Parte III (Capitulo 30 - 39)

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Capítulo treinta.

«Se ha ido»

— ¿Qué sucedió, Ted? —preguntó mamá.

«Se ha ido»

— ¿En dónde está Amanda? —preguntó papá.

«Se ha ido»

Agité la cabeza mientras me cubría el rostro con las manos. Amanda se había ido. Se ha marchado sin darme una sola explicación.

«Todos tenemos nuestras sombras, pero yo no tengo luces»

Oh, pero sí las tienes.

«No soy una buena chica»

Si lo eres, eres magnifica ¿Por qué no lo ves?

«Soy hija de Jack y todo lo que venga de él es malo»

Pero no eres como él. No lo eres, eres maravillosa.

«Lo mejor es que no vuelvas a verme»

¿Por qué no dejas que sea yo quien lo decida? ¿Y por qué mierda dejé que te marcharas? 

—Ted, estás preocupándome —mamá me acarició los brazos—. ¿Qué es lo que ha pasado?

—Se fue —solté de golpe. 

Esas dos palabras sonaban más pesadas de lo que aparentaban y dolían más de lo humanamente soportable. Se había marchado cuando yo había supuesto que sería yo quien la echaría de mi vida cuando supiera la verdad.

Una verdad de la que ella estaba huyendo.

—Se fue, mamá —golpeé el escritorio con el puño—. ¡Se fue! Y dejé que se marchara. 

Mamá me cubrió con sus brazos, protegiéndome. El calor de aquel amor fue capaz de calmarme, pero el inesperado e inmenso vacío en mi pecho seguía intacto ¿Qué es esto que me está pasando? ¿Por qué debía doler que ella se marchara? ¿Por qué quería que se quedara, aquí y ahora, conmigo? ¿Por qué añoraba tan desesperadamente que ella estuviese en el lugar de mamá, dándome ese abrazo tan maravilloso que fuese capaz de calmarme?

— ¿Por qué se ha marchado, Ted? —preguntó mamá.

Oh, amaba cuando utilizaba ese tonecillo de voz tan cálido y dulce.

—Huyó —solté una risilla amarga—. Huyó. No sé de qué: si de mí, si de ella misma o de ambas.

— ¿Por lo de Jack?

Asentí sin retirar las manos de mi rostro.

—Ha dicho lo mismo que papá: lo que venga de Jack ha de ser malo. ¿Por qué malo? Mamá, ella no lo es. Ella es distinta. Es frágil, pero tan valiente a la vez. 

La escuché suspirar.

—Oh-oh. He oído eso en algún lado.

—Te dije que ese “no estoy enamorado” era un “la quiero más de lo que debo” —papá suspiró—. Si sirve de algo, Ted, Amanda no es Jack. Eso me ha quedado claro.

Retiré mis manos de mi rostro y le sonreí burlón.

— ¿Puedes decirme algo que no sepa, pues? 

—Quizá no, pero las cosas están mejor: Jack está preso y su hija tiene un hogar seguro.

—Yo no creo que sea seguro. Sino entonces como explicas que haya ido armada a ver a su hermano. ¿Por qué odia a su padre? ¿Por qué habla de él con asco? ¿Qué hizo él para ganarse un odio así? Incluso tu madre biológica tuvo tu cariño, sin importar lo que hizo ¿Por qué Amanda no lo tiene hacia su padre?

Cincuenta Sombras y Luces de Theodore GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora