Capítulo Trece

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Harper
Asentí y suspiré.

—No es mi jefe directo, pero es un gerente y tengo que verlo todos los días. Odio haberme involucrado con alguien en el trabajo, sólo la gente estúpida hace eso —miré a Morgan a través del velo de lágrimas—. No soy una persona estúpida. Lo juro, no soy estúpida, tienes que creerme. Es sólo que tengo el corazón roto.

—Te creo. —Su sonrisa era amable, incluso dulce.

Me limpié los ojos. Sentí que lo peor había pasado, lo que era un alivio.

—¿Te sientes un poco mejor? —Preguntó.

—No es justo —murmuré.

—¿Qué no es justo?

—No puedes ser tan guapa y un buena chica a la vez.

—¿Guapa? —Se inclinó, acercándose un poco más a mí, pero luego retrocedió, añadiendo—: No pienso eso de mí.

—¡Oh, vamos! —grité indignada—. ¿Tu espejo está roto? ¿O eres miope?

Se rió. El sonido causó otro extraño mariposeo en mi estómago.

—Mi estómago está revoloteando.

—No te vas a enfermar, ¿verdad? —preguntó ansiosa.

No podía creer que me hiciera reír cuando me sentía completamente destrozada, pero lo hizo. Intenté aguantarlo, pero antes de darme cuenta ya me estaba riendo como una hiena y no podía parar. Me miró fijamente.

—Ugh. Soy la peor —tapé mi cara con las manos— Estoy haciendo lo mismo que esa chica.

—¿Esa chica? ¿Qué chica?

Su mano estaba en mi espalda otra vez. La frotaba de un lado a otro, no de forma sexy, no como si se me estuviera insinuando. Sólo de una manera amistosa, era algo increíble.

—La que toma malas decisiones. La que se emborracha y hace cosas estúpidas, como irse al apartamento de una extraña y llorar como una idiota mientras cuenta todos sus estúpidos problemas. Que patética.

—¿Te sentirías mejor si te dijera algo estúpido sobre mí?

La miré a través de mis dedos abiertos.

—Oh, por favor. Como si tuvieras alguna historia vergonzosa.

—Soy un ser humano. Todos tenemos historias vergonzosas —hizo una mueca de dolor.

—Bueno, entonces, sí —me enderecé, empujando mi cabello atrás de mis hombros de forma descuidada—. Por favor. Tranquilízame con tu vergüenza.

—Uh, veamos. Cuando era niña, jugué al fútbol sala durante dos temporadas, no era para nada atlética en ese entonces. Era como una especie de nerd, por así decirlo.

—Mentira... mierda —dije.

De ninguna manera, este tipa nunca fue una nerd, ni siquiera en una vida pasada.

—Lo era. Podría mostrarte algunas fotos trágicas de la escuela.

—Te tomo la palabra.

—De todos modos —continuó—: Nunca había marcado un gol antes, y de repente el balón llegó a mi camino. Estaba muy emocionada porque el camino estaba despejado, así que lo pateé. Me sentía como una estrella del futbol, una diosa viviente, ¿sabes? Me refiero a animar al público, agitando los brazos, todo eso que hacen las grandes jugadoras al meter un gol. Sólo que nadie más en mi equipo estaba celebrando.

Jadeé y me tapé la boca con las manos.

—Oh, no. Marcaste para el otro equipo ¿verdad?

Asintió, frotándose su frente con la mano.

—Sí. Metí el gol en mi propio arco. Tomó años que lo olvidaran eso.

Incliné mi cabeza hacia atrás.

—Me lo puedo imaginar. Realmente es algo muy vergonzoso.

—¿Ahora si me crees que era una nerd? —dijo riendo.

—Eras una nerd —Lo acepté.

Aunque en secreto, esta mujer era la diosa del sexo en mi mente, pero ahora que la estaba conociendo, había resultado ser totalmente lo opuesto a lo que yo imaginaba. No había nada más sexy que una mujer que pudiera reírse de sí misma. Me tranquilizó, hizo todo lo posible para que me sintiera mejor y aparte de todo eso, estaba divina.

—Tal vez deberías mover tu cama —dije de repente.

—¿Qué?

—Puedo oírte teniendo sexo —susurré. Sus ojos crecieron al doble de su tamaño. De cerca, sus pestañas eran más largas que las de un camello—. La cabecera hace un ruido horrible —agregué.

Cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿El ruido te mantiene despierta? —preguntó, con los ojos llenos de diversión.

—No, uso tapones para los oídos, pero una vez un cuadro se cayó de la pared y me golpeó la cabeza —dije con frialdad.

Sus labios se curvaron en una lenta y sexy sonrisa. Fue como ver un video acelerado de un capullo floreciendo. No podía dejar de mirarla.

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Las cosas se empiezan a encender entre este par. Así que pendiente a las actualizaciones. Besos

Del engaño al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora