Parte XXIII (Capitulo 129)

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Capítulo ciento veintinueve.

»Punto de vista de Ted

—…y no te estoy regañando, así que hazme el gran favor de relajarte.

Suelto una carcajada.

—Pero yo no soy el que está alterado, mamá.

— ¿Insinúas que soy yo?

—No, mamá, pero sí estás ahogándote en un vaso de agua ¿Qué podías esperar del impulsivo hijo del impulsivo Christian Grey?

Ella suspira antes de dejar escapar una suave carcajada.

—Oh, eso no puedo discutirlo. El padre tiene mucho que ver.

Sonrío, consciente de que ella no puede verme.

—Me hubiese gustado que te despidieras —dice.

—Estabas dormida. No quería despertarte. Solo te di un beso en el pelo y me marché.

— ¿Cuándo tienen pensado regresar?

—Aún no sabemos. Quedamos en ver primero que tal el lugar para decidir. Pero, oye, este lugar realmente es bueno. Lo mejor de todo es que…

—…Jack no nos molesta —escucho a Amanda.

Está frentica, andando de un lado a otro, hablando con el teléfono de la habitación. Se inclina un poco hacia el suelo, de espaldas. Quiere que le ayude a deshacerse de esa trampa mortal. Le deslizo la cremallera y salta hacia la cama.

—Må ikke bekymre dig, mor.

Oh. Habla con Stella. Oigo a mamá soltar una carcajada.

—Supongo que Amanda tiene problemas para calmar a su madre.

Desde el otro lado de la habitación me lanza una mirada de auxilio.

—Eso parece —sonrío.

— ¿Entonces están bien por allá?

—Este lugar es un paraíso, mamá. No debes preocuparte.

—No es eso lo que me preocupa. Lo que me preocupa es que mi hijo y mi nuera embarazada estén al otro lado del mundo y que no se hayan llevado personal de seguridad.

Oh, no…

—De todos modos tú padre ha pedido que regresen el avión mañana. Coordinó a un pequeño grupo junto a Taylor que les estará haciendo compañía el tiempo que decidan estar ahí.

—Papá siempre termina reparando mis descuidos.

—Teddy, tu padre repara los descuidos de todos. Además, ¿cómo no iba a hacerlo? No es solo su hijo mayor el que está al otro lado del mundo. También está su nuera y sus dos nietas.

Me distraigo un par de segundos mirando hacia la cama. Amanda patalea hasta conseguir quitarse el vestido. Solo tiene unas bragas muy pequeñas. Nada de sujetador. Me recuesto del espaldar de la silla y disfruto de la vista.

—Te aseguro que ella está bien —sonrío—. Está hecha para resistir. 

—Eres tan discreto como tu padre.

— ¿Lo puedo tomar como un cumplido?

—No, en realidad no. Esperaba que notaras mi sarcasmo en el comentario anterior.

Suelto una carcajada.

—Tenía la esperanza de que pudiese contarse como un cumplido. Lástima. Temo que no siempre conseguimos lo que deseamos.

Cincuenta Sombras y Luces de Theodore GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora