Capítulo ciento cuarentaisiete
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Punto de vista de Amanda
Siento que Ted y Christian han atravesado la puerta de entrada hace miles de horas cuando en realidad solo ha pasado una, pero una hora era más que suficiente. Ana me ha repetido hasta el cansancio que el trayecto de la propiedad hasta el edificio es casi de cuarenta minutos, pero aún así es demasiado tiempo. Ella lo sabe, por eso también esta increíblemente ansiosa, así como lo está Grace.
Elena, sin embargo, parece estarlo disfrutando. Su brillante dentadura expuesta hacia nosotras lo demuestra.
—Yo en tu posición no sonreiría mucho —gruño cabreada.
Se aparta un poco el cabello, dejándolo caer en la espalda.
—Siendo tú —voltea fugazmente hacia Ana—, siendo ustedes, no tendría esas caras. Si Christian y Ted mueren, ustedes serán unas viudas muy apoderadas.
—Pero no somos como tú.
—¿No? Es curioso. Creí que a esta altura tendríamos mucho en común. ¿O van a negarme que ambas tengan el mismo gusto? Hombres multimillonarios, con uno que otro problemita en el pasado y una profunda obsesión por el sexo violento.
Suelta una ligera carcajada que a mí me pareció increíblemente ofensiva.
—Lo olvidé —me señala con uno de sus largos y delgados dedos—. Tú eres la del problema con el sexo.
Tenso la mandíbula, creo que con demasiada fuerza, por que al cabo de unos pocos segundos comienzo a sentir el indicio del dolor.
—No eres la apropiada para hablar de este tipo de temas —gruño—. Eres la perra que envolvió a un crío de quince años y lo metiste en ese lío.
—Yo lo salvé del lío que ya era su vida.
—No intentes plantearte como una heroína. Lo que tú hiciste...
—Lo que yo hice fue exactamente lo mismo que tú hiciste, lo que probablemente sigues haciendo —escupe de golpe—. ¿Y cuál era tu excusa? ¿Un pasado tormentoso?
—Yo dejé eso atrás —me cubro el vientre con ambas manos—. Formé una familia con un hombre que me ama y me respeta.
—¿Y cómo puedes estar tan segura? ¿Qué te hace pensar que al tocarte no recuerda que estuviste con tantos hombres?
—Ya basta —chilla Ana—. No todos estamos podridos como tú.
—No —vuelve a señalarme—. Pero ella lo está casi tanto como yo, solo que yo si admito haberlo disfrutado. Todas y cada una de las veces que sucedió todo lo que sucedió y eso incluye, Ana, por supuesto, a Christian.
Cierro los ojos y me concentro en darle suaves caricias a mi vientre para calmarme. Esa mujer me altera muchísimo y por más que lo intente sus palabras están taladrándome el cerebro. Aún así tengo muchas otras cosas más importantes que esta.
Dios mío, que Ted esté bien, repito en mi mente una y otra vez.
Con el mismo mal sabor de boca que experimenté apenas atravesaron la puerta, me dirijo hacia uno de los asientos y me acomodo allí mientras me froto el vientre. Debo mantenerme calmada, pero, honestamente, es demasiado difícil. Yo apostaría que imposible. Nada de lo que está sucediendo tiene lógica. Mientras mi cabeza comienza a llenarse de dudas, miro discretamente a Elena. No confío en ella y si ha venido no ha sido para nada bueno. Y no lo creo solo porque la conozco, sino porque esto viene en la sangre. Ella es la hermana de Jack. Es...es mi tía. Ser un hijo de puta viene en la sangre. Lo sé. Era igual a ella. No puedo quitarle la razón en ese aspecto, pero, a diferencia de ella, dejé eso atrás. Le soy total e incondicionalmente fiel a un solo hombre. Eso es algo que ella no puede comprender. Por eso el alboroto, los celos, la venganza. Aún no puede comprender como Christian pudo preferir a una sola mujer.
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Cincuenta Sombras y Luces de Theodore Grey
RomanceEsta historia pertenece a www.facebook.com/CSDGTrilogia. Excelente escritora, desde una perspectiva muy parecida a la de E. L. James plasma una historia entre el romance y el riesgo. Vale la pena pasear nuestras mentes por este texto. Habla desde el...