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Oficialmente Argentina volvía a estar en una final del Mundial tras mucho trabajo duro y esfuerzo, además del trabajo de Carla y Romina en congelar a jugadores rivales

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Oficialmente Argentina volvía a estar en una final del Mundial tras mucho trabajo duro y esfuerzo, además del trabajo de Carla y Romina en congelar a jugadores rivales.

―¡Somos finalistas! ¡Somos finalistas!

Gabriel iba subido en la espalda de su papá moviéndose en todas direcciones y agitando lo que tuviera en manos, extrañamente David no estaba molesto por esto y sostenía a su hijo con fuerza mientras daba saltos de alegría entre la gente.

―Ni se te ocurra ―Agustina señaló a Carolina cuando la vio con claras intenciones de hacer lo mismo que Gavo.

―Qué mala onda, loca ―Carolina se cruzó de brazos y en cuestión de segundos sintió unas manos en su cintura que la levantaron del piso robándole un grito. ―¡Fabián!

En menos de dos segundos se encontraba sentada en los hombros de su hermano mayor, que la había levantado como si no pesara nada. Fabián era un edificio vestido, Carolina estaba asustada de terminar besando el piso en cualquier momento.

―¡Estamos en la final, Caro!

―¡Estamos en la final, Fabi! ―una vez que se aseguró que no iba a caerse, se sumó a la locura.

Desde los hombros de Fabián, Carolina veía casi todo a su alrededor. Las cientos de personas fuera del estadio festejando, los colores celeste y blanco era los únicos que se veían en un radar de metros y el obelisco no podía faltar entre ese tumulto de hinchas apasionados entonando cada canción que podían a los gritos.

―¡Escuchen! ¡Corran la bola!

Gabriel y David llamaron la atención de la familia al pasar corriendo abrazado el uno al otro, sorprendidos no estaban, pero de todas formas los siguieron con la mirada para darse cuenta de que terminaron prácticamente dentro de un pogo gritando aquel bello cantico.

Aquel 13 de diciembre en las calles de Qatar, y en toda la Argentina, se respiraba alegría pura y no hubo un argentino que no festejara.

Y ahora quedaba por delante el verdadero desafío, aunque no faltaba decir lo confiado que algunos se sentían. La selección argentina les había dado a los hinchas algo en lo que creer, en ellos.

Esa noche Carolina jamás había agradecido tanto que Gabriel estuviera medio en pedo, había estado todo el día re hiperactivo y ansioso incluso después de la victoria contra Croacia, así que apenas tocó la cama se quedó dormido.

―Eu ―Agustina dijo en voz alta llamando la atención de Carolina. ―Están lindos los de Francia.

Carolina se golpeó la frente con su propia mano y negó con una sonrisa, Agustina más que concentrada en acosar cibernéticamente a cada uno de los jugadores franceses.

―No vayas a decir eso en frente de papá, que traidora Agustina.

La mayor rodó los ojos.

―Y bueno amiga, no todas podemos ir por uno de la selección de nuestro país ―dijo con una sonrisa al ver la cara de culo de Caro ante la mención de cierto jugador. ―O soy la hermana de una botinera o soy botinera yo, alguien tiene que sacar a la familia adelante.

Carolina le tiró con un almohadón cuando Agustina se empezó a reír y aquel golpe solo la alentó a burlarse por un rato más.

―¿Y qué onda tu... chico?

―¿Qué? ―Carolina creyó escucharla mal.

―¿Qué? ¿No puedo saber cómo está su relación?

―Sí, solo que me sorprende que te interese, nada más.

Agustina rodó los ojos. ―Bue, deja.

―Está raro ―Carolina la interrumpió, inmediatamente obteniendo la atención de Agustina otra vez. ―está todo raro, no sé qué es.

Agustina se sentó con las piernas cruzadas sobre su cama y miró a Carolina fijamente, ésta tenía la mirada perdida en algo que estaba en su muñeca y que la mayor no llegaba a ver bien.

―¿Raro? ―fue lo único que pudo decir.

―Sí, no sé.

―¿Cómo raro, Caro?

Agustina continuaba haciéndole preguntas a las que ni siquiera ella tenía respuestas, y la única solución que había encontrado era describirlas como algo raro, porque realmente Carolina no sabía que le estaba pasando a ella misma.

Había intentado apartar aquellos pensamientos y sentimientos de su mente y corazón durante todo el día sin éxito alguno, necesitaba alejarlos de ella para continuar lo que había construido durante casi un mes.

Porque algo en lo profundo de sí misma le gritaba que destruyera todo, y tenía miedo de que ese lado ganara.

―Qué sé yo, Agustina, te estoy diciendo que está todo raro porque no sé qué mierda me pasa.

En primer lugar ni sabía porque acababa de decirle aquello a su hermana, que no era conocida precisamente por ser muy delicada con cualquier tema, pero había sido la repentina necesidad de hablarlo con alguien y además que ese viaje las había unido más de lo que esperaba.

―O sea que solo a vos te pasa ―dijo la mayor más para sí misma que otra cosa. ―¿Vos sos la que tiene este sentimiento raro? ¿O son los dos?

―Solo yo, él está en una nube.

―Pobre boludo.

―¡Eu! No le digas así ―Carolina se molestó. ―¿Por qué decís eso?

―Porque eso "raro" que vos tenés, Carolina, es otra cosa.

Caro frunció el ceño, esperando a que continuara lo que estaba diciendo, después de todo Agustina parecía saber más que ella misma sobre sus propios sentimientos.

―Son dudas.

―¿Dudas? ¿Dudas de qué?

Y casi dramáticamente, Agustina soltó un suspiro y se pasó una mano por la cara antes de decirlo. Porque una vez que saliera de su boca temía que se volviera una realidad, y esa realidad iba a arruinar la nube de Cristian y la felicidad que Carolina había estado tratando de construir junto a él.

―Dudas sobre tu relación con Cristian.

KARMA ✶ cuti romero CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora