Harper
Morgan me extendió su mano para ayudarme a salir de la limusina. Cuando salí quedamos cara a cara.
—No había notado lo alta que eres —dijo en voz baja.
—Son los zapatos, por supuesto.
Se inclinó un poquito hacia adelante, y por un momento pensé que me iba a besar en la acera, pero por supuesto, sólo lo hizo para ver mis zapatos. No pude evitar el golpe de desilusión que me llenó el corazón.
Nos dirigimos hacia el hotel. Los escalones alfombrados de rojo que conducían a las puertas doradas, olían a glamour y lujo. Por eso me sorprendió que Ryan organizara su fiesta aquí.
Los porteros asintieron a Morgan y ella también asintió.
—¿Has estado aquí antes? —preguntó Morgan mientras subíamos los escalones.
—Nunca, esto es un poco caro para mi gusto.
—Vives en una zona de alquiler elevado.
—Gracias a mi abuela —le recordé, mientras los botones empezaban a girar las pesadas puertas giratorias.
—Por supuesto —dijo suavemente mientras se unía a mí para entrar.
—Gracias, Srta. Gibs —dijo el botones, mientras Morgan le daba una propina.
—Supongo que eso significa que has estado aquí antes.
—Unas cuantas veces —contestó, sonando como si no fuera gran cosa.
Cierto, no es gran cosa.
—¡Jesús! —susurré.
Casi me caigo cuando miré todo mí alrededor. Era pura indulgencia con mármol por todas partes, el alto techo tenía un mural de cielos azules y querubines. Incluso el buzón era de baño de oro con una impresionante figura de un águila posada en la parte superior.
—¿Te sorprende? —Morgan resopló.
Ignoré su actitud y me deleité con los pisos de mármol, los techos altos, el oro que cubría casi todo. Las lámparas brillaban, el piso brillaba. Fue como entrar en un palacio. Me di cuenta de que me había detenido en seco y me sentí avergonzada.
—Parezco una campesina —murmuré.
—Es algo lindo —sonrió indulgentemente.
—No voy a sobresalir esta noche.
Me cogió del brazo.
—No te han visto todavía, los vas a deslumbrar a todos.
—Siento como que todo aquí me supera —admití.
—¿Por qué? ¿Por todo esto? —Hizo un gesto de desdén con la mano mientras caminábamos lentamente en dirección al ascensor—. No dejes que esto te afecte, es sólo un lugar. Cualquiera con suficiente dinero puede alquilar un salón de baile por una noche. ¿Y qué?
—Que no estoy acostumbrada a estas cosas. Especialmente cuando se trata de la fiesta de compromiso de mi ex.
—Deja de pensar en él como tú ex —me aconsejó, y por una vez no bromeaba—. Es uno de los gerentes, tú trabajas con él, eso es todo.
—Vale, tienes razón. Tengo que cambiar mi forma de pensar.
—Además, yo soy en quien deberías concentrarte esta noche. —Me recordó.
—¿Eh?
Entramos en el ascensor. Me alegré de que fuéramos las únicas allí.
—Soy tu novia, ¿recuerdas? —Mostró una de sus sonrisas sexys patentadas y mi estómago revoloteó.
—Oh, claro. Me olvidé de todo eso.
—Me rompes el corazón, nena —Sonrió.
Le devolví la sonrisa.
—No puedo evitarlo, eres una persona olvidable.
Chasqueó los dedos, luciendo arrepentida.
—Y yo que pensaba que mi abuelo se olvidaba de mi nombre porque estaba senil, ahora comprendo mejor.
Agité la cabeza. Era imposible mantenerme seria cuando estaba con ella, pero necesitaba serlo en ese momento.
—¿Qué debemos hacer ahora? Quiero decir, ¿cómo deberíamos actuar?
—Como si estuviéramos enamoradas —murmuró,
Jadeé suavemente cuando sentí sus manos en mi cintura y tiró un poco de mí, hasta que nuestros cuerpos se tocaron. No podía respirar. Por un momento imaginé que las puertas se abrirían y me encontrarían desmayada en el suelo o muerta, porque mi corazón parecía haberse detenido. De cualquier manera, habría una persona menos en la fiesta y Ryan podría usar el dinero que le ahorré para comprar una corona para mi funeral.
—Correcto, estamos enamoradas, estamos enamoradas —Mi voz temblaba un poco cuando hablaba.
—Cuidado —susurró con una sonrisa astuta—. Dilo tres veces, y podría hacerse realidad.
Mi corazón dio un vuelco.
—Nunca podría estar enamorada de una mujer que disfruta correr. Lo siento.
Cuando se abrieron las puertas, ambas estábamos riendo y ese fue un buen comienzo. Parecíamos una pareja feliz.
Entramos juntas en el salón de baile, y tuve éxito en contener mi asombro total. El techo abovedado estaba tapizado de grandes y esponjosas nubes con hermosas lámparas doradas que reflejaban su glamurosa luz sobre la habitación.
—Para ser una fiesta de compromiso, realmente lo planificaron todo muy bien —dije, tratando de asimilarlo todo.
Las flores, la luz de las velas en todas las mesas alrededor del perímetro de la habitación. La banda tocando tranquilamente en una esquina.
—Sí, es difícil imaginar cómo la boda puede superar esto —estuvo de acuerdo Morgan—. Puedes contármelo luego.
—Si crees que voy a ir a su boda, estás loca.
Se rió mientras me ayudaba a quitarme el abrigo.
—Vamos, si tú vas prometo que iré contigo, podría ser muy divertido. Mucha gente te estará mirando.
—Puedo lograr eso sentándome en el borde del edificio y sin tener que usar una sonrisa falsa durante horas. Gracias, pero no, gracias.
Había decidido ir sin el chal de Marie y sentí el frio en mi espalda una vez que me quité el abrigo. Entonces me di cuenta del grado de desnudez que tenían algunas de las otras mujeres. Era como si estuvieran haciendo un concurso para ver quién podía verse más desnuda. Vi más escotes de costado en ese salón de baile de lo que usualmente veía en la alfombra roja de los premios Oscar.
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Del engaño al amor
RomanceEl destino se encarga muchas veces de unir a las personas de la maneras más alocadas posible. Harper Phelps descubrirá que el amor de su vida se encuentra a una puerta de distancia pero las mentiras y engaños van de la mano con esta relación. Por s...