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Decir que la hinchada argentina sentía tristeza era poco, a cualquier lado que miraran podían ver las caras largas de todos los argentinos e incluso algunos pocos extranjeros que le hacían aguante a Argentina

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Decir que la hinchada argentina sentía tristeza era poco, a cualquier lado que miraran podían ver las caras largas de todos los argentinos e incluso algunos pocos extranjeros que le hacían aguante a Argentina.

Había tantas emociones en esas tribunas, algunos lloraban, otros puteaban y después estaba Carolina que hacía las dos cosas al mismo tiempo.

―No llores, Caro, no seas tonta ―Carla la tenía abrazada de los hombros y limpiaba sus lágrimas.

―Pero, ma, perdimos ―y más lágrimas salieron de sus ojos.

Carolina era una persona fuerte, pero una vez que el llanto salía. Ay, que se agarre quien esté más cerca para consolarla, porque no paraba hasta que se cansaba.

Y para empeorarlo se cruzó con unos árabes que se le rieron en la cara, y volvió a llorar.

―¡Hijos de puta!

No se contuvo, les gritó ganándose un par de miradas. Algo escuchó que le gritaron, lo que sí no tenía ni idea que dijeron.

―Ya está, Caro, deja de llorar, boba ―ahora Fabián la abrazaba.

―Mírate a vos, bobo, estás rojo de la bronca y más poco puteabas. Yo me descargo de esta forma.

Continuaron caminando para salir del estadio, les iba a tomar tiempo, eran miles de personas.

―A todo esto ¿Dónde está Gabriel? ―dijo Romina haciendo que toda la familia buscara por el chico.

―¡Allá está el tío! ―grito Valentín. ―veo la camiseta de Román, lo tiene en los hombros.

Carolina fue a buscarlo con su hermano mayor, y vieron las luces de cámaras y un montón de personas rodeándolo.

―¿Está dando una nota el enfermo? ―Fabián dijo cuándo lo vio por sobre la gente.

Claro, Carolina medía 1,59 mucho no podía ver que digamos.

―Sí, agárralo y vámonos, por favor Fabián.

El mayor asintió, aunque cuando se acercó a su hermano menor ya se estaba marchando, mejor, no iba a tener que hacer un papelón en televisión.

―¡Caro!

Gabriel gritó cuando la vio y corrió a ella con los brazos abiertos, ignorando completamente a su hermano mayor. Vio a su hermanita con los ojos rojos y supo que estaba llorando.

―¡Viste que sos re maricona! ―le gritó en el oído mientras la abrazaba.

―Cállate, idiota ―se separó un segundo para verlo. ―¡Mira las lágrimas de cocodrilo que vos tenés!

―Vamos, maricones, es re tarde y tenemos que volver al hotel.

Fabián les dijo, ya estaba cansado, habían pasado muchas horas de pie y al sol. Quería dormir, al igual que todos.

KARMA ✶ cuti romero CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora