abrazándolo.

Por esa razón, tener un viaje estudiantil para cuidar y guiar a sus alumnos, para Mo Ran era la muerte, en especial si estaría fuera una semana.

Ni siquiera había hecho su maleta con la esperanza de llegar tarde y que el autobús de la escuela lo dejara, pero en cuanto su esposo se dio cuenta de eso, lo regañó obligando al Husky llorón a empacar la ropa pertinente.

Toda la noche antes del viaje, Wanning tuvo que soportar dormir demasiado pegado a Mo Ran, y aunque siempre dormían abrazados, le parecía excesivo que el perrito tonto lo abrazara con sus piernas incluso. ¿Cómo podía respirar con su rostro enterrado en su cuello? Para el mayor fue un milagro que su hombre despertara bien al día siguiente.

A la salida de casa, el más alto tomó con suavidad las tersas manos pálidas de su esposo para luego dejar en el dorso de estas un adorable besito, mientras prosiguió a restregar su mejilla con las manos contrarias como si se tratara de un cachorrito en busca de mimos, con expresiones de tristeza infinita tras largos días que pasaría lejos del amor de su vida.

—Recuerda que dejé tu almuerzo para toda la semana almacenado en recipientes etiquetados, no cocines a menos que sea muy necesario, ¿bien?

De no ser porque sabía que el moreno se encontraba triste, se habría molestado por ese comentario porque no era un niño y su esposo siempre era demasiado sobreprotector, lo que no le molestaba demasiado, solo que podía valerse por sí mismo.

—Está bien —fue su respuesta, creyendo capaz a esta persona de llorar en cualquier momento.

En un arranque de impulso, Mo Ran envolvió sus brazos alrededor de la espalda del otro, como si fuese a perderlo solo por pasar una semana fuera, así que Chu Wanning solo dio palmaditas en la ancha espalda de su hombre a modo de consuelo.

—Está bien, está bien. Si seguimos de este modo llegaremos tarde. Vamos, ¿de acuerdo?

—Es que no quiero dejar a mi Wanning—, lloriqueó acariciando con su nariz el cuello de su esposo indispuesto a soltarlo.

El otro suspiró dejando un beso en la mejilla de su hombre sabiendo que reaccionaría más animado.

Dicho y hecho, el más alto se separó con una sonrisa resplandeciente, dejando ver sus hoyuelos adorables en su rostro.

—¿Me vas a extrañar? —pidió saber como un pequeño niño.

—Por su puesto que sí, tonto. No pienses de más —exigió dejando salir un suspiro que más parecía una pequeña risa, sonriendo con ternura a su hombre—. Pero ahora vamos al colegio.

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