Capítulo Dieciocho

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Harper

—Nos encantaría estar allí. Considéranos un sí definitivo.

Morgan me puso un brazo alrededor de la cintura, me apretó contra su cuerpo, y me plantó un beso largo y apasionado. Mis rodillas se debilitaron pero no pude evitar que mi cuerpo respondiera. Mis hormonas enloquecieron cuando me miró profundamente a los ojos. Me quedé mirándola incapaz de decir una palabra. Después de esa mirada persistente que no pude romper por completo, se volteó para sonreírles a Ryan y Bárbara.

Estaba aturdida por su repentina aparición y por ese beso. Me aliviaba tener su brazo alrededor de mi cintura, de lo contrario estaría tendida en el suelo, incluso, me sorprendió bastante ver que el pastel seguía intacto. Me atreví a mirar a Ryan y la expresión en su cara no tenía precio. Su sonrisa de felicidad triunfante había desaparecido por completo, ahora su rostro sólo reflejaba horror y confusión. Era todo lo que quería ver en él.

—Uh... ho... hola. Ryan Lind —extendió su mano hacia Morgan.

—Morgan Gibs —estrechó su mano con una amplia sonrisa en el rostro—. ¿Es este el Ryan del trabajo del que me hablaste? —Me miró con indulgencia.

Quería darle una patada, pero sonreí.

—¡Entonces, sí me escuchas cuando hablo de trabajo! —Le sonreí a Bárbara.

Ella no contestó, parecía que no entendía nada de lo que estaba pasando. Por mi parte, todavía apostaba a que seguía en una pesadilla, pero ahora no estaba sola, tenía a alguien a mi favor, me despertaría sudando pero aliviada.

—Um... vale —Ryan me miró y luego a Morgan.

Casi podía oír su cerebro maquinando.

¿Pensará que también lo estaba engañando?

—¿Te veo el Lunes en la oficina? —Le pregunté, negándome a dejar que la sonrisa se me escapara de la cara.

—Sí. Por supuesto —dijo, pero se quedó ahí parado como un idiota.

—Bueno, entonces. Gracias por la invitación. —Le expresé, después de un silencio incómodo.

—Nos vemos allí, sin falta —dijo Morgan.

Casi la pateaba de verdad.

Ryan se sacudió de su trance y asintió. Ambos sonreímos y saludamos mientras mi ex y su prometida se alejaban. Me las arreglé para esperar hasta que doblaran en la esquina antes de empujar el brazo de Morgan.

—¿Estás loca? —Siseé, girando alrededor de ella.

—¡Whoa! Cálmate, por favor. No te enojes.

¡Arrogante hija de puta!

—¿Calmarme? ¿Cómo me pides que me calme? ¿Quién diablos te crees que eres para hacer semejante estupidez? —Grité.

—¿Siempre estás tan tensa? —Su voz era suave y calmada.

—¿Cómo te atreves? —Me quedé sin aliento.

Sentía mi cara ardiendo de ira.

—¿Cómo me atrevo a qué?

—A besarme, a aceptar la invitación a la fiesta de compromiso de Ryan, a ser una total imbécil haciéndote pasar por mi novia. —La miré con frustración.

—¿Ser una imbécil? Estaba tratando de ayudarte —levantó las manos.

Parecía sorprendida, lo que me sorprendió más. ¿Acaso tenía que estar feliz y agradecida por su intervención?

Del engaño al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora